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En una semana, prácticamente, en Cali se presentaron tres atentados sicariales con una particularidad: todos fueron perpetrados desde motocicletas.
El viernes 15 de febrero, en el barrio Valle del Lili, Irne Torres, gerente del Hospital Universitario del Valle, HUV, su conductor y su escolta, fueron atacados por hombres armados que se movilizaban en moto. En un video, que rápidamente circuló en redes sociales ese día y que hoy es analizado por las autoridades, quedaron grabadas tres personas que iban en uno de estos vehículos tras presuntamente cometer el ataque.
Días después, el miércoles 20 de febrero, en el barrio Los Álamos, dos sicarios en moto atacaron al juez 22 Penal Municipal, Jorge Eliécer Ospina Tamayo, mientras caminaba por una calle. Los hombres le dispararon en dos ocasiones a la altura del estómago y huyeron en la motocicleta, como también quedó registrado en un video.
Y el último sucedió el jueves pasado, en el sur de la ciudad, donde personas a bordo de una camioneta fueron atacadas con disparos. El atentado, que dejó un herido, fue cometido por dos hombres a bordo de una Yamaha Crypton de color rojo.
Pero también ha pasado en episodios de hurtos. En enero pasado, en un retorno a la altura de la Avenida Circunvalar con 36, suroccidente de Cali, en la cámara que tenía un casco de un motociclista quedó grabado el momento en que llegan varios hombres en moto a robarlo a él y a otras personas que estaban en unos carros hablando tras un leve accidente.
En el lugar, dicen vecinos, es común este tipo de robos en motocicleta, sobre todo en horas de la noche, cuando hay poca presencia de la Policía. Los casos ocurren con varias motos, incluso violando la prohibición del parrillero hombre y sin cascos.
Ante la recurrencia de los casos con esta característica, la ciudadanía ha mostrado preocupación por la problemática, que se presenta en atentados, homicidios y hurtos.
La preocupación, entonces, no es infundada: el año pasado, según el censo delictivo de la Fiscalía, entre marzo y octubre se registraron en la capital del Valle 7198 denuncias de hurto a personas. De ese total, 3353 robos fueron cometidos desde motocicletas. Y de esa cifra, en 2103 ocasiones hubo parrillero. Algo así como 62 hurtos por semana perpetrados desde moto con pasajero.
También pasó con los asesinatos: de las 1161 muertes violentas registradas en el 2018 en la ciudad, 219 fueron con agresores en motocicleta.
Aunque es claro que la gran mayoría de los motociclistas no utilizan este vehículo para delinquir, los prejuicios hacia ellos resultan inevitables.
Por eso, la ciudadanía utiliza diferentes estrategias -como mantener los vidrios arriba, no dejar espacio entre el andén y el carro, y esconder el celular- para evitar ser víctima, por qué no, de los delincuentes motorizados.
Por ejemplo Mónica, quien fue asaltada dos días consecutivos por hombres en moto, se pregunta mentalmente cada vez que se le acerca uno o dos personas en estos vehículos que si será que la van robar. “Es posible que solo quieran preguntarme algo, pero huyo de inmediato porque les tengo pánico”, dice.
Dato
El parque automotor registrado en el Runt es de 711.502, de los cuales 220.353 son motocicletas, 480.929 vehículos y 10.220 maquinaria, remolques y semiremolques.
Del otro lado está Sebastián, un motociclista de la ciudad, que ante el temor que despierta en las vías ha optado por mirar siempre al frente cuando para en los semáforos, pues asegura que ante su presencia los conductores se asustan, especialmente, cuando está muy cerca de la ventana.
Pero cómo entender el hecho de que la moto haya pasado de ser un simple medio de transporte a convertirse en un vehículo ideal para delinquir.
Boris Salazar, profesor de economía de la Universidad del Valle, explica que durante y después de la época del Cartel de Cali fue donde se descubrió la ventaja que tenía la moto para cometer delitos y salir triunfante.
