
Colprensa | LA PATRIA | Bogotá
La participación política de las Farc es un tema espinoso. Aún hay quienes rechazan el hecho de que lleguen a tener algún tipo de poder; otros lo aceptan en favor de la paz, pero dicen que se tiene que permitir con reglas claras.
Mientras en Colombia se discute, parece que en La Habana encontraron una fórmula para eliminar el debate de “las curules a dedo”.
Aún falta conocerse cuántas serán las Circunscripciones de Paz que se acordaron con el grupo guerrillero para la Cámara de Representantes, al menos eso ya es un hecho. Ahora estarían hablando de esa participación directa de las Farc que les molesta a muchos y estarían terminando un nuevo acuerdo.
Ante ese escenario, el profesor Frederic Massé, de la Universidad Externado de Colombia, plantea que podría verse bien ese tipo de discriminación positiva, siempre y cuando las garantías también se les ofrezcan a los movimientos minoritarios.
El director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, Iván Garzón, plantea una equidad con las minorías, y recomienda que quienes ingresen no sean los dirigentes del grupo guerrillero.
Claro que, para Garzón, faltaría un poco de olfato político del grupo insurgente: “Las Farc deberían pensar en un tiempo de transición entre su desmovilización y su participación en un órgano de tanta visibilidad como el Congreso y que más bien las alianzas con partidos y movimientos afines podrían darles un resultado similar sin el costo de profundizar un rechazo popular que, según las encuestas, sigue intacto”.
El número
El debate sería el número mínimo de curules que se les garantizaría. Para Massé si se les aseguraran 10 hay que relativizar la influencia que podrían tener en el Congreso de la República.
“Las Farc, o los movimientos afines a él, con 10 senadores pueden influir en la política si se buscan alianzas, aunque no hay que exagerar el papel que podrían tener, como tampoco minimizarlo”, afirma.
Y si, por el contrario, fueran solo tres, destaca que la representación sería más simbólica.
John Mario González, columnista y profesor, afirma que se tendría que considerar también es por cuántos periodos se permitirían dichos seguros, aunque la situación le sigue pareciendo antidemocrática.
Con este escenario, la representante de Alianza Verde Angélica Lozano -quien cuestionó la propuesta de la Fundación Paz y Reconciliación sobre las curules que se le deberían dar a las Farc en el Senado-, le parece razonable que reciban tres y de ahí para adelante que se ganen los votos.
“Jugando limpio, partidos políticos como el Polo y el Verde, cada uno, tiene cinco curules y jugar limpio implica 10 y 12 años de trayectoria”, concluye.
La amnistía y ¿quiénes serán los políticos?
Otra de las presiones que se siente en la mesa, es la Ley de Amnistía que piden las Farc como un seguro del proceso de paz. Para ellos, desde ya el Congreso debería empezar a tramitar dicha normativa que tendría que hacer el Gobierno Nacional, pero para el profesor Frederic Massé, no se hace por las críticas que genera en la opinión pública y en la oposición. “Sin tener la certeza de que se van a desmovilizar y sin saber si el plebiscito se aprueba; si se pierde, ¿entonces qué se haría?”.
Esa duda se solucionaría con la posición de la representante Angélica Lozano, quien afirma que podría ser viable, siempre y cuando su vigencia sea condicionada a la aprobación del plebiscito para la paz.
De los jefes guerrilleros se sabe que tendrían que entrar al proceso de justicia transicional y una vez cumplan con sus penas podrían hacer política. Pero para ese mismo fin y sobre todo con la cuestión del seguro jurídico el problema sería entonces para los guerrilleros rasos y “presos políticos”, es decir, los que están en las cárceles del país.
Aquí, coinciden en decir que se requiere buscar generar confianza entre las partes para poder avanzar, claro que en materia de tiempos con miras al plebiscito adelantar la Ley de Amnistía sería casi un esfuerzo inoficioso.
De acuerdo con los analistas, los que deberían participar en política serían los cuadros políticos de la guerrilla. “Hay tres grupos: los que están incursos en delitos de lesa humanidad; luego los guerrilleros acusados de sedición, rebelión, asonada y porte ilegal de armas, y quizás también por narcotráfico; y el tercero, que es el de simpatizantes de ellos, incluso cuadros políticos que tienen en las ciudades”, explica González.
Estos últimos, para él y para Iván Garzón, serían quienes deberían llevar la representación de las Farc entrando en el escenario de paz, para que la opinión pública tenga tiempo y paciencia ante la transición del grupo armado, a un nuevo movimiento político.
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