EFE| LA PATRIA
Indígenas emberas del resguardo Pichicora, que forma parte del municipio de Bojayá en el departamento del Chocó (oeste), denunciaron que están confinados por enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y paramilitares de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
"Clamamos atención humanitaria urgente de protección a la vida del pueblo embera que habita en esta región del Chocó", dijo este domingo en un comunicado la Federación de Asociaciones de Cabildos Indígenas del departamento (Fedeorewa).
Según la información, desde la noche del viernes hay combates entre los dos grupos e incluso 10 granadas fragmentarias explotaron en la localidad de Nueva Jesuralén, donde viven 37 familias.
Escudos humanos
El informe detalla que estos grupos han puesto como escudo humano en la línea de fuego cruzado a la población embera del sector, llevándolos al total confinamiento.
La Fedeorewa denunció además que los ilegales prohíben a las comunidades movilizarse hacia otros lugares donde puedan refugiarse de los enfrentamientos y son obligados a resistir en medio de las balas.
Afirman también que los botes en los que la comunidad se moviliza por los ríos de la zona "fueron inmovilizados por miembros de estos grupos" y que muy pocos habitantes "tienen la opción de hacer largas caminatas llevando a sus hijos pequeños en brazos y ancianos por las montañas".
Entre el conflicto y el coronavirus
La Federación pidió ayuda de los organismos humanitarios para que exijan el respeto a la vida en momentos críticos para las comunidades indígenas y afros del país por la emergencia sanitaria causada por el coronavirus.
"S.O.S. Esta es la cruda realidad que atraviesan los pueblos emberas del Chocó. Se resguardan de la pandemia, huyen de las balas y lanzan su voz de ayuda al mundo", escribió en Twitter el consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), Luis Kankui.
La comunidad embera se disponía a cumplir la cuarentena obligatoria que empezó en Colombia el pasado 25 de marzo, pero las condiciones de seguridad los obligaron a abandonar sus hogares y refugiarse en la selva.
"Muchas familias continúan allí dentro del fuego cruzado, solo 37 familias lograron huir hacia la comunidad La Piñita a la cual llegaron para resguardar sus vidas", detalló la Fedeorewa.
La entidad manifestó que los enfrentamientos y hostigamientos cada vez son más constantes y que "todas las comunidades vecinas resultan afectadas por este violento accionar".
Asfixiados por la violencia
La víspera de año nuevo sorprendió a los habitantes del caserío de Pogue, que también forma parte de Bojayá, escenario en 2002 de una de las peores matanzas del conflicto armado colombiano, con la incursión de hombres de las AGC en su territorio.
Por la denuncia de fuertes hostigamientos y el confinamiento de la comunidad, el presidente Iván Duque inició su agenda de 2020 con una visita a Bojayá en la que se comprometió a aumentar la presencia militar y la inversión social en el municipio.
Sin embargo, las denuncias de gente que vive principalmente en territorios selváticos continúan.
El líder social Leyner Palacios, sobreviviente a la masacre de 2002, dijo a Efe que en la zona la situación empeora diariamente y el alivio para estas comunidades no llega.
"Bojayá hoy es un campo de guerra y silencio", afirmó Palacios, defensor de derechos humanos constantemente amenazado por los grupos armados por denunciar la situación del departamento.
El pasado 17 de noviembre, durante la entrega a la comunidad de los restos de cerca de un centenar de víctimas de la matanza del 2 de mayo de 2002 en Bojayá, organizaciones sociales y la Diócesis de Quibdó, capital del Chocó, advirtieron al Gobierno sobre el "inminente riesgo" de que ocurra una nueva masacre en la zona.
Aquella tragedia ocurrió cuando una bomba lanzada por la guerrilla de las FARC, durante un combate con paramilitares por el control territorial de la zona, cayó en la iglesia donde se había refugiado parte del pueblo y mató a por lo menos 79 personas, aunque otras cifras hablan de 119 muertos y decenas de heridos.
Desde la desmovilización de las FARC, las AGC y el ELN, que a raíz del coronavirus declaró un alto el fuego unilateral durante todo el mes de abril, se disputan a muerte por el control de vastas zonas del Chocó por ser estratégicas para las rutas del narcotráfico. EFE
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