Veintidós años después encuentra a su padre
FELIPE MOTOA FRANCO
El 6 de agosto de 1991 dejó de ser Gómez García para convertirse en Arnold Lee. Yonatan Andrey casi era un bebé. Veintidós años después ha vuelto a Colombia.
Es ciudadano estadounidense, pero no del tipo rubio, ni ojos claros ni piel de nieve. Es moreno, flaco como un palo de bombón y con unos labios carnosos de los cuales se desgajan palabras emitidas en perfecto inglés. Es un contraste, como su vida.
Sus padres son gringos, pero no son sus únicos padres. Sus otros padres son colombianos, pero ya no son sus padres. ¿Cómo así? Yonatan fue adoptado, y sin caer en falsedades, puede sostener que tiene dos madres y dos papás.
Luis Carlos Gómez y Luz Elvia García son pareja, tienen 19 años. Viven en la capital de Antioquia y frecuentan la calle. 1979: a ella se le crece la barriga. Y con el paso del tiempo vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve, vuelve y vuelve: ¡10 veces! para que 10 niños vean la luz.
La última nalgadita ocurre en 1991. Yonatan recibió la octava, en 1988; a los tres años fue alejado de sus progenitores y entregado a una pareja que vino desde los Estados Unidos por él... y cinco hermanos más.
Diáspora
El 6 de febrero de 1991 una decena de hermanitos ingresa al orfanato Casa de María y el Niño, en Medellín. Se apellidan Gómez García. Tres niñas son las mayores y tres niños, los menores: será la camada que seis meses después recibirá los apellidos Arnold Lee, porque los otros cuatro, un varón y tres señoritas, se unirán a otra familia.
“Vivíamos en las calles y mis padres no cuidar de nosotros”, cuenta Yonatan, en su español balbuceante. “Yo dormía in the ground (sobre el piso) y papá nos pegaba, abusar igual que mi mamá, golpear”. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) intervino y se llevó a los pequeños. La mayor tenía 12 y el menor ni siquiera un año.
4000 mil kilómetros al norte, en Oklahoma City, vivían Thomas Arnold y su esposa Linda Lee Arnold. Él era investigador químico y ella profesora de bachillerato. No tenían hijos. Hicieron contactos, llenaron formularios, recibieron la visita de inspectores de familia y al ICBF llegó una notificación que daba fe de las condiciones aptas para que estas personas asumieran la responsabilidad de criar niños. Adoptarían media docena.
“Se entrega al niño abandonado un futuro más halagador, perspectiva que no encontraría en Colombia, donde sabemos pulula el gaminismo y la explotación, por razón de tantas carencias sociales”, resolvió un Juez.
El 6 de agosto de 1991, seis hermanos, ahora con los apellidos Arnold Lee, viajan hacia el país del norte, estrenando papás. Los cuatro que faltaban corrieron suerte parecida. Una familia, también estadounidense, los llevó consigo.
La sangre llama
Asistió a la universidad becado, porque desde el high school (bachillerato) se destacó en atletismo. Se graduó en historia y sociología. Corre los domingos en la ciclovía de Manizales.
Reconstruye su vida al ritmo de un café. Bebe un trago, sentado en la terraza de Juan Valdez. Tiene ojos saltones, casi negros, y usa gafas. Sonríe cada tanto. "I grow up (crecí) con mucho amor en casa. A mis hermanas costarles mucho trabajo aprender a hablar inglés cuando llegamos a U.S.A., pero nuestros padres solo hablar esa lengua".
No había de otra. Aprendieron. Se adaptaron al ritmo, a las costumbres y a practicar atletismo en el colegio. Entre tanto, nada sabían de los cuatro hermanos que crecían bajo un techo diferente.
En el 2001 viene el segundo cisma familiar: las tres hermanas mayores se pelean con Linda, la madre adoptante, y abandonan la casa. Los tres menores se quedan; luego se mudan al estado occidental de Utah, con los padres.
En el 2002, el cuarteto del que no se sabía reaparece. Se criaron en Virgina, al este. Toman como base información del Departamento de Servicios Humanos y logran contactar a las mayores, en Oklahoma. Se encuentran 11 años después de separarse.
