Martín, Juanita y Samantha no superan los 5 años y ya saben cómo sembrar zanahoria, cilantro y tomate. Cada 15 días, ellos reciben clases de una agrónoma para aprender sobre la humedad de la tierra, las semillas y el proceso y recolección.
Su conocimiento se debe al proyecto que desde hace 4 años desarrolla Bienestar Familiar, que lleva por lema De la Huerta a la Olla, en el cual se involucran niños, padres y la comunidad para que conozcan sobre plantación y reciclaje de materiales no renovables.
"El propósito de la huerta es que los alumnos conozcan la importancia de comer bien, a través de todos los alimentos que produce la tierra, además de que aprendan a reutilizar elementos como bolsas de leche, ollas, botellas plásticas para que hagan su siembra y así conserven el medio ambiente", manifiesta Ana Mercedes Galeano, líder del proyecto Huertas Institucionales en el hogar infantil Pulgarcitos, en el barrio San Antonio.
La docente agrega que este programa se diseñó como una estrategia para promover la seguridad alimentaria, mediante la participación de la comunidad y la educación de los padres de familia. "En los talleres teóricos y prácticos les enseñamos, por ejemplo, a fumigar con jabón azul, abonar con desechos de cocina y diferentes maneras para que realicen una huerta en sus propias casas".
Vocación
En cada clase, los niños en compañía de personal capacitado ingresan a la huerta ubicada en un costado del parque infantil para empezar su clase. Usan la indumentaria adeacuada: delantal, pala, rastrillo y botellas de agua para regar las plantas. La cosecha de fresas es la más esperada, porque luego de arrancarlas las llevan al cuarto de procesos para su lavado y luego se las comen.
"Esta es una estrategia del proyecto pedagógico que hace parte de los hogares infantiles del ICBF de todo el país, por ende tiene un impacto muy grande porque todos interactúan y aprenden en la práctica. La reacción de los niños es muy positiva porque ellos se emocionan cuando hay una cosecha, incluso se ponen tristes cuando las plantas se marchitan y mueren", explicó Luz Elena Mejía, coordinadora del jardín infantil.
La funcionaria enfatiza que la gran parte de los alimentos que produce la huerta sirve para la propia alimentación de los niños, es decir, es un sistema que beneficia a todos y los concientiza de cuidar el medio ambiente.
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