EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Cali, la ciudad más importante del Pacífico colombiano, se convirtió en una olla exprés en su máximo de ebullición, sitiada por el descontento social, los bloqueos en distintas zonas que se mantienen desde hace 15 días como símbolo del paro nacional, el desabastecimiento de combustible y alimentos o los saqueos y la inseguridad.
El toque especial en este caldo lo ha puesto desde el fin de semana pasado la incursión armada de civiles en los puntos donde se concentran quienes protestan por lo que consideran desafortunadas decisiones gubernamentales.
La escena más aterradora se vivió el domingo cuando en videos quedó registrado el uso de armas automáticas y de largo alcance por supuestos habitantes de Ciudad Jardín contra la minga indígena.
Quienes salieron en defensa de los civiles armados alegan que estas personas se intentan proteger de los bloqueos y de saqueos que supuestamente están realizando comunidades indígenas provenientes del Cauca.
La "mafia de camisas blancas"
Efectivamente, en algunas de las zonas donde viven las familias más privilegiadas de la tercera ciudad más importante de Colombia, los vecinos cuentan que hay asambleas para organizar "redes de seguridad civil".
"No vamos a permitir que los vándalos sigan destruyendo nuestro patrimonio", dice un hombre que prefiere mantener el anonimato y que revela que entre sus dotaciones hay una subametralladora uzi. Un arma que, según el registro de precios de la Industria Militar (Indumil), alcanza los doce millones de pesos.
En las unidades residenciales ahora se convoca para la organización de lo que algunos consideran grupos paramilitares como si se tratara de una reunión para una fiesta infantil. Los aportes son pistolas, revólveres y fusiles. El servicio incluye patrullaje a las calles de las barriadas.
También se conoce de un grupo de WhatsApp llamado "Cali Fuerte", con 150 integrantes que planean "estrategias" para remover los bloqueos en la ciudad.
Un problema de armas
Cali es una ciudad violenta, casi que por naturaleza: en el primer trimestre de este año, las autoridades contaron 243 asesinatos, y en 2020, la tasa de homicidios fue de 45,1 por cada cien mil habitantes, una de las más altas de Colombia.
Los reportes de las autoridades se explican mejor si se tiene en cuenta que en la ciudad se mueve, en promedio, un arma por cada tres muertes violentas.
El alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, comenta que los muertos en un día normal en Cali se cuentan en la misma proporción en la que se han contado los asesinatos de los últimos días de protestas: 5 o 6 casos.
El terror del paramilitarismo
El temor a las autodefensas está enquistado en el corazón de los colombianos que durante 20 años sufrieron casi 2 mil masacres en el territorio nacional que dejaron unas 12 mil víctimas, según las autoridades.
El director del área de seguridad y política criminal de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), Jerónimo Castillo, desde su lejanía en la capital del país, dice que es prematuro hablar de consolidación de nuevos grupos paramilitares.
Le atribuye el hecho a la crispación que enfrenta el país. Lo que sí reconoce es que en Colombia hay un elevado número de armas ilegales circulando y sostiene que estas no solo sirven para cometer homicidios, sino que tienen una connotación especial de intimidación.
Indígenas saldrán de Cali
La minga, como se conoce a la manifestación indígena, saldrá de Cali, epicentro de las protestas que se han prolongado 15 días, tras participar en las manifestaciones que fueron convocadas para hoy contra el Gobierno nacional. El Consejo Regional Indígena del Cauca detalló que rechaza las negociaciones que viene adelantando el Comité Nacional del Paro con el Gobierno ya que éste no representa, ni recogen a la movilización popular y que ellos en su territorio seguirán en huelga.
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