ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
- Pa', me quiero ir para la casa -, le rogó ayer un joven sin afeitar y despeinado a Juan Gabriel Buitrago, director de Funpaz, que atiende a cerca de 80 personas con trastorno mental en la vereda Cuchilla del Salado.
- Esta es tu casa -, le respondió Buitrago, que llamó a una docente para que se encargara de él. Luego explicó que como ese joven, hay más que fueron abandonados en sus hogares por su discapacidad cognitiva.
La escena se vio ayer en una visita que hizo LA PATRIA al sitio, atendiendo la queja de líderes comunitarios porque algunos menores se han escapado y metido en los predios vecinos, incluso los han relacionado con robos (ver recuadro Algunos casos).
La entidad, contratista del ICBF, funciona desde 2011 en la antigua sede del colegio Anglohispano, y el cerramiento que tiene es insuficiente. Buitrago reconoció esto, pues se trata de una extensión de 33 mil metros cuadrados que va montaña abajo. "Ya hemos invertido cerca de $ 500 millones en adecuaciones para mejorar la calidad de vida de los menores, y por lo pronto no tenemos el dinero para reforzar el cerramiento", admitió.
La comunidad espera, sin embargo, prontas soluciones. "Entendemos la labor social y educativa que desarrolla esta fundación, pero consideramos que debe tener un mayor control y una buena cantidad de docentes, asimismo contar con mallas y cámaras de seguridad", expuso Manuel Antonio Manrique, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del sector de Ceballos, en una carta que envió el pasado lunes a este diario.
Funpaz, que además es una Institución Prestadora de Servicios por ofrecer atenciones especializadas en salud mental, no desconoce las quejas, pero llamó a la tolerancia con los beneficiarios, entre los 7 y 31 años (estos últimos con edades mentales de niños de 4 y 5 años), que llegaron allí por abandono, indigencia o maltrato en sus hogares. Buitrago hizo hincapié en que son personas con tendencia suicida y dificultades para aprender, agresivos e incluso algunos no pueden hablar.
"Los pobladores no pueden estigmatizar que todo lo malo que sucede es por los muchachos de la entidad, y también tienen que hilar delgadito de cómo se refieren a ellos, porque en una reunión que hubo la semana pasada los trataron de bandoleros, y no es así. Lo de los hurtos tampoco, no tienen la capacidad de hacerlo. De pronto cogen un banano si tienen hambre, pero hasta eso se lo hemos pagado a los dueños de las fincas", aseguró el directivo.
Entre los correctivos que están aplicando está el de levantar a los niños desde las 5:30 o 6:00 de la mañana, pues antes lo hacían más temprano con unos que además tienen discapacidad física, despertando a los vecinos. "Que griten es normal, pues es su forma de expresarse cuando no se adaptan a una situación", insistió Buitrago. Agregó que redujeron los grupos para salir a caminar de 25 a 10 menores, para controlarlos más fácil.
Igual llamado a la tolerancia hizo Luis Eduardo Céspedes, director del ICBF en Caldas, quien destacó que Funpaz maneja el único centro en la región para menores con trastorno mental, bajo protección. "Fuimos nosotros los que motivamos a que un equipo de profesionales creara esa entidad, porque antes nos tocaba enviar a esos menores a otras partes o terminaban en programas donde no los trataban como se merecían", advirtió. Empezaron con 30 beneficiarios.
Céspedes admitió que hay aspectos por mejorar, pero aclaró que el presupuesto que el Instituto gira cada año (unos $ 560 millones) no incluye una partida de infraestructura, por lo que es difícil costear vigilancia privada o un cerramiento.
Agregó que se revisará si es necesario aumentar el personal vinculado, que incluye seis enfermeros, 10 docentes, médicos, psicólogos, trabajadores sociales, auxiliares de servicios generales, porteros, en total 36 personas.
"Lo cierto es que donde pongan estos niños, van a estorbar", ironizó Buitrago. "Tenemos que generar espacios de inclusión", concluyó con vehemencia.
"Una niña de allá resultó el miércoles de la semana pasada en los bajos de mi casa, se había saltado una reja y estaba pegada a una jaula con canarios tratando de agarrar uno. Tuvimos que zafarla entre tres personas, porque tenía mucha fuerza", relató Fabio Sánchez, vecino de Funpaz en la Cuchilla del Salado.
María Martha Ceballos contó que algunos han llegado hasta la granja San José, que queda más arriba por la vía La Cabaña-Manizales. "Como ha sido esto de sano, pero ahora nos da miedo dejar a los nietos solos en la casa", expresó.
A Luis Alfonso Martínez, que lleva 40 años en el sector, le arrancaron unos cultivos. "Se entraron hace 20 días a robar caña de azúcar, demás que para chupársela por esa ansiedad que mantienen".
Aparte pasan pidiendo panela, como le ha sucedido a Luz Ángela López, que también lo atribuye a la ansiedad. "Lo más incómodo es la bulla con el equipo a todo volumen". Ayer, cuando LA PATRIA llegó al sitio a las 10:45 de la mañana, se escuchaba la música. En Funpaz explicaron que realizaban una dinámica de esparcimiento.
A la Policía también le ha tocado enfrentar el tema. "De la Fundación nos llaman cuando se escapan, cada día de por medio, o los vecinos cuando los ven por ahí", afirmó el intendente Miguel Ángel Gil, comandante de la subestación de la Cuchilla.
Sebastián Restrepo, jefe de la Oficina de Infancia, Adolescencia y Juventud de Manizales, dijo que promoverá una concertación entre la comunidad y Funpaz para limar asperezas. "Hay que sensibilizar a los vecinos, de pronto ellos desconocen los tipos de diagnóstico que allí se manejan y los patrones de comportamiento". Agregó que los menores no pueden estar encerrados, y que por eso ve con buenos ojos la sede actual.
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