KATHERINE VEGA
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
"La determinación para alcanzar la paz la ha tenido desde el día cero y en los momentos de dificultad nos ha dicho a mis hijos y a mí que cuando uno tiene un norte claro y el rumbo claro allá se llegará. No importan los tiempos adversos, él sabe a dónde llegar y por eso estamos donde estamos", dice María Clemencia Rodríguez de Santos la mujer que por 30 años ha acompañado a Juan Manuel Santos, presidente hace seis años y ahora Premio Nobel de Paz.
La primera dama es una persona reservada, que marca límites en lo que comenta sobre su familia, pero que sí dice que después de tanto tiempo de estar juntos, sabe cuándo el presidente tiene que estar solo. Uno de esos momentos fue en la semana del 2 de octubre, que inició con el desconcierto por los resultados del plebiscito y terminó con la sorpresa del anuncio del reconocimiento del Comité Noruego.
Por eso no estuvo a su lado en un momento clave. "A las 4:00 de la mañana sentí que mi teléfono vibraba y ahora, como la tecnología cambia permanente, los Whatsapp salen de inmediato en la pantalla –cuenta sobre la madrugada del pasado 7 de octubre, día del anuncio del Nobel—, lo cogí y vi. Por supuesto, me levanté de inmediato a llamar a Juan Manuel y regresé a Bogotá lo más pronto posible".
La primera dama no estaba con el presidente el día del anuncio del Nobel, tampoco sus hijos: "Había resuelto irme ese jueves a buscar un poco de ese espacio y permitirle además a Juan Manuel espacios para él de reflexión y de trabajo, porque en esos momentos de crisis lo que hace es reflexionar y trabajar".
Claro que la coyuntura fue compleja. El mandatario jamás contempló como posible la pérdida del plebiscito que decidió hacer para refrendar los acuerdos. A Santos, conocido por ser un fanático y gran jugador de póker –pese a que ya no tiene mucho tiempo para demostrar esta habilidad en la mesa, aunque sí en su ejercicio político—, le habían salido mal sus cartas aunque tenía las mayorías políticas y el apoyo de la mitad de los colombianos que participaron en el plebiscito. La diferencia que marcó el triunfo del No fue de 60 mil votos, suficiente para lograr cerca del 50,2% de la votación, mientras que el Sí se quedó con cerca 49,7%.
De todos los años del proceso, lo dice el mismo negociador Humberto de la Calle, ver esos resultados en el plebiscito fue lo más difícil. Pero también fue la oportunidad para ver la compostura que siempre tiene Santos.
“En los momentos difíciles –ratifica María Clemencia Rodríguez— lo que nos ha demostrado a mis hijos, a mí y al país es su serenidad. Nunca pierde la cordura, por más mal momento que esté pasando; eso ha sido algo muy importante en mi familia porque, por ejemplo, ese domingo 2 de octubre estábamos derrumbados –no le puedo decir nada diferente— y Juan Manuel absolutamente sereno, controlado.
Así como les dijo, lo hizo. Tras el 2 de octubre y en medio de la gran división que se generó en el país, se abrió un diálogo que finalizó con la recolección de 400 propuestas, que terminaron resumiéndose en 57 ítems de modificación para los acuerdos firmados con las Farc. Lo que siguió de ahí en adelante ha ocurrido en tiempo récord.
El presidente convocó la renegociación con las Farc y logró sacarla adelante, atendiendo 56 de los 57 ítem planteados, aunque el texto final sigue siendo criticado por los promotores del No. Luego determinó que se hiciera la refrendación del nuevo acuerdo en el Congreso y así fue.
Vino después una discusión sobre cuándo ocurriría el Día D –que determinaba el inicio del cronograma de dejación de armas por parte de las Farc—, ante la cual Santos aprovechó un discurso público y lo fijó en el jueves 1 de diciembre. Lo último que decidió fue esperar la decisión de la Corte sobre el procedimiento legislativo abreviado para la implementación, pedido que ayer renovó desde Oslo.
Pragmático
"Lo primero que destaco es que es un demócrata. En el sentido que oye, presta atención, no toma una decisión sin primero valorar distintas opiniones", dice el jefe negociador del Gobierno en el proceso de paz con las Farc, el caldense Humberto de la Calle. Coinciden en ese concepto otras personas que han trabajado con Santos durante años.
Aunque el mandatario no tiene el carisma de otros líderes políticos, y tiende a ser introvertido, sí escucha más que el promedio de dirigentes. Pero esa mezcla en su personalidad, sería causa de que sus detractores y muchos colombianos no crean en sus ejercicios democráticos.
