
Arcadio González
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Mucho ruido, pero no de sables sino mediático, produjo la revelación que hizo el expresidente Álvaro Uribe Vélez en uno de sus tantos trinos de esta semana, cuando divulgó las coordenadas del sector de donde saldría para La Habana (Cuba) otro grupo de negociadores de las Farc.
Si bien el alto mando militar desmintió a Uribe al descartar que la filtración la hubiera hecho el Jefe de Operaciones del Ejército, general Javier Rey Navas, mencionado en el trino, son evidentes las resistencias que dentro de las propias Fuerzas ha despertado el proceso de paz en curso.
Aunque el general Alejandro Navas, comandante en Jefe de las Fuerzas Militares, negó cualquier asomo de división en la cúpula castrense y mucho menos de ruido de sables, tal como advirtió la senadora Piedad Córdoba -quien, incluso, habló de golpe de Estado y dijo temer por la vida del presidente Juan Manuel Santos- la molestia sigue latente.
De hecho, un alto mando militar le aseguró a Colprensa que “si existió alguna filtración es un acto individual de quien lo hizo, nada que ver con la institución”, y reiteró que la orden es una sola: “nadie puede hablar más del tema”.
Expertos que conocen como nadie la filosofía y dinámica militares aseguran, sin embargo, que la revelación de Uribe es apenas una muestra del descontento interno que existe en un sector militar, especialmente por la confidencialidad que ha tenido el proceso de paz por orden expresa del presidente Santos.
Uribe, el civil
Será determinante la investigación interna que inició la Justicia Penal Militar para establecer responsabilidades frente a la filtración de información de seguridad nacional.
De comprobarse que la información la filtró un alto oficial, enviaría un mensaje preocupante para el Gobierno. Así lo considera el analista y coronel en retiro del Ejército Carlos Alfonso Velásquez. “Sería francamente incomprensible que un oficial de alta graduación esté filtrando ese tipo de información a un civil como el expresidente Uribe. Es como si el alto mando estuviera trabajando en equipo con un civil que, por muy apreciado, no tiene por qué acceder a este tipo de información”, destaca el catedrático.
Claro que los expertos le dan credibilidad a Uribe cuando afirma que esa información se la enviaron al correo electrónico. Al respecto, el excomandante de las Fuerzas Militares, general Harold Bedoya Pizarro, explica que la información reservada “pasa por las manos de medio centenar de oficiales y suboficiales de División, de Brigada, de batallones y de la tropa, y en cualquier punto de la cadena de mando se pudo haber filtrado”.
Molestia política
Los observadores le restan importancia a esta filtración como posible conato de golpe de Estado y de ruido de sables, como advirtió la exsenadora Córdoba. “Una situación como esta no da para nada, ni siquiera vale la pena analizarla”, afirma el general Bedoya.
En ese sentido, el catedrático Alfredo Rangel Suárez, director de la Fundación Seguridad y Democracia, considera que la molestia, más que del alto mando militar, es del Gobierno. “Si se comprueba que la filtración la hizo un alto oficial se demostraría que no toda la cúpula está de acuerdo con esas negociaciones de paz”, explica.
El analista, incluso, habla de una “molestia muy grande en un amplio sector de la Fuerza Pública” por la manera como se están manejando los temas de seguridad nacional y los diálogos en La Habana (Cuba).
“El ejército está muy desmotivado por las concesiones que se les están haciendo a los terroristas y por el mensaje equivocado del presidente en la lucha contra el narcotráfico. Eso es lo que manifiestan los generales, los coroneles, los soldados”, afirma el experto.
Javier Torres Velasco, catedrático y experto en seguridad nacional, también habla de una “profunda molestia política” del generalato, pues dice que con el proceso de paz también está en juego el futuro de las Fuerzas Militares.
“El alto mando se debe estar preguntando cuál será su papel en el futuro, en caso de firmarse un acuerdo de paz. En la mesa se están discutiendo temas de Justicia Penal Militar, del fuero militar y de la justicia civil, etc. Son cuestiones muy amplias y complejas con las que no todos los generales deben estar de acuerdo”.
Por ahora la inteligencia militar está tras la pista de quien le entregó las coordenadas a Uribe, al punto de que el comandante del Ejército, general Sergio Mantilla, le pidió al oficial que lo hizo que diera un paso al costado y le advirtió que está a tiempo de reconocer su error. “El lema del Ejército es Patria, Honor, Lealtad”, recordó el oficial. En cualquier caso, los resultados se verán pronto y los mismos dirán quién tiene la razón.
¿Ruido de sables?
Los expertos consultados por Colprensa consideran que las afirmaciones de Piedad Córdoba son exageradas. Recuerdan que las Fuerzas Militares de Colombia han guardado una reconocida tradición civilista, y son consideradas de las más leales en América Latina a pesar del golpe de estado de 1954.
“La mejor demostración de la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil se dio el martes, durante la Marcha por la Paz: la tropa entera completamente alineada detrás del Presidente. Es una demostración de que el alto mando está dispuesto a seguir las directrices presidenciales”, sostiene Javier Torres Velasco, experto en seguridad nacional.
Con todo, en las últimas décadas el país ha vivido dos momentos aciagos que se asimilaron al famoso ruido de sables, aunque afortunadamente para la institucionalidad fueron superados sin mayor problema.
El primero se vivió en 1998, cuando el entonces ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda Caicedo, renunció al cargo porque perdió la interlocución con el presidente Andrés Pastrana por cuenta del proceso de paz en El Caguán. En esa oportunidad se registró la renuncia en cadena de más de tres mil mandos medios, incluidos algunos pocos oficiales de insignia, que respaldaron más al ministro que al Jefe del Estado.
El segundo caso se vivió en la administración de Ernesto Samper, durante el proceso 8 mil. La cúpula castrense se dividió entre respaldar a la persona del primer mandatario o a la figura constitucional del presidente de la República. En ambas oportunidades la situación no pasó a mayores.
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