Pero Thomas, Linda y los pequeños han roto comunicación con ellas: ajenos al reencuentro. Pasan ocho años. Muere Thomas. Yonatan se hace profesional, se instala en Washington y lee biografías de presidentes, tantas como puede. Consigue dos trabajos: administrador de relaciones públicas en una empresa y vendedor de zapatillas para atletas.
Llega el 2012 y un impulso de reencontrar a sus familiares. Usa las redes sociales. Da con ellas. En julio, de visita en Oklahoma, le cuentan de los cuatro hermanos en Virginia. Los conoce. "I was very happy (estuve muy feliz) con mi family". La taza de café está vacía. Cae la noche.
Correos electrónicos
"Se extingue todo parentesco de consanguinidad entre adoptivos y la familia de origen", determina el auto de adopción; este lo consigue Yonatan de las propias manos de su madre putativa. Pero en Yonatan, desde que conoció a sus parientes de Virginia, se le ha metido algo en la cabeza: ansía conocer a sus progenitores.
Como tiene dos empleos, cuenta con dinero. En octubre del 2012 contrata a una detective en Medellín. Con base en los documentos que le da el muchacho, rastrea a un tal Luis Carlos Gómez Hernández, en Bogotá. En enero del 2013, la mujer hace contacto, lo cita a una cafetería, le saca un retrato. "Un hijo suyo lo está buscando..."
Yonatan paga los servicios, recibe la fotografía y una dirección de correo electrónico. "Me sentí feliz. Muy feliz", dice, mientras se arropa con una chaqueta. Llovizna en Manizales. La gente corre a desbandada. Él se queda bajo una sombrilla que hace de paraguas.
Marzo 3 del 2013, escribe: “me llamo Yonatan Andrey. Tengo veinticuatro años. Mucho gusto en conocerte. Por favor, háblame de ti. Adiós”.
Marzo 5 del 2013, Luis Carlos responde: "estoy recuperándome de un tratamiento de una arteria obstruida. Vivo con mi nueva compañera desde hace 22 años, tienes 4 hermanos, uno de 21, otro de 18 y dos niñas de 13 y 9. Tengo 53 años, me alegra saber de ti. También quisiera saber sobre tu vida. Pregúntame lo que quieras".
Marzo 11: "usted debe recordarme como yo ser bebé. ¿Sabe dónde estar mi mamá?".
Madre patria
Hace 17 años que Luis Carlos no ve ni sabe nada de Luz Elvia García, con quien tuvo los diez vástagos. Rompieron vínculos tras la intervención del ICBF: "Nunca fueron reclamados por sus progenitores, se desaparecen por largas temporadas, no averiguan por sus hijos ni los reclaman. Utilizan distintas excusas para no cumplir las citas”. Ahí están las preguntas del hijo.
Yonatan está en Manizales como voluntario de la fundación Volunteers, que interviene en países pobres con instructores para niños y jóvenes en áreas de idioma extranjero; llegó en julio. No obstante, la empresa real de este muchacho es encontrar a su madre.
Los familiares del norte, aunque no reciben noticias con frecuencia, saben lo que piensa. En diciembre y enero, época de vacaciones, irá a Medellín a buscarla. En octubre va hacia Bogotá para sostener el primer abrazo con su padre, pues hasta ahora solo han hablado por correo.
"I am in (estoy en) Colombia buscando a mi madre", es lo que repite todo el tiempo. Confiesa que será difícil rastrearla, pero tiene hasta junio del 2014. Cuando amaina la lluvia, sale a caminar por la avenida Santander. Salta para evitar los charcos. Sabe que Luz Elvia no se ha muerto. Y lo confirma en la Registraduría, donde al ingresar la identificación de la mujer, aparece en mayúsculas la palabra VIGENTE.
Puede ayudar con lapatria.com
Si usted posee información que ayude a dar con el paradero de Luz Elvia García, puede comunicarlo usando el link En busca de... en la página web lapatria.com o enviando un correo electrónico a la dirección yonatan.arnold@gmail.com
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