LISET ESPINOZA
LA PATRIA | MANIZALES
A los 9 años un militar lo señaló de tener vínculos con la guerrilla, y por eso lo torturó enterrándole agujas en los testículos, uñas y dedos de las manos. La experiencia le generó tal resentimiento que lo llevó a incorporarse en el frente 17 de las Farc, en Huila y Caquetá. Sin embargo, años después la guerra lo obligó a cambiar de identidad para empezar una nueva vida bajo el nombre de Leonardo Zuluaga.
Es de estatura baja, tez morena y su nombre de pila solo lo conocieron sus más allegados. Su infancia la vivió en Líbano (Tolima), al lado de sus padres de origen campesino con los que recogía café.
"Las Farc tiene muchas modalidades, entre ellas las milicias bolivarianas y ahí comencé. Desde pequeño era independiente, andariego, y para mi familia era normal que en algunos momentos me desapareciera de la casa. No me iba a recoger café, sino que hacía actividades puntuales de la organización como entrenamiento militar, hacer seguimientos, cursos de explosivos, temas logísticos, comprar mercado, uniformes, botas, movilizar campamentos, hacer inteligencia, en fin, todo lo que requiere la guerra", dijo.
A los 10 años Leonardo ya sabía manejar armas, pero no sabe si con algún disparo mató a alguien. Para él las Farc era un trampolín para alcanzar su sueño, ser presidente de la República. Según él, en ese entonces un adolescente, la fórmula para lograrlo era a través del miedo, del dolor, del resentimiento, de las armas y del temor del pueblo.
Sin embargo, en una visita a sus padres, al ver a su madre arrodillada, llorando y suplicándole que no volviera al grupo ilegal y que mejor estudiara lo hizo reflexionar.
El día del cambio
El 16 de septiembre del 2005 Leonardo tenía 15 años, fue a visitar a sus padres, antes de desplazarse con la guerrilla a otra zona del país, debido a la presión militar. No obstante, a solo unos metros de la vivienda lo capturaron durante la operación Omega.
"Inician todo un proceso judicial conmigo. Me conducen a la correccional de menores y varios meses después el fallo de un juzgado indica que debían reconocerme como víctima. Ahí comienza un proceso de restitución de derechos a través del ICBF hasta que cumplo 18 años e ingreso al programa Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) que coordina Presidencia", explicó.
Leonardo comenzó un trabajo con un equipo interdisciplinario de psicólogos, trabajadores sociales y sociólogos para volver a la vida civil.
Asimismo, rompió el lazo con sus padres por un tiempo y por seguridad cambió de nombre, pues tenía información valiosa del grupo y, además, un guerrillero le tomó resentimiento porque siendo novato logró avanzar y ganarse la confianza entre la organización.
"No deja de ser difícil el proceso. Lo importante es la voluntad y las ganas de salir adelante. Las herramientas las instaura el Gobierno, pero quien toma la decisión de seguir adelante es uno", agregó.
Sin borrar el pasado
Durante el proceso conoció a otros desmovilizados. Allí les recomendaban decir que pertenecían a un programa de cuidado y de protección, pero con el paso del tiempo notaron que ese no era el mecanismo.
"Nos preguntábamos por qué teníamos que olvidar nuestra historia y de dónde venimos. Por ello, empezamos a diseñar estrategias para hacernos visibles en distintas partes del país y comenzar a hablar de reintegración, reconciliación, desmovilización y reinserción porque es una realidad del país y hay que tener la capacidad de ir afrontando esa situación", dijo.
No obstante, al comienzo había temor de hablar del tema, sobre todo al buscar trabajo, pues algunos fueron despedidos por ser desmovilizados o rechazados por sus compañeros.
Leonardo no fue la excepción, buscó respaldo en el Partido Liberal, movimiento al que pertenecían sus padres, pero fue rechazado por venir de un grupo armado. Luego el movimiento de Salvación Nacional lo recibió para terminar finalmente ligado a la Unidad Nacional.
Reconstrucción
El sueño de ser presidente sigue intacto para Leonardo. El dejar las Farc le hizo ver otras alternativas distintas a la guerra y que esa meta se puede alcanzar construyendo país.
Vivió en Cali, Bogotá, Pereira y el 4 de agosto del 2006 llegó a Manizales. Actualmente tiene 25 años y desde que se desmovilizó se ha dedicado a estudiar. Es administrador judicial egresado de la Universidad de Caldas, coordinador de proyectos misionales en la Fundación Cruzada Social y próximamente se posesionará como secretario juvenil de la Secretaría de Medio Ambiente de la Alcaldía de Manizales.
Es consciente de que el país pasa por su momento más importante. "Hay que trabajar conjuntamente por la paz, por la convivencia y por generar herramientas porque cuando exploramos a profundidad la guerra nos damos cuenta de que no todos están porque quieren. Muchos estuvimos porque nos tocó, porque fue un mecanismo de defensa, porque las circunstancias nos obligaron, porque el contexto nos llevó allí", expresó.
Volver a su tierra
Respalda la iniciativa de los diálogos de paz, pues indica que el Gobierno dio un primer paso para mejorar la convivencia, pero depende de la sociedad civil aceptar a los desmovilizados para que salgan adelante, y así en vez de combatir sean actores de paz, de convivencia y de desarrollo para el país.
"Doy un sí rotundo porque quienes vivimos la guerra, sea como víctimas o victimarios, somos los más interesados en que cesen las hostilidades, porque algún día aspiro volver a mi tierra y visitar a mis antiguos amigos, volverme a sentir parte de ese lugar, caminar sin temor a que me asesinen por ser desmovilizado. Creo que quienes un día dimos la vida por la guerra hoy tenemos que estar convencidos de darla por la paz", aseguró.
Datos
Leonardo también hace parte de la Fundación Ágape, encargada de abordar temas relacionados con la reconciliación y el perdón entre víctimas y victimarios. Además, es integrante del grupo embajadores de paz.
Destacado
Según la Agencia Colombiana para la Reintegración, hasta el 30 de junio del 2016 han atendido en Caldas a 239 personas. De ellas 209 recibieron acompañamiento psicosocial; 35 gestión en educación, y 28 formación para el trabajo.
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