VANESSA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
A la yegua Encantadora la herradura le calzó como el tacón a la protagonista de la película Cenicienta. Mientras sonaba al fondo la ranchera de Antonio Aguilar, Caballo de patas blancas, el herrador antioqueño Pablo Montoya le probó los ‘nuevos zapatos’ al ejemplar de 4 años, proveniente de Medellín, que participó en la Exposición Equina Grado A de Manizales.
“Esta yegua es talla 27. Haga de cuenta que los cascos de los caballos son como los pies de uno, si el zapato le queda a uno grande o pequeño, le talla, camina mal y en competencia pueden perder”, relató, mientras sacaba de su horno la herradura ardiente en fuego que moldeaba según las necesidades del equino.
Agarró las patas de Encantadora. Cortó las pezuñas, las raspó y las lijó. Volvió a su mesa de trabajo y elaboró un desgaste especial para que no le incomodara caminar. Un yunque también le servía como arma para amoldar la herradura.
“Las cuatro herraduras nunca se parecen. A todas hay que hacerles un trabajo especial, porque se desgastan distinto. Así como cuando uno camina pati-torcido, así mismo les pasa a los animales”.
Seguía lo que aparentaba ser más doloroso. Alineó la herradura, clavó las puntas por los agujeros para asegurarla. Advirtió que hay que evitar lastimar o dejar cojo al animal. De eso depende su paso y desarrollo en competencia.
Luego dobló y retiró las puntas de los clavos, limó las áreas ásperas de la pared de la pezuña y aplicó un sellante y barniz negro. Encantadora lució una especie de zapatos de charol, que en promedio le servirán para 30 días. Pasado ese tiempo debe estrenar, toda vez que su dueño la ponga a competir en la pista como lo hizo este fin de semana en Expoferias en Manizales, donde se topó con Montoya, quien hierra equinos en Antioquia, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Manizales e incluso Aruba, Curazao y Estados Unidos en su furgón marca Chevrolet.
Como Walt Disney
En las puertas laterales del automotor, el herrero más conocido como Pablo Aguacero, carga limas, un horno para fundir herraduras, lijas, cortauñas, sellador de cascos y clavos. Es un salón de belleza o más bien un Walt Disney equino.
Su negocio es todo en uno, y dice que le valieron más los elementos que el propio carro avaluado en $100 millones.
El antioqueño atendió 30 caballos durante los tres días de la feria equina. Su pericia lo llevan a hacer un trabajo preciso y perfecto. Lleva 35 años, y dice que aún no sabe ni la mínima parte de los que conocen los herreros de verdad, verdad.
“Los dueños de los caballos me llaman para que les hierre sus animales. Hace cuatro años no venía a esta exposición. La gente puede pagar un poquito menos o hacerlo ellos mismos, pero esto es todo en un caballo”, agregó el hombre, de 54 años.
Lo transmite
Y como nada se lo guarda para él, a su lado tiene cuatro ojos vigilantes a quienes les paga por aprender. Su conocimiento lo adquirió de un herrador argentino, quien le solicitó que todo lo que él aprendiera debía transmitirlo. Cumplió su promesa y ya lleva 25 jóvenes capacitados. “Uno se muere y nada se lleva. En Colombia nos falta mucho para ser buenos herradores, si nos comparamos con los de Estados Unidos, quedamos en la olla”.
En la esquina de la carpa, estaba un joven de barba llamado Luis Alberto Patiño, alumno de Manizales. Se paró una hora y media a ver a su profesor trabajar. Callado y con los ojos de un búho, vigiló cada detalle y movimiento. Para él, el 50% del éxito del caballo en competencia es la postura de las herraduras.
Caballos miniatura, la sensación
Emilio y María Paz, de tres años, creyeron que los 11 caballos que acariciaban eran peluches. La raza llamada minihorses, que mide entre 70 centímetros y un metro de altura y son más pequeños que los ponys, se convirtieron en la sensación de la Exposición Equina.
Julián González, propietario del criadero Ranchos los Minis de Medellín, explicó que estos ejemplares son para el disfrute de los niños. Se pueden montar, acariciar y son muy dóciles con los niños.
“En promedio valen entre $10 millones y $25 millones, depende del color, el tamaño y el sexo. Entre más pequeños, más caros”.
Los visitantes y expositores se despidieron de la versión número 61 de la Exposición Equina. Por destacar: el sitio, la logíostica y la calidad de los equinos.
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