Durante este tiempo se han abierto 5 casos en los que hay reconocidas unas 32.000 víctimas. Avances mínimos en materia de amnistías, lo que afecta la reincorporación de exguerrilleros a la sociedad. Desafíos.
Luis Francisco Arias B.
LA PATRIA | Manizales
Un año después del arranque de la nueva Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), con la que se pretende juzgar a los actores del conflicto armado en Colombia, la conclusión es que desde un comienzo afronta enormes dificultades.
Los avances en amnistías y reconocimiento de verdad, por ejemplo, que son los aspectos en los que tiene mayor actividad la JEP, son realmente mínimos.
Llama la atención el bajo número de amnistías concedidas, ya que de las 560 solicitudes que relacionan a 619 personas apenas parece reportada la concesión de una, lo cual contrasta con 7.400 que fueron concedidas directamente por el Ejecutivo, y los 232 indultos proferidos en la época del expresidente Uribe (Ver Infografía). ¿Qué trabajo están desarrollando los integrantes de la sala encargada de tramitar estos beneficios?
Hay que tener en cuenta que una plena reintegración a la sociedad depende en gran parte de las posibilidades de incorporación al mercado laboral, lo cual se dificulta con cuentas pendientes con la justicia o con antecedentes judiciales.
Un entorno desfavorable
La falta de respuesta oportuna del Estado que no acudió rápidamente a colmar de institucionalidad los territorios dejados por las Farc, la omisión de la contundencia militar al enfrentar los grupos armados ilegales que coparon dichas áreas del país que siguen lucrándose del control de economías ilegales, aunado a la falta de impulso a la política de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos ha motivado lecturas como la de la Cruz Roja Internacional, según la cual el país vive cinco conflictos armados diferentes a la vez en la actualidad del pos-acuerdo.
Con todo, el panorama en que el asesinato de líderes sociales, la desaceleración de la restitución de tierras, el fracaso en el otorgamiento de las curules a las víctimas, las iniciativas para recortar y hasta terminar la JEP, muestran grandes nubarrones para su futuro próximo; con un mensaje pésimo de confianza hacia un Eln que recae en la desesperanza del terrorismo.
En medio de este escepticismo se espera que la JEP se legitime con decisiones rápidas que respondan a la expectativa de justicia anunciadas con bombos y platillos al presentar las bondades del Acuerdo de Paz, y que no se pierda en el laberinto del tiempo o caiga en la tentación de las vanidades personales.
Primero las víctimas
Para el Instituto Internacional de Justicia Transicional, los principales retos de la JEP están relacionados con la producción oportuna de decisiones que satisfagan el derecho de justicia de las víctimas y la creación de un mecanismo idóneo de verificación del cumplimiento de las sanciones que imponga la jurisdicción.
Los integrantes de la JEP deben tener claro que compiten con el tiempo y contra un alto nivel de incredulidad frente a sus posibilidades reales de aportar a la reconciliación, y por tanto, que deben producir señales suficientes y oportunas de su vocación real de transformación del país, o de lo contrario, en vez de ser un sistema modelo para el mundo que espera su éxito para copiarlo y adaptarlo a múltiples conflictos armados que esperan enrutarse por la vía del diálogo, terminará sus días en el desprestigio que su incapacidad les genere, con una gran deuda para la historia que pudo ser contada desde Colombia para el mundo.
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