Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Del silencio prolongado poco a poco surgen las llamadas Voces unidas exigiendo justicia. Son los familiares de civiles que murieron no manos de las Farc, Eln, paramilitares o bacrim. Son los dolientes de quienes perdieron la vida por acciones de la Fuerza Pública.
Es decir, víctimas de lo que el Derecho Internacional Humanitario llama ejecuciones extrajudiciales y que el derecho penal colombiano denomina homicidios en persona protegida.
Ellos quieren visibilizar sus dramas en el momento histórico que vive el país, ad portas de cristalizar un acuerdo de paz. Ayer, realizaron un plantón al frente del Palacio Nacional en Manizales.
Por lo acordado
Su petición es que en los temas de víctimas y restitución de tierras se mantenga lo acordado en La Habana entre el Gobierno y las Farc. Por ejemplo, la creación de la Unidad Especial para la Búsqueda de personas desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto.
También los llena de esperanza la frase "mecanismos extrajudiciales que contribuyan al esclarecimiento de lo ocurrido, la búsqueda de los seres queridos desaparecidos y la reparación del daño causado a personas, colectivos y a territorios enteros".
La organización de víctimas de ejecuciones extrajudiciales del Eje Cafetero Voces unidas exigiendo justicia, se creó en el 2013 con el apoyo del Centro de Estudio sobre conflicto, violencia y convivencia social (Cedat) de la Universidad de Caldas y la Corporación Popular Tejedores de Derechos.
El 30 de agosto del 2006 comenzó esta dolorosa historia.
"En la noche de ese miércoles, como a las 7:30, mi esposo salió con un amigo de su infancia, vecino en Dosquebradas (Risaralda). Me dijo que iba a hacer una vuelta y que llegaría tardecito. Al día siguiente a mi suegra la llamó la Policía y le dijeron que los encontraron muertos en una vereda de Salento (Quindío). Comunidad de la zona donde los hallaron comentó que escucharon unos disparos como a las 9:00, o sea que los asesinaron. Un diario de Pereira dijo que el Ejército los mató por extorsionistas, a los días publicaron que eran guerrilleros que murieron en combate. Los mataron dos horas después de llevárselos en un automóvil y dijeron que eran guerrilleros. Nunca he entendido qué pasó.
Una familia sin el soldado profesional:
"En 1993 desaparecieron a un hermano mío, que era soldado profesional. Lo desparecieron en el Ejército. Lo señalaron como un colaborador de la guerrilla. Llevamos 23 años pidiendo justicia por un ser querido. Estamos pidiendo que se aclare este crimen. Por eso, solicitamos que sea tenida en cuenta la justicia transicional, como lo plantea el acuerdo inicial firmado en La Habana por el Gobierno y las Farc. No estamos de acuerdo con que la Fiscalía avale Justicia y Paz, que se aprobó en el gobierno del presidente Uribe. Esa Justicia y paz no ha funcionado como esperábamos, solo se han condenado 46 casos, no ha sido verdadera para las víctimas.
Las lágrimas de doña María
"La marina colombiana me desapareció a mi hijo que estaba prestando servicio, es un falso positivo, pues se ha acostumbrado a acomodarles delitos a los inocentes. Me dicen que estoy fuera porque me demoré en poner la denuncia. Por eso, pregunto: cuándo a un ser humano se le acaban los derechos, eso no pasa ni con peor de los delincuentes. Ahora mi proceso está en el colectivo José Alvear. El fiscal Martínez dice va a escuchar a todos los ciudadanos. Que venga a Pereira y el Eje Cafetero para que encuentre lo que es dolor. Por favor cuándo piensan cambiar este país, con o sin proceso de paz, para que respeten a los ciudadanos de bien. Tengo 80 años y exijo al estado qué me responda por mi hijo, dónde lo mataron, qué hicieron con él, que me indemnicen".
"Que nos limpien el nombre"
"A mi hijo Óscar Muñoz se lo llevaron el 18 de abril del 2007 en Versalles (Valle). Y a los dos días, el 20 de abril, lo presentaron, con uniforme y todo como un guerrillero muerto en un combate, en el cual dijeron que solo hubo un muerto, mi hijo. Que se haga justicia, que limpien el nombre de él y el de la familia. Mi hijo se quedó sin trabajo y a los tres días me dijo que se iba a trabajar y que volvía en tres meses. Me pareció raro y fui al parque del barrio Cuba, donde lo esperaban dos hombres elegantes, enchaquetados. Llamé e escondidas a mi hijo y le pregunté cómo era eso, a todo me respondió que tranquila. Se puso a llorar y yo también. Se fueron en un taxi. A los dos días lo mataron. Estamos y seguiremos luchando para que se haga justicia".
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