*Rubén Darío García Ramírez, Pbro.
LA PATRIA | MANIZALES
Para conseguir llegar a tiempo abordé el taxi. Una sonrisa cálida y sincera encontré en Juan, el taxista. Durante el camino, espontáneamente surgió un ameno diálogo, el cual desembocó en la vida de Juan y su familia. ¿Cuándo descansas Juan? Le pregunté: El día de pico y placa, respondió él. ¿Y qué haces en este día? Lavar el carro… Y a tus hijos, ¿los ves? No puedo hacerlo, pues, como es martes, ellos están estudiando. ¿Y tu esposa? También trabaja ese día. ¿Y el domingo? ¿Descansas? ¡No puedo!, debo entrar la “papita a casa”, porque de otra manera… ¿quién paga el estudio de mis hijos, y las facturas y el mercado y el arriendo… padre? Hay que trabajar, y trabajar duro… no hay tiempo de más. ¡Juan! ¿Cuándo te gozas la presencia de tu familia? Padre… no hay tiempo para esto, hay que trabajar. De inmediato se dio un escalofriante silencio… pero no pude contener mi última pregunta: ¿Juan, y si mueres esta noche, mueres feliz?
Ahora, te pregunto a ti, amable lector: ¿Si terminara hoy tu recorrido por esta tierra… ¿morirías plenamente feliz? ¿Sin remordimientos? A lo mejor te arrepentirías de no haber compartido más con los seres que amas, de no haber dicho un “te amo” a tiempo, de no haber disfrutado más el hermoso paisaje en el que has vivido por no darte cuenta de aquello que te rodeaba. Puede ser que se te esté pasando la vida… ¡sin vivir! Es decir, vives sólo para comer, para pagar facturas, para trabajar y producir dinero. Porque allí crees tú que está el sentido de tu presencia en el mundo. ¿Será esto verdad?
La Palabra de Dios hoy te cuestiona el ritmo que llevas: ¿Trabajar para qué? Acumular ¿para qué? Obtener títulos ¿para qué? Tener poder… ¿para qué? Esta cantidad de preocupaciones diarias… ¿para qué? Este estrés cotidiano… ¿para qué? ¿Por qué te preocupas por lo que vas a comer y por lo que vas a vestir? Mira las aves del cielo: no siembran, no cosechan, ni recogen en graneros, ¡pero vuestro Padre celestial las alimenta! ¿Crees que con tus preocupaciones podrás añadir un solo codo a la medida de tu vida? ¿Has visto algún funeral con coroteo? ¿Qué te llevarás cuando te marches?
El único día que tienes para ser feliz ¡es hoy! Mañana no sabemos si llegamos. Por qué perder este día si tienes un Padre que te cuida, que no te abandona, que te ama. Basta que confíes en su providencia.
No puedes dejar que el dinero ocupe el lugar que le corresponde a Dios. El dinero está al servicio de la vida, no la vida al servicio del dinero. En el apego al dinero está la raíz de todos los males. El dinero en sí mismo es un papel, un metal, es inútil darle el corazón. Pierdes tu salud, en la primera mitad de tu vida, trabajando sin descanso para tener dinero y acumular bienes y la otra mitad de tu vida, gastas lo que has acumulado procurando ¡¡recuperar la salud!! Pregúntate: ¿Para qué?... Ten esto presente ¡¡Corre tras el dinero y el dinero huirá de ti… húyele al dinero y el dinero correrá detrás de ti!! Se percibe inmediatamente ¡cuándo trabajas sólo por el salario del mes y cuándo lo haces por amor! Tú disfrutas verdaderamente la vida cuando haces lo que amas y amas lo que haces; es por esto por lo que: “Nadie puede servir a dos señores porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. ¡La vida no está asegurada en los bienes”!
* Miembro del Equipo de Formadores en el Seminario Mayor de Manizales
Isaías 49, 14-15; Salmo 62 (61), 2-3.6-7.8-9ab; 1 Corintios 4,1-5; Mateo 6,24-34.
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