COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Los diálogos de paz entre el Eln y el Gobierno Nacional están en su peor momento y está lejana la posibilidad de avivarlas de nuevo.
Así quedó demostrado esta semana cuando el presidente Juan Manuel Santos se mantuvo en la posición de tener el proceso suspendido y de seguir combatiendo militarmente a esta guerrilla, pese al clamor del presidente de Ecuador, Lenín Moreno, como de Ettore Balestrero, nuncio apostólico, durante sus visitas a Colombia.
Santos ha sido reiterativo en que le ha exigido a esta organización "que tenga un mínimo de coherencia entre sus palabras de paz y acciones, y que mientras no exista por parte del Eln, reanudar los diálogos va a ser muy difícil".
Sin embargo, pese a la contundencia de los mensajes, el Gobierno no se atreve a decir que hay un rompimiento definitivo de los diálogos en Quito (Ecuador), al mismo tiempo que indica que volver a la mesa es prácticamente imposible.
Diálogos difusos
Desde la culminación del cese al fuego bilateral el pasado 9 de enero, el Eln ha atacado a la población civil y a las Fuerzas Militares. Recientemente hizo un paro armado, en el que se cometieron unas 20 acciones delictivas, principalmente en los departamentos de Cesar, Antioquia, Norte de Santander, Arauca y Cauca.
Fueron los atentados contra tres estaciones de Policía en la Costa Caribe, que dejaron como saldo siete muertos y más de 40 heridos, los hechos que más han generado rechazo entre la ciudadanía y lo que llevó a Santos a suspender los diálogos el pasado 29 de enero. Desde allí, tanto la guerrilla como el mandatario no han dado muestras de retomar las negociaciones.
"El peso histórico que significa una ruptura total del proceso de paz. En este punto, suspensión significa que el Gobierno se levanta de la mesa definitivamente, pero no lo dice porque no va a cargar con esa responsabilidad, pero es muy difícil que en este punto se continúen las negociaciones": indica el subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila.
Obsesión por la paz
Esta afirmación se ha ido ratificando con el paso de los días. Recientemente Integrantes del frente Domingo Laín Sáenz, que se movilizaban en una motocicleta, interceptaron a un uniformado mientras desayunaba en un restaurante ubicado en el barrio La Unión (Arauca) y lo asesinaron.
Ante este hecho, el ministro del Interior, Guillermo Rivera, dijo que mientras el Eln continúe cometiendo acciones violentas contra la población civil y sin pactar un nuevo cese al fuego, el Gobierno seguirá persiguiendo y combatiendo a sus militantes.
Vicente Torrijos, analista político, dice que esta actitud del Gobierno significa que se puede hacer lo mismo que pasó con las Farc en su momento. "Pese a los ataques de las Farc al final pudieron sacar adelante el acuerdo de paz. Sin embargo, cualquier pacto que se firme en estas condiciones es defectuoso, porque ha sido bajo los efectos de un condicionamiento, donde a mayor aplicación de fuerza por parte del grupo armado ilegal, más concesiones obtiene del Estado".
Asegura que Santos no ha cancelado el proceso de paz definitivamente. "Él pretende terminar su gestión con dos acuerdos de paz y con el sometimiento a la justicia del Clan del Golfo. Es una especie de obsesión por la paz y así lo ha denominado el mismo presidente. El Gobierno siente que si ahora se decide por la mano dura desdibujaría la paz que siempre ha defendido".
Para el experto, cerrar definitivamente la puerta al proceso tiene un alto costo político para Santos, porque ha construido su nombre y concentrado sus esfuerzos alrededor de la paz. "Pese a que las encuestas no le marcan favorabilidad, el presidente insiste en hacer el último esfuerzo por continuar con su bandera, pero con esto está afectando la seguridad ciudadana, la infraestructura y las zonas fronterizas, porque hay mucha injerencia de Venezuela en las acciones del Eln".
Últimos esfuerzos
Mauricio Jaramillo, experto en temas políticos, opina que el Gobierno tiene argumentos válidos para no dar por terminada la mesa, porque convencer a la sociedad de este proceso y conseguir una mediación como la de Ecuador, no es fácil.
"Creo que el Gobierno está tratando de también de presionar al Eln, como ellos lo están haciendo para luego sentarse a negociar, porque les queda poco tiempo para hacerlo. Santos no ha dado por terminado el proceso, porque quiere hacer el último esfuerzo antes de cerrar definitivamente, ya que una vez se haga va a ser difícil volver".
Agrega que con las Farc desde que rompió en El Caguán, solo se pudieron plantear nuevamente las negociaciones en el gobierno de Santos. "Pasaron muchos años. Por eso si hacen una ruptura ahora, va a ser muy difícil volver a sentar a los miembros del Eln y Santos quiere, sí o sí, ser el presidente de la paz, por eso están tratando de convencerlo".
Para el analista, el mandatario no perdería el logro de ser quien firmó el acuerdo de paz con las FARC, pese a no poder lograr lo mismo con el Eln. "En este punto yo me atrevería a decir que, aunque parezca poco probable, si ambas partes hacen el esfuerzo, es posible que lleguen a un principio de acuerdo, como sucedió con las Farc", añade.
Ariel Ávila compara lo que está sucediendo con el Eln con el proceso de paz de Tlaxcala (México). "Dijeron que lo iban a suspender temporalmente y nunca volvieron a sentarse. Ya este proceso de paz está muerto y el presidente lo ha dicho. Él anunció que era muy difícil retomar las conversaciones y fue claro, pero si la gente está esperando que Santos salga a madrear, eso no va a pasar. Es un nobel de paz, que firmó la paz con las Farc".
Según Ávila, la situación no va a tener variaciones. "No veo por dónde se puede recomponer este proceso. Se va a quedar en una agonía por ambas partes, porque el Gobierno se va a mantener en su posición y el Eln seguirá cometiendo ataques. El enfrentamiento militar continuará".
Continúa explicando que con los hechos esta guerilla está esperando el otro gobierno, pero además demuestra que no comprende el momento político que atraviesa el país. "No se da cuenta que con las acciones terroristas que está cometiendo, solo beneficia a la derecha, que aprovecha la coyuntura para el debate electoral. No hay claridad sobre lo que va a pasar con el proceso de paz, porque si el presidente que llegue decide suspenderlo, no va a tener un costo político", concluye.
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