
Ricardo Patiño
LA PATRIA | MANIZALES
Lo heredó del papá
Mauricio Cortés Vanegas es dicharachero. Su buen sentido del humor lo refleja en cada frase. Su pasión por la venta de periódico se la debe a su padre, José Bernardino Cortés Morales, quien falleció hace 11 años, el mismo tiempo que lleva en la esquina de San Andresito con su puesto de revistas y de controles para el televisor.
Su progenitor empezó en 1977 a vender LA PATRIA en la carrera 18 con calle 20, antiguo bar El Cisne. Recuerda que desde los 7 años lo mandaba a las calles con el periódico, especialmente en la Galería y el barrio Chipre, donde un vendedor de la zona le llamó la atención porque le quitaba clientes. Don José lo defendió y lo animó a seguir.
"Mi papá madrugaba mucho para asegurar el periódico. Se podía vender unos 50 ejemplares por día. Hoy todo cambió porque a la gente le da pereza leer", insiste este habitante del barrio El Carmen.
Apasionado por la lectura y por la buena ortografía, Mauricio asegura que los periódicos nunca se acabarán. "No hay como el placer de sentir el papel en la mano", dice el vendedor haciendo referencia al editor Benjamín Villegas.
La noticia que más recuerda fue hace 20 años cuando asesinaron en la Galería a cuatro homosexuales. Estaba a media cuadra del homicidio. "Los medios son importantes para una democracia porque nos mantienen informados. Las ventas cambiaron notablemente, pero esto no le quita relevancia a los periódicos. Es el espacio que tiene la comunidad para quejarse", agrega Mauricio, con cinco hijos y que obtiene su sustento de promocionar las noticias del día a día.

"Me cansé de marcar tarjeta"
En el corazón de Manizales, en la carrera 23, se encuentra don Jairo Bedoya Flórez, que ajusta 38 años vendiendo LA PATRIA.
Este manizaleño, que trabajó en oficios varios en el Ley y en pagaduría en la Normal de Varones, se cansó de marcar tarjeta, como él lo dice, y se volvió independiente. Ahí vio la opción de vender periódico por su gusto por la lectura y por estar enterado de todo lo que pasa en el mundo.
"Esto me ha servido para sacar a mi familia adelante. Crié a mis hijas con el apoyo de mi esposa que se pensionó de enfermera en el Hospital de Caldas".
Don Jairo tiene como hobby vender periódico, pues ya no da para vivir. "Me vendía unas 50 Patrias, pero ahora la tecnología acabó con todo. La gente vive pegada de un computador y un celular".
Sus clientes son variados, pero los más constantes son algunos dueños de peluquerías. "Hasta les fío", comenta entre risas.
Para este veterano de las calles, la venta de periódico es necesario por la información y el entretenimiento. Tampoco cree en su desaparición. "Si bien la gente no lee lo mismo que antes por la tecnología, el papel es necesario. No me imagino una sociedad sin estos medios de comunicación".
Don Jairo tiene varias anécdotas como distribuidor de periódico, pero cuenta dos como las más especiales porque vendió 200 ejemplares luego de la tragedia de Armero en 1985 y en el título de la Copa Libertadores del Once Caldas en el 2004. "No se conseguía nada en ningún puesto".

Hacía cola por los periódicos
Al pie del Palacio Nacional Fanny González Franco, mantiene Ramiro Arenas Quintero, que desde hace 55 años se dedica a la venta de periódico. Vende LA PATRIA desde que costaba 15 centavos.
"Hace años había carta abierta para vender. Con decirle que desde las 2:00 de la mañana hacía cola para asegurar el periódico. Me iba para los cafés y la Galería y acababa con todo. Fácilmente entregaba 100", rememora don Ramiro, que tenía el domingo como día preferido, pues entregaba 200 ejemplares en barrios como San Jorge, La Asunción y La Estrella.
"Le doy gracias a Dios porque con este trabajo conseguí mi casa. Compré un lote por medio de la Caja de la Vivienda Popular y construí. Separaba mis gastos y lo que sobraba era para comprar material. Hice convites con mis conocidos y levanté mi vivienda en el barrio Bajo Cervantes".
Ramiro extraña las épocas en las que el periódico se comercializaba como arroz. Él lo sentenció: "Le dije a mis amigos que nos teníamos que preparar por la llegada del Internet y así pasó. La gente vive hoy más pendiente del celular que de coger un periódico".
Este oficio lo heredó de su padre, Evencio Arenas, quien también se dedicó a lo mismo. Cuando falleció, cogió la batuta sin pensarlo. "Trabajé tres años en la calle. De lunes a sábado en el Centro y los domingos me iba para los barrios. Luego conseguí mi puesto en la carrera 23 y lo hago más por hobby. Vivo de un arriendo y esto lo hago porque me nace. Normalmente trabajo hasta el mediodía y luego me voy para la casa a descansar. No me imagino quedarme quieto y qué mejor que vender periódicos para mantener informada a la comunidad".

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