
Después del cruento ataque del ELN de esta semana, en Chitagá (Norte de Santander), en el que murieron once militares, los analistas pusieron inicialmente sus reflectores en la posibilidad de que la acción tuviera como fin presionar al Gobierno para iniciar diálogos de paz con esa guerrilla. Pero luego de que se disipara el humo de las explosiones y los disparos de la emboscada, han surgido nuevos planteamientos, que revelarían una encrucijada ante la cual está la organización guerrillera.
El contexto y las circunstancias actuales de los diálogos que adelanta el Gobierno con las Farc en La Habana (Cuba), y la aparente intención del ELN de que el Ejecutivo empiece con ellos también conversaciones, hacen pensar que el hasta ahora considerado segundo grupo guerrillero del país estaría optando por ejecutar acciones con el fin de hacerse sentir, para que lo tengan en cuenta.
Pero otras miradas sobre la situación encuentran que el ELN estaría preparándose para posicionarse con fuerza en un escenario en el que ya no estén las Farc (si se alcanza un acuerdo con el Gobierno); otras miradas indican que esa guerrilla no tiene capacidad de generar una amenaza estratégica para el Estado y que el golpe en Chitagá fue consecuencia de un grave error militar de las tropas.
"Hoy el ELN está en un momento de confusión, en el sentido de que tiene una oportunidad de presionar al Estado para verse incluido en el proceso, y que el Gobierno de Santos pueda firmar un acuerdo con los dos grandes grupos", explica Viviana Manrique Zuluaga, directora del Observatorio de Drogas Ilícitas de la Universidad del Rosario. "Pero también está frente a la inquietud de que si sale el principal competidor en la guerra contra el narcotráfico (las Farc), quedaría como dueño y señor de la ilegalidad en el país".
"Hay una inclusión en el tema de la droga indudablemente con el ELN, que tiene unas aspiraciones de fortalecerse en esa línea. Creo que es esa la encrucijada en que deben estar en este momento: van a tener todo el mercado de la droga en sus manos. Aun cuando queden células rezagadas de las Farc, el ELN también tiene la posibilidad de fortalecerse como grupo delincuencial en ese mercado de la droga", sostiene Manrique Zuluaga.
Según el analista John Marulanda, si el proceso de paz con las Farc culmina bien, esa guerrilla va a cambiar de mando y unos reductos van a seguir con el narcotráfico. "Así, el ELN pasaría a convertirse en el último de los grupos guerrilleros de América Latina que todavía estaría alzado en armas, pero en unas condiciones muy precarias: tiene cerca de dos mil hombres, sus armamentos son caseros y no tienen una real capacidad de confrontar a la Fuerza Pública".
"Entonces, están en la confusión de si se hacen parte de un proceso y presionan por un lado, o si se empiezan a fortalecer, independientemente de pensar para dónde van. Porque ellos no saben para dónde van. Es fortalecerse de tal manera que puedan lograr una posición fuerte para poder negociar con el Gobierno o que, de alguna manera, se puedan apropiar del espacio que vayan a dejar las Farc", añade Manrique Zuluaga.
La investigadora prevé que actores como el ELN, las bandas criminales y lo que en el futuro será una mutación de organizaciones delincuenciales derivadas de los rezagos de las Farc se mezclarán con los demás grupos que existen en este momento. "Creo que estamos en una mutación de lo que va a ser la delincuencia criminal organizada y del narcotráfico en Colombia", advierte.
OPCIÓN POLÍTICA O MILITAR DEL ELN
Sobre la proyección política del ELN, el exgobernador de Santander Horacio Serpa ha dicho a medios nacionales que si es cierto que se están empezando los contactos entre el Gobierno y esa guerrilla, le parecen "absolutamente equivocados y delincuenciales" los actos como el ataque en Chitagá. "El ELN debiera estar creando hechos de paz y mandando mensajes positivos".
"La ruta que está adelantando el ELN de golpear, de matar, de asaltar, para llamar la atención, para demostrar fuerza, es totalmente equivocada porque eso genera un pésimo ambiente en la opinión pública", ha dicho Serpa, con la salvedad de que entiende que el Gobierno no quiera mezclar los procesos de las Farc y del ELN. "Eso es un embolate grande porque son guerrillas diferentes, su talante es distinto, sus objetivos también, muchas veces no se entienden entre ellos, cada quien quiere en la misma mesa sacar opiniones y ventajas distintas".
Y sobre la proyección militar de esa organización subversiva, el analista Marulanda sostiene que el ELN sigue en la misma tónica de tratar de demostrar una capacidad militar que realmente no tiene.
"No tiene cómo convertirse en una amenaza de tipo estratégico para el país. Todavía puede conservar la capacidad de secuestrar a gente que está dedicada a la explotación petrolera o minera. Pero si se mira el secuestro del canadiense, es fácil ver que no es que el ELN tenga esa capacidad, sino que la compañía donde trabajaba el secuestrado no tenía las mínimas medidas de seguridad. Entonces, el ELN actúa sobre oportunidades, y eso fue lo que pasó en Chitagá", asevera Marulanda.
