COLPRENSA|LA PATRIA|BOGOTÁ
Las autoridades atribuyeron a la guerrilla de las Farc el asesinato del comandante de la Policía de Carreteras en Antioquia, coronel Cristian Flórez Hidalgo, quien recibió un disparo propinado por un francotirador. La Gobernación pide que se investigue a fondo el suceso.
El alto oficial se desplazaba a la localidad de Caucasia por la vía que comunica Medellín con la Costa Caribe, pasadas las seis de la tarde, cuando el vehículo en el que viajaba con otros agentes fue atacado en el sector Palomas, entre los municipios de Valdivia y Tarazá, del bajo Cauca antioqueño.
El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, lamentó el hecho en que murió un oficial de la Policía “de una manera miserable. Nos duele en el alma cada hombre que entrega su vida”.
En lo corrido del año han muerto varios oficiales a manos de guerrilleros. El coronel Cristian Flórez es el segundo miembro de la Policía de Carreteras asesinado, el primero fue el mayor al cual remplazaba, Félix Antonio Jaimes Villamil, quien perdió la vida en un ataque atribuido también a las Farc, en el municipio de Yarumal (Antioquia) en junio del año pasado.
En esta zona de Antioquia el conflicto es histórico porque representa un importante corredor de movilidad. Allí tienen presencia el frente 36 de las Farc y la banda de Los Urabeños, que incluso han regresado luego de ser expulsados por los militares. Tarazá “tiene una alta complejidad y a la fuerza pública le ha resultado complicado lograr estabilidad por ser un sector de minería ilegal y siembra de coca”, explica el analista de la Corporación Nuevo Arco Iris Ariel Fernando Ávila Martínez.
El analista interpreta el ataque como una prueba que confirma la estrategia de las FARC de utilizar francotiradores en lugar de provocar combates o acciones que impliquen más de 20 guerrilleros. “Este tipo de hostigamientos comenzaron hace tres años en el Cauca. Es una estrategia letal, pero no por eso será una situación de quiebre estratégico”.
Por su parte, el analista político Alfredo Rangel traduce el ataque como “una forma de causarles daño a las Fuerzas Militares evitando la confrontación armada directa, un hostigamiento que busca impedirles la presencia territorial e intenta amedrentar el avance de las tropas”.
“Aunque no es una táctica devastadora que altere el balance estratégico, sí logra causar desmoralización y obstaculiza la presencia de la fuerza pública”, explica Rangel, quien además cree que hacia el futuro se seguirá utilizando este método, que requiere del “respaldo forzoso o voluntario de la población civil, que les permite tomar posiciones adecuadas en el terreno”.
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