
El gesto de bondad y gratitud de Nairo Alexander Quintana Rojas, al entregarle la camiseta de las pepas rojas que lo reconoce como el ganador de los premios de montaña de la Vuelta a Francia, al ex ciclista Juan Mauricio Soler Hernández, fue el instante más sublime que sintieron miles de seguidores que le acompañaron en el recibimiento que le tributo la ciudadanía de Tunja y Boyacá.
Un momento simbólico imborrable e irrepetible en la historia del ciclismo boyacense, que hizo poner a centenares de personas con la piel de gallina y a otro tanto con el corazón en la mano quienes no resistieron tanta emoción y dejaron desgajar una lágrima por sus mejillas.
Y no podía ser de otra forma, pues para Quintana el referente en sus comienzos como ciclista, el ídolo si se quiere, fue, precisamente, el corredor de Ramiriquí quien en el 2007 se destacó como el rey absoluto de las cumbres alpinas y pirineos franceses.
Fue, sencillamente, apoteósico el recibimiento que centenares de miles de personas le tributaron a su coterráneo quien apoltronado en el bus del grupo deportivo de Movistar lo trasladó desde Bogotá hasta la tierra de la libertad.
Desde que Quintana piso territorio boyacense, las muestras de cariño, de afecto, no se hicieron esperar. Por borbotones fueron apareciendo las personas que, con admiración y cierto perplejo en su rostro, deseaban ver aunque fuera por escasos segundos al nuevo ídolo del ciclismo mundial.
Fue así como decenas de campesinos, apostados a la vera del camino, por unos minutos dejaron el azadón y el arado -herramientas habituales en sus faenas agrícolas-, para salir al paso de la caravana que traía al flamante subcampeón de la ronda gala.
En ese desfile interminable que se realizó por la Doble Calzada, no podían faltar los niños que, acompañados de sus maestros, desde tempranas horas escogieron el sitio para ondear las banderas de Colombia y Boyacá y entonar cánticos como homenaje al ciclista que se ubicó como el mejor neoprofesional de la gran Bouclé.
Y en esta caravana no podían faltar los espontáneos ciclistas, que luciendo atuendos de reconocidos equipos del ciclismo mundial, fueron los encargados de escoltar al deportista que hizo vibrar a todo un país, a todo un continente con su magnífica actuación en carreteras europeas en lo que va corrido del presente año.
Sin embargo, toda la euforia, todo el frenesí, el éxtasis represado por días en la muchedumbre estalló de júbilo tan pronto el vehículo que traía a Nairo Quintana hizo su entrada a la Plaza de Bolívar de Tunja.
Durante una hora y diez minutos, los asistentes a la sala de recibo de la capital boyacense lo recibieron con aplausos, vítores, ondeando las banderas de la ciudad y del país y haciendo sonar estruendosas vuvucelas, que se hicieron famosas en el pasado Mundial de Fútbol.
Por fin miles de tunjanos y boyacenses, agolpados en el marco de la plaza mayor de la ‘Muy Noble y Leal’ ciudad, podían tener cerca a un hijo de la tierra para hacerle el merecido homenaje por la brillante hazaña conseguida en la reciente Vuelta a Francia, en su edición número 100.
En un escenario abarrotado, las autoridades departamentales y municipales le reconocieron su esfuerzo a través de sendas condecoraciones entregadas por la alcaldía de Tunja, la gobernación de Boyacá, la Asamblea y el Concejo Municipal de Tunja.
Luego vinieron instantes en los que su familia fue protagonista especial, ya que los padres del ‘campeonísimo, don Luis y doña Eloísa, junto a sus cinco hijos, recibieron las llaves de la ciudad por parte del burgomaestre local, Fernando Flórez.
“Estoy tan emocionado como cuando lloré viendo algunas etapas de la Vuelta a Francia. Soy un muchacho de pueblo como cualesquiera de ustedes y sé lo que ustedes están sintiendo en este momento. Agradezco a todos el apoyo que le han dado a mi carrera deportiva”, expresó Nairo Quintana emocionado por lo todo lo que estaba vivenciando.
Agregó Nairo, que él es una referencia de la juventud colombiana y por esa razón se le deben entregar los medios a esos muchachos para que tengan la posibilidad de realizar su proyecto de vida.
Le hizo un llamado a la clase política para que todos en un solo esfuerzo se comprometan a trabajar en beneficio del deporte del ciclismo y de otros deportes.
“Así de esta forma, el año que viene le podemos hacer un recibimiento a otro que deportista que se destaque por sus logros”, asintió Quintana.
Acompañado del manager general de la escuadra Movistar, el español Eusebio Unzué, y de todo su séquito, Nairo Quintana, alzó vuelo como águila real y junto a sus seres más queridos tomaron rumbo al municipio de Cómbita, la tierra que le vio nacer, y unas horas después, la amable Arcabuco le esperaba con los brazos abiertos.
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