COLPRENSA | LA PATRIA | Bogotá
Varias hipótesis, igual de aterradoras, barajan algunos especialistas para explicar el papel de la contrainteligencia de la Policía en el caso del general Mauricio Santoyo. Todas arrojan, por la gravedad de este caso, una sombra de duda sobre la manera como se protege la seguridad del Estado colombiano y de los ciudadanos.
Si bien Santoyo ya aceptó el cargo que le imputó una corte de Estados Unidos de tener vínculos con grupos paramilitares, la magnitud y alcance de esa conducta es más preocupante por el hecho de que Santoyo, que llegó a ser el jefe de seguridad presidencial, pudo poner en riesgo la misma seguridad nacional de Colombia debido a la naturaleza de sus funciones.
Lo primero que llama la atención es que sus actividades ilegales hubieran pasado inadvertidas durante varios años, si se tiene en cuenta que la contrainteligencia –un servicio militar y policial dedicado a proteger la información privilegiada respecto a la seguridad de instituciones estatales–, utiliza varias tácticas a las cuales es muy difícil que se escape una situación anómala.
Por ejemplo, en cada una de las fuerzas armadas hay un equipo especialmente designado para desarrollar esa labor. Está dedicado a mirar hacia adentro y no hacia afuera, con procedimientos como el seguimiento a personas, el análisis de información sobre sus miembros, en este caso de la Policía, la verificación de sus cuentas bancarias y las de su familia, y a veces hasta interceptaciones telefónicas y de correos electrónicos para ver si hay contactos con miembros de grupos irregulares.
Voces
De acuerdo con el coronel (r) del Ejército Carlos Alfonso Velásquez Romero, profesor de Teoría Política y Conflicto Armado en la Universidad de La Sabana, el servicio de contrainteligencia, hasta hace pocos años, fue tomado “a la ligera y se miraba más hacia los subalternos, suboficiales y oficiales de menor graduación, pero nunca se sospechaba o se establecían algunas medidas para evitar las fugas de información a través de oficiales de alta graduación”.
“Ahí creo que estuvo el bache del caso del general Santoyo. No se sospechaba de él, pese a lo que ya se empezaba a saber por investigaciones y demás”, añadió el coronel Velásquez Romero.
Sobre la rigurosidad de los equipos de contrainteligencia, que ha alcanzado incluso ribetes míticos, el profesor de La Sabana sostiene que esa no ha sido la costumbre, y asegura que la rigurosidad que pudiera haber en el caso de Santoyo se aflojó por cuenta de que hay oficiales que son mirados con mejores ojos o son los preferidos de políticos con proyección.
“Como desde tiempo atrás se veía que Santoyo era un hombre mirado con especial predilección por Uribe, pues la gente no se metía mucho a esculcarle a él. Decían: ‘Si me pongo a hacer aquí alguna cosa, me echo encima a Uribe. Si es el hombre de confianza del Presidente de la República, yo qué me voy a poner a hacerle contrainteligencia’...”.
Para Alfredo Rangel, director del Centro Seguridad y Democracia, la contrainteligencia busca evitar en las propias fuerzas la infiltración del enemigo. En este caso, la contrainteligencia policial lo que hace es estar vigilante para que no haya penetraciones ni del narcotráfico ni de la guerrilla ni de los paramilitares al interior de sus propias filas.
Con respecto al caso del general Santoyo, Rangel explica que se pueden plantear varias hipótesis, pero expone dos: “Una es que haya habido una bajada de guardia de la contrainteligencia, que fue muy laxa y no hizo los análisis necesarios en ese momento de la alta oficialidad”.
La otra posibilidad que sugiere Rangel es que la propia contrainteligencia haya sido infiltrada. “Ese es el escenario más terrible, porque queda el Estado, y la Policía en este caso, totalmente desamparada y vulnerable a la infiltración de los grupos criminales”.
“El general Santoyo ha hablado de que hay varios generales involucrados. Supuestamente habrá unos más antiguos que él para que valga la pena la incriminación y la delación. Para que pueda ser objeto de rebajas en las penas, tiene que delatar, no a los subalternos, sino a los jefes. A los que estaban en el mismo o en nivel superior de él en la infiltración de la Policía Nacional para favorecer a los paramilitares y al narcotráfico”, añade Rangel.
Citados por el caso Santoyo
Para el próximo martes fueron citados a la Comisión Segunda de la Cámara de Representantes el ministro de la defensa, Juan Carlos Pinzón, el actual director de la policía José Roberto León Riaño y la exministra Marta Lucía Ramirez, para analizar cuál ha sido el alcance del narcotráfico en las Fuerzas Militares, debido al caso del general Mauricio Santoyo. El representante Telésforo Pedraza, del Partido Conservador, afirmó que es muy preocupante el caso pues según él ya hay 5 altos mandos investigados por el caso Santoyo.
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