Han pasado dos décadas desde la repentina partida de Rafael Orozco y su voz sigue viva, tan presente para quienes lo vieron cantar en vivo o crecieron disfrutando de sus producciones, como para las nuevas generaciones que en todos los rincones del país escuchan sus interpretaciones sabiéndolo ya muerto.
Unos y otros, por estos días, visitan la tumba del célebre cantante, en el cementerio Jardines del Recuerdo, de Barranquilla.
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