"La emboscada en Chitagá obedeció a una falla operacional del Ejército y no demuestra ninguna capacidad militar real del ELN", explica el analista. "El área de Chitagá es muy quebrada y exige mucho cuidado por parte de cualquier unidad militar que esté operando allá. Hubo una falla operacional en la conducción de la tropa, en el dispositivo, en la reacción y en el apoyo que se les pudo brindar".
Marulanda cree que las bajas en el Ejército se causaron con morteros o granadas hechizas. "Con una simple granada que se lance a un grupo de personas que esté reunido, pues va a causar muchas bajas. Por eso, creo que hubo una falla seria, protuberante, por parte de la tropa. Porque si hubieran estado bien distribuidos, adecuadamente ubicados sobre el terreno, esas granadas no hubieran sido tan mortíferas; hubieran afectado a uno o dos soldados, pero no a tantos".
¿DÓNDE ESTÁ EL ELN?
Para Marulanda, el ELN está muy disminuido. Tiene unas pocas unidades en el suroccidente del país, en la frontera con Ecuador, que están dedicadas al narcotráfico, y tienen otra unidad por el sur del Cesar, en la región que comunica con Norte de Santander y con Arauca.
"Por mucho tiempo Arauca fue el fortín del ELN; hoy tienen dividido el territorio con el Frente 10 de las Farc, y siguen haciendo lo que saben hacer: voladuras de oleoductos, de torres eléctricas. Es decir, sabotaje en contra de la infraestructura energética nacional", agrega.
En el caso del Catatumbo, el experto asegura que el ELN está en conjunción con bandas criminales, con miembros de las Farc y con narcotraficantes puros, todos coordinados con alias 'Megateo', para sacar gran parte de la producción de coca de esa región hacia Venezuela.
"La estructura principal del ELN ha sido el frente 'Domingo Laín', que ha estado en lo que ellos llaman el ABC (o sea, Arauca, Boyacá y Casanare), en el lomo cordillerano que da sobre esos tres departamentos., Es donde ellos se han enconchado mucho recientemente, y de donde salen los grupos que utilizan con diferentes nombres. Esa comisión 'Héroes y Mártires' nunca ha sido muy conocida y con el golpe en Chitagá ya salió un poco más a la luz pública", añade.
En este sentido, la directora del Observatorio de Drogas Ilícitas de la Universidad del Rosario dice que ese organismo está recolectando información de la Policía y el Ejército para hacer un mapa general de donde se está ubicando el ELN y por qué se está moviendo.
En todo caso han notado movimientos 'injustificados' que no se veían antes. "En zonas donde tradicionalmente el ELN no estaba, ahora sí está. Aún no hay explicación de si se trata de movimientos estratégicos o si están evadiendo a los militares, y al azar se están moviendo. Aunque siempre han estado en zonas de frontera, los vemos ahora cerca de áreas andinas, como Boyacá y Cundinamarca".
ELN, SEGUNDO ACTOR VIOLENTO
En un informe que presentó el Centro de Seguridad y Democracia de la Universidad Sergio Arboleda, relacionado con las actividades de grupos subversivos en el país durante el primer bimestre del año, el ELN aparece como el segundo actor más violento después de las Farc.
En el lapso señalado, según el informe, se multiplicaron por 15 veces los actos de sabotaje contra la infraestructura económica nacional, en comparación con el primer bimestre del año 2010, y se multiplicaron por seis veces los retenes ilegales de los grupos terroristas. Las acciones terroristas dispersas y los ataques contra la Fuerza Pública se mantuvieron prácticamente igual.
El principal grupo que atenta contra la seguridad nacional son las Farc, con el 69 por ciento de las acciones violentas, seguido por el ELN con el 8 por ciento. Las acciones de estos grupos siguen concentradas en unos pocos departamentos; los más críticos son Norte de Santander (17 por ciento de las acciones), Antioquia (15 por ciento), Putumayo (15 por ciento), Arauca (12 por ciento) y Cauca (12 por ciento). En estos cinco departamentos se concentra el 71 por ciento de los atentados contra la seguridad nacional.
El informe destaca que, por autores, la dinámica del primer bimestre de 2013 ubica a las Farc como el principal agente generador de ataques contra la Fuerza Pública, al concentrar el 82 por ciento de los casos del periodo. Sin embargo, esta guerrilla muestra un descenso en comparación con el primer bimestre del año anterior del 37 por ciento, pasando de 71 ataques en 2012 a 45 en 2013.
Le siguieron en concentración los ataques de grupos sin identificar, con el 11 por ciento, dentro de los que se cuenta a la delincuencia común y a grupos subversivos de cuya autoría específica no se tiene certeza, aumentando en un 50 por ciento al pasar de 4 casos en 2012 a 6 en 2013.
La guerrilla del ELN concentró el 5 por ciento de los ataques y mostró el mayor aumento entre 2012 y 2013 (300 por ciento) al pasar de ningún caso a tres; y finalmente las bandas criminales concentraron el 2 por ciento de los ataques del 2013 y redujeron esta práctica en un 67 por ciento pasando de 3 a 1.
A nivel departamental, las acciones ofensivas de los grupos irregulares se concentraron principalmente en Arauca con el 18 por ciento de los ataques ocurridos en el primer bimestre de 2013, Cauca, (18 por ciento), Antioquia (13 por ciento), Putumayo (13 por ciento), Norte de Santander (7 por ciento) y Valle del Cauca (7 por ciento).
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