RICARDO GIRALDO ARISTIZÁBAL
LA PATRIA| MANIZALES
Jorge Alberto López, Alejandra Ruiz y Sofía salieron de su casa cuando la lluvia empezó a caer. Sofía acaba de cumplir 13 meses, está en su cuna, sujeta un sonajero y desde allí les balbucea a sus padres, que permanecen sentados en las escalinatas del coliseo del San Luis Gonzaga. Están allí con otras 50 personas porque en sus casas no se puede vivir.
Fuera del coliseo, las ayudas para los damnificados por las lluvias comienzan a llegar. Niños se acercan acompañados por sus papás con las manos ocupadas de solidaridad. Mantas, ropa, comida, agua y colchones se amontonan en la cafetería del colegio. Algunos oportunistas aprovechan el momento para ingresar a la institución y llevarse lo que las personas trajeron.
Otros afectados
Los perros también llegaron con las familias, algunos de ellos desaparecieron bajo la tierra. Jorge Alberto no pudo encontrar a su perrita “la busqué antes de venirme de la Playita, pero no la vi por ningún lado”. Preguntó a sus vecinos por su mascota, pero ninguno la vio.
Los voluntarios adecuaron una carpa para que las mascotas que vinieron con las familias pasaran la noche. Llegaron cinco perros. Katy no para de ladrar, está ansiosa, se le vuela a sus cuidadores y se aleja corriendo para buscar a sus dueños en medio de la gente, durante toda la noche la escena se repitió una y otra vez.
Carlos Mauricio Restrepo llegó del barrio La Providencia, lleva ocho años corriéndole al peligro. Vive con su esposa y su hija, esta no es la primera vez que debe salir de su casa por riesgo de deslizamiento, cuando vivía en la Playita fue desalojado por las autoridades, ahora en la Providencia su historia se repitió. Carlos esta noche está solo en el albergue, su esposa está en la clínica con su hija, a la menor la atacó un perro pitbull en la mañana de ayer cuando salían de su casa.
Recuerdo
Comenzó a llover de nuevo. En los rostros de las personas se ve el reflejo de lo que ocurrió la noche anterior. Una patrulla de la Policía llega al lugar con otras tres familias que evacuaron esta madrugada de sus viviendas, la incertidumbre los acompaña, si bien tienen abrigo, comida y están seguros, los estragos de lo ocurrido no les permiten conciliar el sueño.
Voluntarios y profesionales en psicología permanecen atentos. Las ayudas no paran de llegar algunas personas han llamado a los coordinadores del albergue para informarles que en la madrugada llevarán el desayuno a los damnificados, otra persona ha manifestado su deseo de ofrecer un almuerzo.
Jorge Alberto López, Alejandra Ruiz y Sofía salieron de su casa cuando la lluvia empezó a caer, pero ahora, aunque escampe no saben a dónde ir porque su casa se dañó. Ellos al igual que 300 familias están a la espera que se les solucione su situación.
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