HELMER GONZÁLEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Se mueven y hablan con dificultad o causan lástima. Son más notorios en los semáforos de Manizales y todos padecen de un hábito incontrolable por pedir limosna. Gustavo Martínez Cardona es un caso entre las decenas que existen. Sus palabras son difíciles de comprender, pero hace una seña inequívoca de pedir dinero.
La semana pasada DENUNCIE publicó su caso, reportado por un ciudadano quien advirtió el riesgo al que se expone el anciano que se les atraviesa a los carros en el semáforo junto al edificio El Triángulo.
De igual manera sugirió que se le declarara como interdicto (incapaz) con el fin de someterlo a un tratamiento psiquiátrico en un centro especializado o, al menos, de descanso para adultos mayores.
La ayuda que necesita Gustavo es diferente a regalarle una moneda. Gladys Galeano, secretaria de Desarrollo Social del Municipio, certificó que él recibe desde el 2008 un subsidio en dinero como beneficiario del programa Colombia Mayor.
Otras opciones
La oferta institucional para la atención de ancianos permite que sean atendidos en hogares de ancianos y fundaciones para pernoctar o solo para suministrarles alimentos.
De otro lado, como advirtió el director del ICBF Caldas, Luis Eduardo Céspedes, también hay soluciones que consisten en asignar un subsidio a una familia que se haga cargo del anciano.
Igual que Gustavo, hay otros personajes reconocidos en la ciudad por permanecer en los semáforos, algunos que usan cualquier producto para la venta con tal de recibir unos pesos. Un hombre en el de la calle 51 con Avenida Santander (carril hacia el centro), otro hombre en silla de ruedas por la Avenida Paralela y que permanece disfrazado de payaso, un joven que menea su cuerpo y que pega el rostro de las vidrios de los carros que van también por la Santander con calle 51, pero en sentido a El Triángulo, y un hombre en la esquina de la Clínica de La Presentación que dice ser ciego.
En la lista faltarán muchos más, incluso quienes permanecen en otras calles de la ciudad, pero el mensaje general, según las instituciones y expertos (ver recuadro Es una patología) es que el remedio a la enfermedad de pedir limosna no es darla sino negarla.
Es una patología
Luz María Gómez, psicóloga experta en farmacodependencia, quien laboró por varios años en la Unidad de Protección a la Vida (UPV) de Manizales, define el hábito de pedir limosna como una patología.
"Cuando una persona no puede controlarse es una enfermedad", afirma, y explica que es lo que sucede con los que piden, porque se habituaron a que ese es su estilo de vida.
En el pedir encuentran sensación de bienestar y se han condicionado a mantenerse en ese estado, agrega. Indica que algo ha cambiado en la ciudad en ese aspecto, como producto de campañas que en años pasados adelantó la UPV.
La atención a este problema tiene dos dimensiones, una individual y otra social. En el primer caso hay que transformar los hábitos de las personas mediante tratamiento terapéutico, de manera que haya una reorientación hacia el trabajo u otros estilos de vida.
En algunos casos se necesitará inclusive adelantar procesos de declaratoria de interdicción (incapacidad) para atender a las personas en centros especializados, como en un hospital psiquiátrico.
En la parte social destaca que las campañas sí sirven, porque ayudan a disminuir el refuerzo, la limosna, que mantiene a los mendigos en las calles pidiendo dinero. "Si les quitan el refuerzo, se puede erradicar el hábito", comentó.
Dicen los ciudadanos
Juan Pablo Arias: Es normal, es gente necesitada que no tiene más qué hacer.
Sebastián Díaz: Deberían darles trabajo para que no hagan eso.
Carlos Medina: Es relativo, están los que necesitan y otros que es por sinvergüenzada.
Arturo Betancur: Como se genera desempleo, ellos buscan apoyo en el público.
Gustavo Martínez Cardona pide en el semáforo del edificio El Triángulo.
Semáforo de la Avenida Santander con calle 46, junto a la Clínica de La Presentación.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
La secretaría de Desarrollo Social señala que Gustavo Martínez recibe subsidio y que además lo cobra personalmente.
En los semáforos de la calle 25 con carreras 24 y 25 son dos los que piden.
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