SEMANA | LA PATRIA | MANIZALES
Los bajos precios internacionales del café le siguen amargando la vida a los cultivadores del grano en el país. El martes 12 de marzo la Bolsa de Nueva York registró el precio más bajo para este producto desde el 2013, al cotizarse a 96 centavos de dólar la libra. Para muchos cultivadores, ese precio ni siquiera cubre los costos de producción.
La crisis llevó a los cafeteros a pedirle un plan de apoyo al Gobierno para sostener el precio interno cuando baje de $700.000 la carga de 125 kilos. También los tiene renegociando deudas con el Banco Agrario por $1,08 billones, 9,35 por ciento de ellas vencidas.
Medidas
En esta coyuntura, la Federación Nacional de Cafeteros encabeza una rebelión para desligar sus precios de venta de las cotizaciones de referencia que a diario publica la bolsa de Nueva York.
La decisión parte de un razonamiento: los cultivadores deben vender a precios justos pues los actuales no compensan los costos de producir, mientras las empresas que conforman la cadena de valor –cafeterías, comercializadores y tostadoras mundiales– tuvieron utilidades históricas en 2018. Una paradoja en un mercado que cada vez lanza más campañas de sostenibilidad.
Todo indica que en la temporada 2018-2019 el mundo producirá 167 millones de sacos, frente a un consumo de 165 millones. Además este superávit se suma al de la cosecha anterior, estimada en unos 10 millones de sacos según expertos de Volcafé, la unidad de negocios de la multinacional de productos agrícolas ED&F Man, citada por Bloomberg.
En estas cifras la mayor producción en Brasil juega un papel clave pues venderá casi 60 millones de sacos con una ventaja adicional: tiene una tasa de cambio tan favorable que los precios internacionales le siguen beneficiando. Y mientras los costos de producción y la devaluación del real les favorezcan, es probable que los caficultores brasileños sigan aumentando sus siembras.
El diario Financial Times asegura que los bajos precios del grano han empezado a pasar factura a los productores que tienen los costos más altos. En Guatemala, Colombia, Costa Rica y Perú muchos cultivadores han abandonado las fincas dedicadas a este cultivo o se han pasado a otros. Lo cierto es que Brasil produce en zonas planas de mayor productividad porque permiten mecanizar las labores. Pero los demás países de América Latina siembran en ladera, que exige usar en forma intensiva la mano de obra.
Las noticias de la próxima cosecha no resultan alentadoras para los caficultores. De acuerdo con la agencia de noticias Bloomberg, para la cosecha 2019-2020 habría un déficit cercano a 3 millones de sacos, que cubriría ampliamente el superávit de la actual cosecha. Esto implica que para comercializadores, tostadores y cadenas de cafeterías habría suficiente oferta para escoger.
Los precios internacionales no compensan los costos de producción en países como Colombia, Perú y Costa Rica. Por eso el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, ha lanzado una cruzada para ganar apoyos y cambiar las reglas de juego en la venta del grano.
El otro lado de la cuerda
La creciente producción cafetera tiene a los cultivadores en una temporada de vacas flacas. Pero el consumo de la bebida sigue creciendo en el mundo a un saludable 2 por ciento. Esto beneficia a los comercializadores, las cadenas de cafeterías y los tostadores del grano, que pasan por un buen momento.
En este grupo están los grandes transformadores, como la suiza Nestlé, con cerca del 20 por ciento del mercado, JAB Holding de Luxemburgo con 12 por ciento, seguidas de la italiana Lavazza, las estadounidenses J.M. Smucker y Kraft Heinz y la alemana Tchibo.
Solo en el caso de Nestlé, las utilidades del año pasado habrían crecido más del 40 por ciento, con un extenso portafolio de productos entre los cuales se encuentra el café.
El presidente de Nestlé en Colombia, Antonio Núñez, asegura que aunque su compañía es una de las más importantes transformadoras de café, no está definiendo el precio del grano. “Nosotros compramos un 8 o 9 por ciento del grano comercializado en el mundo. Es decir, es impensable que una empresa, por grande que sea, que solo compre ese porcentaje del café, pueda fijar los precios”.
También las cadenas de cafeterías han desarrollado programas de sostenibilidad para apoyar a los caficultores. Starbucks de Estados Unidos, así como Costa Coffee o Pret a Manger en Europa, invierten en programas sociales para mejorar la calidad de vida de los cafeteros.
Guillermo Trujillo, experto en estos temas, asegura que no se puede culpar de la crisis actual de precio a las empresas que conforman la cadena de valor. Explica que la ley de oferta y demanda define el precio del grano y que si los productores deciden sembrar más, como consecuencia lógica bajan los precios.
La baja en los precios del café puede durar mucho. Mientras haya productores que encuentren incentivos para aumentar sus cosechas, la caída se prolongará. Solo al mejorar la competitividad y reducir los costos, los caficultores colombianos podrán pasar este trago amargo.
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