Tomás E. Cardona Medina
LA PATRIA | Manizales
Eran las 5:00 de la tarde del 20 de marzo y Margarita López, una señora mayor, vestida de blusa blanca y falda de seda verde, se dirigía al nuevo Mirador de Niza acompañada de sus tres hermanos y su madre. Cuando vio la estructura roja y metálica de 22 metros de altura asomarse por entre las montañas, le surgió un pensamiento que la dejó intranquila. Pasaron unos segundos hasta que decidió desenfundar la pregunta en el silencio del carro: "¿No les parece que se ve pequeña?".
Para ese momento, Juan Pablo Giraldo, un estudiante de Administración de Empresas de la Universidad Nacional, estaba en el segundo piso del Mirador aprovechando los contrastes de los colores más predominantes de la torre para sus fotografías. Azul, verde y rojo. Pero no dejaba de experimentar una sensación de simpleza mientras subía.
A su parecer le hubiera gustado que el lugar tuviera algo sorprendente, algo tan fuera de lo común, que hubiera excedido sus expectativas: "Quedó muy genial como lugar de encuentro, pero me sigue faltando algo. Esperaba algo brutal, y ademas en las fotos se veía mucho más grande. Siento que no se ha logrado del todo".
Su modelo, una muchacha joven, con chaqueta de cuero negra, blusa roja y jean azul, se posaba sobre las rejas rojas de protección buscando su mejor perfil para Juan Pablo. Continuaron buscando el mejor lugar hasta que llegaron al primer piso. En eso, apareció el Chevrolet Corsa en dónde venían los hermanos López y su madre.
La llegada
Entraron por el gran portón donde está la caseta del guardia, y miraron con atención el bloque de hierro que recibe a los visitantes y que proclama "Mirador de Niza". Siguieron por la vía empedrada que asumía una ligera curva en la subida, para luego parquear el carro.
Salieron y recorrieron los alrededores de la torre. Detallaron las 11 placas de cemento que van en escalera donde los visitantes se sientan para pasar el tiempo, las lámparas con punta iluminada, la torta que hay detrás del aviso de hierro y la docena de plantas sembradas, como la palma de cera, la guayaba del Perú, arboloco, cedro negro, níspero y el nigüito.
Ya se alistaban para subir, cuando en el primer piso apareció Johan David Carmona, junto a su pareja. Los dos venían hablando sobre la visita, pero ella estaba empecinada en que el lugar no había sido lo mejor del mundo. "No me pareció la gran cosa", decía mientras Johan la escuchaba con atención y paciencia. "Además, me parece que no lograron direccionar bien la vista ¡Se ven las torres y los cables de luz!", sentenció ella, mientras Johan se comportaba de manera complaciente.
Los hermanos López apenas entraban cuando la pareja estaba saliendo. Solo iban ellos, ya que como el ascensor no se había activado para el público, su madre no podía subir las escaleras. Ella, desde el carro, veía al Arrayán de Manizales, árbol que compite junto al Mirador, por quién se impone en altura.
Habían pasado 20 minutos desde que Margarita se preguntó si el Mirador no era muy pequeño. Ahora que estaba subiendo los 80 escalones de la estructura, se reía de sí misma, por lo que replanteo su pensamiento: "No parece tan alto... hasta que lo empiezas a subir".
La otra punta de Chipre
Cuando llegaron a la cima, Margarita y su hermano Eduardo enfocaron su vista hacia Chipre, y descubrieron que desde aquel lugar podían ver al barrio, famoso por sus vistas y sus obleas, por lo que exclamaron riendo: "¡Parece que estuviéramos sobre Chipre!".
Algo muy parecido piensa el funcionario de Aguas de Manizales, Jose Jair García, quien siempre vigila el lugar. "El lugar es espectacular, y además descentraliza a Chipre. Es una obra que necesitaba la zona y pronto pondrán un café y un restaurante, y ademas el ascensor empezará a funcionar. Cuando terminen este lugar, quedará Uno A, casi, casi, sera la otra punta de Chipre".
Al rato Margarita y su familia se fueron del Mirador habiendo presenciado algo que para ellos había sido sorprendente. Habían visto desde Milán a Chipre. Las cosas cambian con el tiempo, y al parecer sucede lo mismo con los nuevos miradores. Permiten ver lo mismo, pero desde otra perspectiva.
Los horarios
La ciudadanía podrá ir en el horario de 10:00 de la mañana a 8:00 de la noche.
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