Óscar Veiman Mejía*
LA PATRIA | MANIZALES
La puerta café y de madera, de una casa ubicada a una cuadra del Parque de la Candelaria, se abre lentamente. Surge la imagen de un hombre blanco, barbado, casi de un metro con 80 y ojos verdes. Se diría más europeo que riosuceño. Cuando habla es como si hablara Riosucio: el Riosucio tradicional y cultural, el del Carnaval, el del Encuentro de la Palabra, el de los encantadores resguardos indígenas... Y por su puesto el de las Danzas del Ingrumá, que dirige hace 39 años y que acompañaron a Gabriel García Márquez hace 31 años cuando el escritor recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo (Suecia).
Es la voz de Julián Bueno, que hila historias como los viejos juglares del occidente caldense. Pero también es la del investigador del folclore nacional, sobre todo de la región Andina y específicamente del territorio riosuceño. Por eso, más que una invitación a estar con García Márquez se trató de un reconocimiento a la recopilación, recuperación y divulgación del legado puro de la región.
La presentación de las Danzas del Ingrumá, con la delegación colombiana, en un país escandinavo, ante la monarquía sueca y otras europeas, en una ceremonia tan rigurosamente formal, se planeó en Colombia bajo una prensa que tejió un manto de dudas y hasta de posible ridículo. “Pero Gabo había dicho que no se quería sentir solo, y por nada se le dejaría solo”, recuerda Julián Bueno.
Los escogidos
En esa época existía el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), hoy Ministerio de Cultura. La directora de la entidad era Aura Lucía Mera. En su crónica “El Trópico en Estocolmo”, rememora: “las emisoras se apelotonaban para preguntarme qué haría el Instituto para celebrar este acontecimiento único e irrepetible.... sentí que el corazón se me salía y contesté que nos inventaríamos algo que rompiera todos los esquemas”.
Gloria Triana era jefe de la división de folclor de Colcultura. Su misión: escoger los mejores exponente folclóricos. En la lista quedaron Rafael Escalona, los Hermanos Zuleta, la Negra Grande de Colombia, Totó La Momposina, la Escuela de Danzas de Barranquilla, las Danzas del Ingrumá...
Para ese entonces las Danzas de Riosucio habían ganado cierto prestigio en Colombia, con Triana de testigo. Por ejemplo de 400 grupos que aspiraban a un proyecto de Colcutura para la televisión nacional, quedaron entre las 20 y luego entre las 6 mejores. Eso ocurrió en 1978. La transmisión en diferido de una hora con el grupo caldense paralizó a la población.
De ahí en adelante las Danzas quedaron en las agendas de los entes culturales del país. Seguimientos e invitaciones formaron parte de los planes. Hasta que un buen día de noviembre de 1982 Triana llamó a Julián para darle la noticia del viaje.
Bajo cero
Lo siguiente fueron ensayos y ensayos hasta escoger los 5 músicos y 16 bailarines. “El 2 de diciembre llegamos a Bogotá. Realizamos dos días de ensayos integrados y dos presentaciones. El presidente Belisario Betancur, el público y prensa que colmó el Teatro Colón dieron el visto bueno al espectáculo”, comenta Julián.
Sentado en una silla de su casa revive diversas anécdotas. “Para varios de los integrantes era su primer viaje, pues eran de resguardos indígenas. Algunos aseguraban que se protegerían del frío sueco con sus ruanas tradicionales, pero accedieron a los abrigos cuando les dije que a 20 grados bajo cero no les servirían sus atuendos típicos”.
Sigue su relato: “antes de ir a Estocolmo, fuimos a la Gobernación, no a pedir ayuda porque estaba garantizada. Le íbamos a decir que esto era muy grande y que no íbamos solo por Riosucio, sino por Caldas, como luego lo leyeron en el acto. Pero la gobernadora, cuyo nombre no quiero recordar, nos tiró la puerta en la cara”.
Agrega que otro caso sucedió con la Oficina de Pasaportes. La jefe de la época les dio una cita a los miembros de las Danzas para entregarles el documento a todos. Sin embargo, según la narración, los vaciló en varias ocasiones. “Mi única alternativa fue decirle, me voy ya para LA PATRIA. Ese fue el remedio porque de inmediato entregó muy amable cada pasaporte”.
Locura total
Reproducción / Martha Monroy/LA PATRIA
Julián Bueno señala una foto en la que está con García Márquez, entre otros personajes que asistieron a la premiación.
El 6 de diciembre de 1982 toda la delegación colombiana se subió a unos de los dos jumbos que en la época tenía Avianca. 20 horas después llegó a su destino. A los artistas los hospedaron en un buque, anclado en un muelle y convertido en hotel.
Mera escribió: “... los amigos de ‘Gabo’, los invitados especiales: Álvaro Mutis, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Álvaro y Gloria Castaño, la Tita Cepeda, Eligio García Márquez, el maestro Angulo, Gonzalo Mallarino, Plinio Apuleyo, así como Consuelo Araújo Noguera. Un verdadero caleidoscopio de seres humanos, intelectuales, bailarines, artistas, periodistas”.
La estadía en Suecia duró ocho días. En total fueron cinco presentaciones. Las Danzas del Ingrumá, orgullosas, bailaron frente a los reyes, en plena entrega del Premio Nobel, y ante unos mil espectadores las danzas del Sapo, Las Flores, Los Perros..., todas originarias de las entrañas de las pequeñas y humildes veredas indígenas de Riosucio.
La ex directora del Colcultura agrega: “Totó, la Momposina puso a palmotear a la Reina, de origen brasilero y ‘sangre caliente’. Los suecos la siguieron. Los llaneros, vallenatos y caribeños se lucieron. La Negra Grande y su voz mágica se impuso en el enorme recinto como una zaeta cristalina. Locura total”.
Puerta
Al otro día el principal diario de la capital sueca tituló: “Colombia nos enseñó cómo se recibe un Nobel”. El reto de salirse del protocolo y recibir aplausos y excelentes comentarios fue tomado como un triunfo para la delegación, pero también para la expresión artística nacional, golpeada fuertemente antes del histórico viaje.
Cuando se abre la puerta café y de madera, en la casa ubicada a una cuadra del Parque de la Candelaria., también se abre un viaje al mundo de los pequeños detalles, descubiertos por Julián Bueno, que hacen diferente y grande a Riosucio. Detrás de esa puerta se mezclan también recuerdos que juntos arman y cuentan la historia del viaje de las Danzas del Ingrumá a Estocolmo, al lado del Premio Nobel.
*Texto publicado el 8 de diciembre del 2007. En esta edición se han actualizado las fechas.
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