EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Tres menores de edad fueron atacados a disparos y con machete la noche del martes cuando se encontraban en el barrio Buenos Aires de Quibdó (Chocó). Dos de ellos murieron y el tercer niño, de 11 años, quien perdió una mano y recibió impactos en el tórax y el abdomen, se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Francisco de Asís.
El ataque contra los menores refleja el deterioro del orden público que tiene hastiados a los aproximadamente 120.000 habitantes de la capital del Chocó.
La violencia en Quibdó no es nueva pero sus habitantes denuncian que nunca habían sentido tanto temor y zozobra como la que ahora los obliga a encerrarse en sus casas, evitar transitar por algunas zonas y huir desplazados a otros departamentos.
Por los asesinatos, amenazas, extorsiones y atentados de las últimas semanas contra civiles, comerciantes y policías, la ciudad prepara manifestaciones pacíficas para denunciar la incapacidad de las autoridades para controlar una guerra en la que las armas casi siempre son disparadas por jóvenes y menores de edad.
"En el caso de Quibdó tenemos una situación que desde hace varios años viene alarmando por el tema del homicidio, la presencia de bandas criminales en la zona urbana y la afectación sobre jóvenes", explica Irina Cuesta, investigadora de dinámicas del conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
Los jóvenes, víctimas y victimarios
El Chocó, una región empobrecida por la corrupción local y el abandono estatal, es disputada por grupos armados ilegales, debido a su privilegiada ubicación geográfica con costas sobre el océano Pacífico y el mar Caribe.
Sus habitantes aprendieron hace décadas a vivir con miedo porque la disputa que libran guerrillas, paramilitares y bandas del narcotráfico y la minería ilegal ha hecho de esa zona un campo de fuego cruzado.
Los menores de edad, que sobreviven sin mayores oportunidades educativas y un precario acceso a servicios básicos, son reclutados por actores criminales que los entrenan para cobrar extorsiones, robar y asesinar a plena luz del día.
El horror, denuncian en la ciudad, está enquistado en cada barrio, en algunos de los cuales las bandas imponen a balazos su ley, decretan toques de queda y deciden quién entra y quién sale.
Vivir en medio de las balas
En riesgo también están los líderes y autoridades étnicas que son amenazados a través de panfletos y víctimas de atentados como el que sufrió el pasado fin de semana un reconocido profesor de la ciudad, quien sobrevivió.
Sin embargo, la captura de los responsables de los crímenes no ha sido suficiente en la ciudad con la tasa de pobreza monetaria más alta del país.
En Quibdó circulan con frecuencia amenazas de muerte firmadas por grupos como las "Fuerzas Armadas Mexicanas" o "Los Mexicanos", una peligrosa y temida banda cuyos integrantes siguen controlando la ciudad incluso desde la cárcel.
"Los Mexicanos", que según las autoridades no tienen relación con grupos del país del que tomaron su nombre, son jóvenes de barrios de la periferia de la ciudad que se baten a muerte con el Clan del Golfo, la mayor banda criminal del país, y otras redes de delincuencia común por el control del microtráfico.
En octubre del año pasado, el presidente colombiano, Iván Duque, viajó al Chocó y anunció allí que su Gobierno aumentaría el pie de fuerza en la región, ofreció millonarias recompensas por los jefes de las bandas y presentó un ambicioso plan contra la extorsión.
Pero la respuesta militar tampoco ha resuelto los problemas de inseguridad de la ciudad porque "lo que vemos es que hay un rezago bien importante en términos de desarrollo territorial y garantías de seguridad para comunidades étnicas", explica Cuesta.
Según explicaron líderes de la región, la violencia tiene que ver además con la falta de oportunidades de centenares de jóvenes afrocolombianos que llegaron a Quibdó desplazados con sus familias de otras parte del Chocó.
"Estamos hablando de poblaciones que han sido víctimas del conflicto y además revictimizadas en sus procesos de atención y reparación", relata Cuesta y advierte que en la zona la respuesta de las autoridades es limitada, "lo que genera un círculo vicioso en el que las comunidades perciben que nada cambia", concluye Cuesta. .
El virus de la violencia
El año pasado, pese a las restricciones de movilidad por la pandemia del coronavirus, en Quibdó hubo al menos 150 asesinatos, casi el triple de los 55 registrados en 2010, según el Sistema de Información Estadístico de la Policía Nacional.
Más del 50% de las víctimas de esos homicidios, según datos oficiales, fueron menores de 30 años y algunos crímenes ocurrieron por enfrentamientos entre los grupos, venganzas y ajustes de cuentas, como lo registró en muchos casos la prensa local.
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