Mi papá fue un político coherente, que siempre buscó mantener esa coherencia sin importar el escenario que estuviera enfrentando. ¡Valiente… No les tenía miedo a enfrentarse a grandes problemas ni a grandes enemigos.
Mi papá demostró que Colombia requiere un cambio en la mentalidad de sus habitantes. Siempre trabajó por lograrlo. Él decía que esperaba que el país lo recordara como una persona que contribuyó a cambiar el modo de pensar y lo logró. Era el eje de su lucha.
Insistía en la coherencia y buscaba cumplirle a toda la gente que veía en él una alternativa para sacar a Colombia de muchos problemas. Muchos vieron en mi papá una esperanza. Creo que es un ejemplo para todos los colombianos y para quienes quieran hacer política, porque él nos enseñó cómo se debe hacer la política. Un político ejemplar.
Recuerdo que en alguna entrevista dijo que esperaba que sus hijos no trabajáramos en política, que trabajáramos en otro campo. Aunque sabía que en la vida hay cosas inevitables. Desde que tengo recuerdos, mi padre nos hablaba de política, nos inculcó la importancia de interesarnos en la política, de opinar, de investigar, de conocer. Consideraba que la política es todo lo que le da rumbo a una sociedad y si un miembro de esa sociedad no se interesa por la forma cómo se toman las decisiones pues está al margen de su destino. Él a nosotros nos inculcaba mucho el interés por la política, insisto, porque él decía que ahí estaba la clave para lograr un cambio en la mentalidad de la gente.
Fácilmente estuve en más de 500 municipios antes de cumplir 12 años acompañando a mi papá, precisamente por eso, para conocer el país nos llevaba a todas partes. No solamente oíamos sus discursos sino que él aprovechaba algunos escenarios para pedirnos la opinión. Me acuerdo que yo les hacía críticas a los contradictores porque consideraba que no eran lo suficientemente profundos en los análisis que hacían de los temas. Mi papá conocía cada rincón del país, cada problema y yo veía eso de una manera distinta a como la veían algunos políticos que competían con él, ellos eran más superficiales en mi opinión.
Hoy estoy convencido que Colombia sí aprendió mucho de mi papá, sin lugar a dudas, hay un sector de la opinión pública que entendió la lucha de él y que ha demostrado que no fue en vano. Estoy seguro que los colombianos, cuando mataron a Luis Carlos Galán, se dieron cuenta de lo que teníamos encima como amenaza gracias a que ha habido un sector de la sociedad colombiana que se ha enfrentado al narcotráfico. Aunque, hoy podemos seguir diciendo que Colombia está luchando contra ese flagelo.
Ahora, hoy en día, el recuerdo de mi padre está lleno de frustraciones. Mi frustración es que no pude compartir con él algunas de las etapas más importantes de mi vida, como por ejemplo, el proceso de formación profesional mío... eso me genera frustraciones. También no compartir con él algunos asuntos personales como mi matrimonio, el nacimiento de mi hija. Es una ausencia que me duele.
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