DOBLE SIGNO:
Navidad! Navidad!
Rafael Lema Echeverri
Indudablemente una de las prosas más lindas es la de San Lucas. Amigo de la Santísima Virgen, amigo y discípulo de San Pablo, médico insigne y pintor a quien se le atribuye un retrato de la Madre de Dios, San Lucas nos ofrece en su evangelio lo más puro y tierno de la Encarnación y del Nacimiento de Cristo.
En la Misa de Media Noche del 25 de Diciembre, la Iglesia nos sitúa en la lectura hermosísima del Evangelio de San Lucas, donde se cuenta el milagro de la Natividad. En una prosa sencilla, límpida, iluminada con los resplandores de los ojos de Cristo recién nacido, el Evangelista nos cuenta: “José, pues, como era de la Casa y de la Familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, la cual estaba en cinta. Y estando allí aconteció que se cumplieron los días del parto. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no quedaba lugar para ellos en el albergue”.
A más de su profundidad inmedible, qué suma de ingenuidad y dulzuras en este relato brevísimo. Y en el que le sigue, don San Lucas nos cuenta la adoración de los pastores, y nos muestra el Angel del Señor, hecho de resplandores sublimes, comunicando la Buena Nueva.
La lectura de San Lucas durante estos días, ayuda a poner claridades innúmeras en el alma y en el corazón de los buenos cristianos. De los cristianos que sabe entrar en el conocimiento de Cristo, en el milagro de su Nacimiento, en la claridad de su amor. De los cristianos que no piensan durante estos días, en términos de billetes de Banco, sino en términos de humildad. De los cristianos que saben colocarse bajo el zodiaco del pesebre, librados a la sabiduría de Dios.
El pesebre fue preparado desde la eternidad para confundir a los ricos, a los poderosos, a los soberbios, a los que nos humillan con el falso brillo de su riqueza y de sabiduría. El pesebre es la más grande y más bella lección de pobreza, de humildad y de amor. El pesebre no pasará, porque Dios no puede pasar. El pesebre es inefable y eterno, como el preciosísimo niño que lo dignificó con su carne y con su presencia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015