Darío Augusto Cardona S
LA PATRIA | Manizales
Son las 5:00 de la mañana y la campana de la cárcel de mujeres Villa Josefina repica. Todo el personal recluso que se encuentra en los alojamientos comunitarios se levanta. Comienza un día más en la prisión. Ellas por turnos deben ir al baño y dejar el dormitorio arreglado, camarotes tendidos, cómodas arregladas y pisos barridos y trapeados.
A las 6:00 a.m. es el desayuno y todas para patio donde pueden leer, tejer, jugar y hacer otras actividades. A las once de la mañana llega el almuerzo y a las cuatro de la tarde, la comida con un refrigerio para la noche.
A las 6:00 p.m. deben estar en el dormitorio y a las 8:00 de la noche, en las camas y en silencio. Ese es el día a día de las reclusas de la cárcel.
El lunes 8 de febrero fue diferente para 20 internas de las 167 mujeres que pagan condenas, la mayor parte de ellas por estupefacientes, otras por hurto y otros delitos. La dirección del centro carcelario les organizó un día que les cambió la rutina.
Fue el día de mujeres “libres”, sala de belleza, peinado, arreglo de uñas, una sesión de vestuario y maquillaje. Todo esto porque a las 5:00 de la tarde se reconoció la buena conducta, con una ceremonia de entrega de certificados que irán a la hoja de vida de cada una.
El trabajo de obtener un certificado de conducta ejemplar no es fácil en una cárcel, pues la persona debe estar muy centrada en sí misma, sin investigaciones disciplinarias, en un ambiente que socialmente es muy duro.
Fotos | Darío Augusto Cardona S | LA PATRIA
Leidy Marcela Rodríguez Fandiño, una de las reclusas que sabe de manicure, arregla a María Nancy Rivera una de de las exaltadas.
Nidia María Pineda Lopera recibe de la academia y peluquería Cebra un tratamiento para el cabello: lavado, cepillado y peinado como premio al desempeño carcelario.
Por este pasillo transitan todos los días las mujeres privadas de la libertad hacia los patios, lugar donde pasan la mayor parte del tiempo. Las fotografiás que acompañan este articulo tienen el consentimiento de las reclusas y de la dirección de la cárcel.
En esta época de pandemia ellas no han tenido visitas presenciales todas han sido de manera virtual. Un servicio que habilitó la dirección de la cárcel.
Lucila Botero Álvarez, de la Pastoral Social se encargó de organizar los pasabocas rancheros para la atención de las reclusas.
Al final de la ceremonia de entrega de certificados de Conducta Ejemplar se realizó un agasajo. Los anfitriones les entregaron presentes a las mujeres privadas de la libertad.
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