AVALANCHA DEL VOLCÁN NEVADO DEL RUIZ
Isabel Vallejo y Margaret Sánchez
LA PATRIA | Manizales
“Las narraciones históricas daban cuenta de que las dos erupciones anteriores del Ruiz, en 1559 y 1845, desembocaron en el río Lagunilla, y hubo muchos muertos. Hace 30 años cuando se mencionaba eso, la gente era poco creyente, y en el mismo Manizales había personas y organizaciones que decían que no iban a hacer nada, que estábamos alarmando”, cuenta Marta Calvache, directora técnica de Geoamenzas del Servicio Geológico Colombiano (SGC), quien fue testigo del monitoreo en 1985 del Volcán Nevado del Ruiz.
Continúa su relato: “Cuando hubo la erupción de ceniza en 1985, la gente en Colombia le prestó atención al volcán, pero después de eso, por ejemplo, había personas que estaban preocupadas porque el Parque Natural Los Nevados iba a estar cerrado y ya casi comenzaba la Feria de Manizales. El diario vivir se impone a lo que uno puede pensar o decir sobre algo que es muy incierto o lejano de que pueda ocurrir, como una erupción”.
Agrega: “Buena parte de la gente sí sabía que el Volcán hizo erupción. En Casabianca, Líbano, Murillo, por ejemplo, llamaron y avisaron de que estaba bajando algo. Me imagino que una familia en Armero, de golpe, no creía que el Ruiz tuviera que ver con su pueblo, que el Lagunilla y el Azufrado nacen allá. No estaba en el conocimiento de las personas”.
Esta introducción la usa Calvache para explicar la importancia de la gestión del riesgo. La geóloga la concibe como un proceso social. “El prevenir un desastre no es cuestión de vulcanólogos, son la esencia, se necesitan, pero de ahí en adelante todos debemos tener la actitud de enterarnos para decidir por mi familia o mi comunidad”.
Al tratarse de erupciones volcánicas no hay precisión de que será en una fecha específica, y esto puede generar tiempos de zozobra, que hacen el proceso de gestión del riesgo complicado en lo económico y social, apunta la funcionaria.
Cambios
Calvache insiste en que era una época en la que las comunicaciones y las formas de responder ante lo que estaba haciendo el volcán eran distintas. No sabían si la erupción había terminado o había otra.
“Había unos instrumentos, se hacía un gran esfuerzo por tenerlos, pero ninguno era en tiempo real, uno veía en el papel lo que había ocurrido 24 horas antes, en el mejor de los casos. Entonces eran condiciones muy diferentes a lo que ahora se está acostumbrado a escuchar”.
Recuerda que en campo estaba Fernando Gil, quien empezó a trabajar en sismología de volcanes, acompañado de personas de la Chec que hacían mantenimiento y cambiaban el papel de los sismógrafos. “Todos los días estaban arriba, vivían arriba. Fueron de los primeros en reportar que el volcán estaba en erupción, al igual que quienes estaban en el cerro Gualí, pero no se conocían muchas cosas, como el flujo que llegó a la zona de Chinchiná”.
En la actualidad el SGC, a través del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, cuenta con cuatro cámaras web que vigilan el Ruiz. Están ubicadas en el cerro Gualí, río Azufrado, Piraña-Azufrado y río Claro. Además unas 100 estaciones de monitoreo sísmico, químico, meteorológico, auditivo y morfológico.
Es incisiva en decir que la erupción de hace 30 años les dejó un aprendizaje que aún no ha terminado. “En cualquier momento pueden ocurrir errores que pueden costar muchísimo. Se trata de tener esa conciencia. En la medida en que uno crea que eso no puede pasar, ya está mal, porque baja la guardia y sucede”.
Por eso reitera que la responsabilidad no es de un decreto o de los gobernantes, sino de cada persona en buscar el conocimiento para tomar decisiones.
“Se habla de la apropiación social del conocimiento. En época de Ingeominas nos quedó claro que como geólogos a veces no nos vemos muy sociales, pero debemos cumplir con esa función. El médico se convierte del paseo, lo mismo pasa con el que habla de la amenaza volcánica, es como si estuviera causándola”.
A educar
En ese mismo camino está Gloria Patricia Cortés, coordinadora del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, quien advierte: "El éxito de la prevención está en hablar el mismo idioma", y llama la atención: "La ciudadanía debería estar mejor preparada para asumir una erupción. Falta continuidad en las estrategias educativas".
Hace 30 años perdió a sus amigos geólogos, quienes cumplían con una salida de campo a la que no pudo asistir. Recuerda con lágrimas la partida de su mejor amiga, Eugenia Amparo Osorio, su compañera de estudio y de aventuras, y de los 25 mil colombianos que fueron sepultados por el desastre. "Por eso estoy aquí para tratar de aportar un poquito al cambio", dice.
Para ella se ha ha avanzado en lo técnico y operativo, pero es directa en que la ciudadanía debería estar mejor preparada, sobre todo desde el sector educativo.
“Considero que no ha habido la secuencialidad, tiempo, importancia ni relevancia del sector para continuar estrategias y que nuestros niños y jóvenes conozcan más del qué hacer en caso de presentarse una situación de erupción. Nosotros jalonamos, pero no somos la entidad responsable ni única, somos los médicos de volcanes, damos diagnósticos, proponemos tratamientos para el paciente, pero son los padres y autoridades de los 19 municipios de Caldas y Tolima los llamados a interactuar y tomar medidas”, señala Cortés.
Ella, quien recorre constantemente la zona de influencia del Volcán, sabe que la comunidad sabe los riesgos de estar tan cerca del Ruiz, pero a un nivel superficial. “Esto no se aprende a través de noticias, a través del ritmo de la actividad sísmica volcánica, por el cambio de colores (de amarillo, naranja a rojo), se aprende en el día a día del aula, en la casa”.
Sostiene que el trabajo de las 30 personas del Observatorio que hacen un monitoreo las 24 horas, no puede ser en vano. “Imagínese que nos hubiéramos quedado con las cuatro estaciones de hace 30 años y no hubiéramos crecido en técnicas y tecnología. La misma pregunta hay que hacerse desde la parte educativa, ¿qué pasó con las estrategias de los 90?, ¿qué pasó con la continuidad?”, se pregunta la coordinadora.
Para Cortés, el éxito del sistema de gestión de riesgo no está en la parte técnica, está en las que las comunidades crean, le den el valor a la vida y en el saber acatar las recomendaciones.
Foto | Argemiro Idárraga | LA PATRIA
Marta Calvache, Óscar Eladio Paredes y Gloria Patricia Cortés miembros del Servicio Geológico Colombiano.
Mejoramiento
El director del Servicio Geológico Colombiano, Óscar Eladio Paredes, afirma que desde hace siete años han dotado y fortalecido la infraestructura para el seguimiento de riesgos geológicos.
Indica que contaron con una partida de $30 millones de dólares, con los que renovaron equipos en los observatorios y la Red Sismológica.
Precisa que con el Sistema General de Regalías se destinó 2% de los recursos para generar conocimiento geocientífico y fiscalizar los yacimientos.
Paredes Zapata anota que para mejorar la interacción con los ciudadanos y la capacidad de respuesta ante sismos, lograron un convenio el Centro de información de la facultad de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Los Andes para que la página web esté en la nube y soporte la visita simultánea de 60 mil a 100 mil personas.
Funcionarios del Servicio Geológico Colombiano hablan de los aprendizajes con esta catástrofe natural. Educación, socialización y apropiación del conocimiento, claves para evitar desastres. Aprendizajes.
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