Iván Cárdenas Arévalo, de 60 años, esperaba el jueves pasado la llegada del presidente Santos. Con raspaduras en la cara y un brazo afectado, contó que la avalancha lo arrastró unos 150 metros desde la casa del agente de Policía José Octavio Suárez Tovar, uno de los 17 muertos de esta tragedia.
"Me pasé a la casa de él para colaborarle, para ponerle una telera y que abriera la puerta. Lo vi en una lucha, pues el agua se la cerraba y la casa se le estaba llenando de agua. Le pasé la telera, y en ese momento sonó ¡pum!, nos cogió eso y nos arrastró. En el trayecto sentía que me iba quedando, como que el cuerpo se me iba durmiendo. Cuando iba a perder el sentido fue cuando paró. Si me arrastra unos 10 metros más me había ahogado; tenía barro hasta por la boca, la nariz y los oídos. Mi esposa me encontró allá abajo. Trataba de salirme, pero sentía los pies y el brazo mal. Quedé con todo el cuerpo negro, pero bueno, estamos vivos gracias a Dios".
Es de los que debe desocupar la casa por estar construida junto al Cerro Sancancio, considerada zona de riesgo alto. Don Iván esperaba que el presidente le respondiera si le van a comprar el predio o le van a dar casa en otro lugar, pero se quedó con estos interrogantes.
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