“El uso de la moto se ha generalizado bastante en la ciudad, a tal punto que muchachos muy jóvenes, que ni siquiera pertenecen a redes criminales, empiezan por su propia cuenta a hacer sus primeras ‘vueltas’ en motocicleta”, afirma Salazar.
Además, de acuerdo con el profesor, la moto es un vehículo muy económico, rápido, flexible, que se puede maniobrar en cualquier situación, que puede ir en contravía y que en medio de la proliferación de motos que hay en la ciudad puede mimetizarse fácilmente.
A su vez, Jorge Ordóñez, docente del Departamento de Estudios Psicológicos de la Universidad Icesi, dice que “las motos, al igual que las pistolas, son elementos de ostentación, de afirmación de una masculinidad fuerte, agresiva y violenta y son un medio para encumbrar socialmente”.
“La moto entre más alta cilindrada (denominación que se da a la suma del volumen útil de los cilindros de un motor), tiene mayor reputación. Por eso también en ocasiones le quitan los silenciadores, para que hagan estruendo. Esas son formas de ir ritualizando una manera de ser hombre, una manera de violentar a otros”, añade Ordóñez.
Para las autoridades, que desde hace tiempo implementan estrategias como el ‘Plan Motos’, que consiste en la instalación de puestos de control para motorizados en diferentes puntos de la ciudad, el fenómeno, con sus particularidades, continúa siendo difícil de conjurar.
El coronel Didier Estrada, comandante operativo de la Policía de Cali, dice que el ‘Plan Motos’ se hace todos los días, y todos esos días se imponen comparendos, entre nueve y doce, varios por infringir el decreto que prohíbe el parrillero hombre. “Eso lo saben los delincuentes que lo que hacen es estudiar bien a sus víctimas y cuando cometen los delitos se montan en las motos y unas cuatro cuadras adelante se bajan y toman otro método para huir”, expresa.
“Incluso, por eso el parrillero no lleva casco, porque luego de atentar contra alguien o robarlo se baja y se camufla fácil. Además, tienen ‘campaneros’ o ayudantes para que el acto salga bien. Pero no bajamos la guardia, y hacemos controles en toda la ciudad con patrullajes, requisas e identificación de personas”, acota el Coronel.
Por su parte, el secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar, cuenta que lo que hizo la Alcaldía hace poco fue emitir un nuevo decreto para controlar al parrillero hombre. Es decir, pasó de ser una infracción de Tránsito a una infracción del Código de Policía.
“Este cambio se debe a varias razones. La más importante es que el fundamento para la prohibición es una justificación inminentemente relacionada con la seguridad. Pero además, desde un punto de vista práctico, hay que reconocer que mientras los agentes de Tránsito son unos 400 en la ciudad, la Policía tiene unos 5000 efectivos para poder realizar este control”, dice Villamizar.
“Este decreto no es la panacea, ni es el que va a evitar los ataques sicariales porque el sicario se puede desplazar a pie o en otro vehículo, como ha ocurrido en varios casos, por ejemplo en el atentado del Gerente del HUV, que el sicario llegó caminando al sitio y luego escapó en moto”, confiesa el Secretario.
Las autoridades, sin embargo, dicen que entienden la frustración de la gente, e insisten en que no es fácil, en una ciudad que tiene registradas en el Runt 220.353 motocicletas, controlarlas todo el tiempo. Entonces, por ahora, solo se anuncia lo posible: incrementar los operativos de control al parrillero hombre, especialmente en los corredores estratégicos de Cali y en los puntos críticos de hurto y sicariato.
Parrillero en Cali
- La restricción de parrillero hombre mayor de 14 años en motocicleta no aplicará para el personal de la Fuerza Pública, organismos de Seguridad del Estado, Policía Judicial, autoridades de Tránsito y Transporte, entidades de emergencia y socorro, prevención y salud; instructores de escuelas de enseñanza, personas con discapacidad y personal de empresas de seguridad privada.
- El nuevo decreto eliminó la excepción a empresas de servicio público.
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