Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | MANIZALES
La casa de Eduardo Rojas, sobreviviente de Armero (Tolima), queda a tres cuadras del colegio Fe y Alegría en Armero-Guayabal. Por un tiempo, luego de 15 años de la tragedia, el señor llegaba a las aulas, invitado por la profesora Rubiela Roa. Frente a los alumnos contaba cómo se le escapó a la muerte que llegó camuflada de millones de toneladas de lodo hirviendo. Su relato inspiraba la clase de español de la docente.
La mayor parte de Armero desapareció el 13 de noviembre de 1985, ante el desastre natural provocado por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz. Se habla de 23 mil, 24mil, 25 mil muertos o quizá más, entre ellos varios familiares de Eduardo.
La maestra Rubiela nació en Falán, municipio del norte tolimense, cercano a lo que fue Armero y al hoy Armero-Guayabal, el cual creció con la llegada de quienes se salvaron de la avalancha que descendió por el río Lagunilla. Ella, durante casi 20 años, ha participado en procesos pedagógicos en busca de que se comprenda y se replique esta historia.
“Recuerdo que al colegio Fe y Alegría traíamos sobrevivientes como Eduardo Rojas. Los muchachos les hacían preguntas, los entrevistaban. También hacíamos visitas al campo, a ver los restos del pueblo, el sitio dónde murió la niña Omaira (emblema de la tragedia). Después elaboraban relatos”.
Falán, como dice la docente, es un pueblo de maestros. “Desde que nacemos nos encaminan por la docencia, pues aquí funciona la Normal Fabio Lozano Torrijos. Allí me gradué como normalista pedagoga”.
En la noche en que la lava bajó rauda desde el Nevado, la profe estaba en Honda, otra localidad del norte tolimense, donde trabajaba en el colegio del Rosario, orientado por el padre Encizo. El río Gaulí también bajó enfurecido y alcanzó a atemorizar a los habitantes de la Ciudad de los Puentes.
Rubiela Roa, docente en Armero Guayabal.
De frente
Luego de íres y venires la educadora llegó a la Institución Educativa Jiménez de Quesada, también en Armero-Guayabal. En el centro de enseñanaza sus alumnos de español son orientados en la elaboración de crónicas, motivados por mantener vivo el recuerdo de Armero.
Los estudiantes escriben, hacen narraciones orales, dibujan y dramatizan eso que ocurrió antes que ellos nacieran. Yhoana Mata, de 8-2, en un video resume: “La tragedia de Armero sucedió a las 11:30 de la noche del 13 de noviembre de 1985. Debastó el 85% y apenas sobrevivió el 10% de la población”.
A comienzos de los años 2000 Rubiela conoció a Francisco González, quien es el director de la Fundación Armando Armero, entidad que enfoca gran parte de su labor en el reencuentro de la familias, que quedaron desconectadas en medio de la horrible noche en que desapareció el pueblo.
Para Francisco es clave mantener el recuerdo, pero también el contexto de lo que sucedió. Por eso, les apunta a proyectos pedagógicos como lo de la maestra.
Francisco manifiesta: “Estudié en un colegio donde solo nos enseñaban los ríos y montañas de Europa, nunca me hablaron de la geografía local, de nuestra historia, es algo en lo que debemos trabajar”.
El alumno Brandón, del grado 6-2, narra en su trabajo de clase: “La erupción afectó municipios de Caldas y Tolima, tras 69 años de inactividad. El fenómeno natural tomó por sorpresa a la población, a pesar de que el Gobierno había recibido advertencias por parte de múltiples organizaciones desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica”.
Cercanos
Los padres participan en las actividades. Luz Amanda Jiménez forma parte de la memoria oral de la región. Ella enriquece las historias para las nuevas generaciones. Tenía cuatro años cuando su pueblo se bañó en lodo, de punta a punta, y en lágrimas y dolor, de corazón en corazón.
Ella, también en video, relata: “Al día siguiente aún caía ceniza, eran días grises y pasaban muy rápido. Salí a buscar a mi familia entre los muertos que llegaban en zorras (carretillas tiradas por caballos)”.
Luz Amanda agrega reflexiones. Una: “Esta tragedia no respeto género, edad, estrato social, ni condición. Los muertos quedaron en una fosa”. Dos. “Omaira Sánchez nos dejó una lección de luchar hasta siempre, de no rendirnos nunca”. Y tres: “Esto que pasó lo llevamos en nuestras mentes, y aún duele”.
Otra estrategia para replicar el suceso tuvo que ver con un intercambio entre el colegio Jiménez de Quesada, de Armero-Guayabal, y el Gimnasio de Los Andes de Bogotá. “Los chicos de Bogotá eran de undécimo y llegaron por un año como parte de su labor social”, recuerda la profesora.
Explica que como parte del trabajo realizaron una exposición de fotografía, que dejaron en el Jiménez de Quesada, luego de visitar las ruinas de Armero y de escuchar relatos de sobrevivientes o de familiares de estos.
Francisco Farfán, del grado 6-2, grabó en el corredor de su casa y bajo la lluvia su mensaje para enviar a clase de la profe. Sacó su cuaderno de español y leyó un párrafo. “... vimos que la gente decía: ´yo quedé solo´. Otros decían ´se llevó a mi mamá y a mi papá´”. El estudiante pasa a otra hoja y continúa: “Abrimos la puerta de la casa y esto se llenó de niños, y así la pasamos el resto de la noche..”.
Es la manera como en cuadernos, en pinturas, en fotografías, en escenas, en videos y en otros medios como la maestra ha logrado que se reconstruya el paso a paso, el minuto a minuto de algo tan doloroso como inolvidable.
Ella expresa: “En la época que estuve en el colegio Fe y Alegría aprovechamos que aún había muchos protagonistas y muchos dolientes en Armero-Guayabal, provenientes de Armero. Mis estudiantes tuvieron la posibilidad de tener fuentes directas de los hechos”.
Harold Martínez, de 8-2, saca su celular. Allí tiene unas líneas sobre su trabajo, que incluye la riqueza del pueblo que ya no está. “Se trataba de un corazón agrícola, rico en plantaciones de algodón, maní, papa, café y ganado...”. Y concluye: “Hoy es un pueblo fantasma”.
La profesora Rubiela Roa quiere que el pueblo y el hecho histórico dejen de ser fantasmas en la memoria de los colombianos. “Lo ideal es que el Ministerio de Educación cree una cátedra obligatoria de Armero”. Por ahora, ella alista su propia crónica sobre Armero para la Red de Lenguaje, que conforman docentes del Tolima.
Los alumnos de colegios de Armero- Guayabal han aprendido sobre la tragedia de Armero con la pedagogía de la maestra Rubiela Roa
Armero-Guayabal *
-Se encuentra ubicado en la parte centro-occidente del municipio de Armero.
-Lo cruza la carretera nacional.
-Está enclavado en la vertiente oriental de la Cordillera Central de Colombia, en un amplio valle formado por los ríos Lagunilla, Sabandija, Cuamo y Magdalena.
-Toma sus aguas de las cimas nevadas del Nevado del Ruiz y de la Cordillera Central.
-La población de Guayabal es la cabecera municipal del municipio de Armero, y es el centro urbano y administrativo del municipio. Más del 50 por ciento de su territorio es fértil y dedicado a las actividades agropecuarias, con un alto nivel de calidad y de tecnificación.
* Datos de la Gobernación del Tolima.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015