
Se ha vuelto habitual en Pamplona, días antes de la Semana Santa, desempolvar, retocar y arreglar los santos o imágenes que salen en las diferentes procesiones de los templos de Las Nieves, El Carmen, El Humilladero, San Francisco y la Catedral.
Es un trabajo que se realiza desde hace más de 460 años, cuando los colonizadores españoles trajeron a estas tierras la fe católica y las primeras representaciones a las que hoy la feligresía les rinde culto.
El otro domingo, después de la última salida, santos, vírgenes, apóstoles, ángeles, romanos, estandartes y demás parafernalia utilizada en los recorridos, son llevados a los cuartos de San Alejo de cada una de las parroquias. Allí se cubren con mantas y forros para protegerlos de la humedad y el sucio.
Así pasan un año y cuando se aproxima la Semana Santa, empieza el trabajo de los párrocos, monaguillos y los mayordomos, estos últimos compuestos por familias que tradicionalmente se dedican al arreglo de determinados pasos.
Es un trabajo que viene de generación en generación. Son ellos quienes con recursos obtenidos de rifas, aportes propios y otras actividades, limpian, retocan y visten las imágenes para que salgan impecables en los recorridos.
Los costos de los arreglos no son difundidos y lo guardan en secreto. De todas maneras lo hacen con mucha devoción.
Las que están afectadas o averiadas se someten a reparaciones por expertos, como es el caso del escultor y pintor Fabio José Buitrago Santafé.
Las imágenes se dañan por el trajín, el agua lluvia y polvo que reciben en los diferentes recorridos, tanto de día como de noche.
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