COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Queriendo suplir miles de interrogantes y con el deseo de ampliar la información que amerita un tema como la creación de uno de los grupos armados al margen de la ley más sanguinarios y temidos por la sociedad civil, los paramilitares, el magistrado del Tribunal Superior de Bogotá, Eduardo Castellanos, emprendió una serie de audiencias temáticas en las que por horas escucha a varias personas que de una u otra manera vivieron de cerca la creación de los citados grupos.
La pretensión de esta clase de procesos es ahondar sobre el paramilitarismo en Colombia, pero encontrar esa verdad implica muchas cosas, tendría que partirse básicamente desde dos aspectos: el contextual y el global.
De esta manera se entenderían las razones del conflicto, su dinámica, las etapas como estos grupos, que desde hace muchos años sembraron el terror en el país, ocuparon un puesto en la sociedad colombiana, como se enraizaron en el sector político, económico, social, entre otros.
A mediados de la década de los 70, ganaderos, campesinos y agricultores vivían constantemente hostigados y acechados por la guerrilla colombiana, y fue a raíz de dichas amenazas guerrilleras y de que el gobierno no otorgaba la suficiente seguridad, que tanto ganaderos como campesinos determinaron tomar por sus manos la defensa de sus terrenos y ganados, fue allí que se conformaron los primeros grupos paramilitares, mas llamados, Auto Defensas Unidas de Colombia, (Auc).
Sin embargo, para las decididas Auc no fue fácil apropiarse de su propia defensa, palos y escopetas fueron sus primeras armas. La defensa se complicaba, ya que por su parte la guerrilla utilizaba armas que terminaban por afirmar una vez más su control sobre la zona.
La llegada de Klein
Pero mientras el grupo de campesinos y ganaderos trataban de defenderse, el Ejército, a su vez, buscaba los métodos y la manera de apoyar a los llamados paramilitares, ya que tampoco daban con los hostigamientos guerrilleros, fue entonces que en medio del plan de fortalecimiento, que a mediados de los años 80 llegó a Colombia quizá uno de los personajes mas importantes en la historia del conflicto en el país: el exmercenario israelí Yair Klein.
Klein, organizó, instruyó, disciplinó y se convirtió en el gran maestro, como ellos mismos lo llaman, de los paras. Por su influencia en estos grupos, su testimonio no podía pasar por alto en las audiencias temáticas.
Fue por eso que esta semana fue escuchado en dos sesiones por el magistrado Castellanos. Allí, expectantes, todos los asistentes a la diligencia judicial escuchaban cómo el exintegrante del Ejército de Israel narraba que llegó al país con el único propósito de enseñar técnicas de defensas a un grupo de personas que estaban siendo atropelladas.
“No vine a enseñar a matar, vine a enseñar técnicas de defensas, de protección”, dijo Klein, siendo consiente de que sus enseñanzas surtieron otro efecto. Con ellas se dio vida a una serie de sanguinarios hechos y a miles de masacres, los palos pasaron a un segundo plano, los campesinos ya no tiraban piedras, ellos aprendieron a descuartizar, su defensa era a muerte.
Los entrenamientos
Yair Klein hizo tres cursos de entrenamientos, él mismo seleccionaba a las 30 personas que integrarían los grupos. Desde Israel, vía teleconferencia, narró esta semana que por cada curso cobraba 70 mil dólares, con ese dinero cubría los gastos de algunas de las personas que lo acompañaban desde Israel a Colombia. El mercenario dejó claro que nunca utilizó armamento israelí para los entrenamientos, todas municiones y armas, según él, eran suministradas por el Ejército de Colombia.
Igualmente, explicó que el pago de los tres cursos se lo hicieron con dinero en efectivo.
Del primer curso, aseguró que el pago lo recibió en Bogotá de manos de un senador y una asociación de ganaderos, aunque no especificó el nombre del congresista ni tampoco el de la asociación.
Entre tanto, el segundo pago se lo hizo un señor de nombre Luis Meneses, quien le llevó el dinero hasta Jerusalén (Israel). Por último, el tercer pago se lo hicieron en Puerto Boyacá.
Durante todo este mes, los magistrados del Tribunal estarán escuchando uno a uno los testimonios de quienes ellos consideran importantes para construir tal y como Castellanos lo menciona, memorias históricas del paramilitarismo colombiano.
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