Quizás eso lo lleva a cometer errores, incluso el más grave de todos, el del fracaso en el plebiscito. El caso le pasó con el excanciller israelí y experto en conflictos, Shlomo Ben Ami. Como su principal asesor internacional en el proceso de paz, Ben Ami le repitió hasta el cansancio que la historia ha demostrado que los plebiscitos no son buenos y que "las que más fácilmente los han ganado son las dictaduras". Pero Santos no le hizo caso, con los resultados ya recordados.
A su asesor sí lo atendió siempre sobre los tres pasos que le recomendó para un proceso de paz con las Farc. De hecho, los siguió al pie de la letra.
Primero debía diezmar al enemigo. Sobre este punto Santos ha realzado muchas veces en sus discursos el trabajo que hicieron, como presidentes, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, quienes asumieron, respectivamente, la modernización de las Fuerzas Armadas y la lucha frontal contra las Farc.
Y con ambos trabajó, como ministro de Hacienda del primero y particularmente cerca del segundo, como ministro de Defensa. Esa pareja logró dar los más duros golpes al grupo insurgente. Desde ese Ministerio Santos ordenó, por ejemplo, el bombardeo que provocó la muerte de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, causando una crisis diplomática con ese país.
Ese antecedente demuestra, dice el profesor de la Universidad del Rosario Mauricio Jaramillo, que el mandatario no está ligado a ideologías, sino que hace lo que hay que hacer. De nuevo, un pragmático.
Lo que devuelve al trazado del proceso de paz: el segundo consejo que siguió de Ben Ami fue cambiar el entorno geográfico político. Santos se volvió "el mejor amigo de Venezuela y de Ecuador", países que fueron mediadores importantes para lograr el proceso de paz y cuyas nuevas buenas relaciones colaboraron en reducir los espacios políticos y logísticos de la guerrilla.
Y el último consejo atendido a su asesor israelí fue sobre liderazgo: aprovechar las oportunidades y la capacidad para sacar algo bueno de lo malo. Sobre ese punto no existe mejor ejemplo que lo que hizo Santos tras el plebiscito.
Su promesa
Juan Manuel Santos tiene 65 años, es lector de biografías, de las que recuerda especialmente la de Winston Churchill –primer ministro del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, periodista y gran estadista-. Fue ministro de Defensa, de Hacienda y de Comercio Exterior, cargos que por su visibilidad le ayudaron a llegar a la Presidencia.
A su primer mandato lo hizo de la mano del presidente Álvaro Uribe, pero al ejercer su cargo no siguió sus mismas líneas, lo que los llevó a una relación de opositores. Al segundo mandato llegó con la única consigna de alcanzar la paz.
Estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas (EE. UU.), realizó cursos de posgrado en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres y en la Universidad de Harvard, en la Escuela Fletcher de Leyes y Diplomacia.
Durante su vida política los amigos y contradictores han cambiado de lado o él mismo lo ha hecho, según la situación. Por ejemplo, hoy en su gabinete hay representantes de partidos críticos a sus políticas: Alianza Verde y el Polo Democrático.
Ese tipo de apoyos diversos le ha resultado trascendental, pues popularidad siempre ha sido baja, algunas veces hasta el punto de la angustia.
Según De la Calle, eso hace parte de los riesgos que ha corrido con el proceso de paz y es lo que da muestra de la valentía que tiene el mandatario: "Creo que él sabe que tiene que desafiar la popularidad en beneficio de lo que le conviene a Colombia y ese es el tipo de disyuntiva que corresponde a un jefe de Estado".
En ese camino ha aplicado a rajatabla una frase fuerte que dijo alguna vez: "Solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias".
La primera dama afirma que el sacrificio más grande que han hecho para llegar a donde están es entrar al escenario público. “No me cabe la menor duda”.
El presidente está próximo a terminar su mandato. Tras su gobierno, con el Nobel se espera que viaje por el mundo contando la experiencia de Colombia –como lo han hecho otros reconocidos con esa mención— y que cumpla lo que ha dicho que quiere hacer una vez salga del Gobierno: no molestar al siguiente presidente.
Destacado
Como político fue escalando desde su familia liberal y periodista, dueña por casi un siglo de El Tiempo, a trabajar en todos los gobiernos desde 1990.
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“Ha tenido mucho valor la sola decisión de comenzar este proceso (...) Sostengo que pasadas estas turbulencias de momento, el presidente Santos, antes de cinco años, va a ser una figura histórica para Colombia”.
Humberto de la Calle.
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