LISET ESPINOZA
LA PATRIA | MANIZALES
Sandra Milena Londoño solo se veía con los hermanos Darwin Alejandro y Brandon Andrés Quiceno Mejía en diciembre. Ellos cada año iban al barrio La Linda por su regalo de Navidad. El primero que recibieron fue una bicicleta azul.
Los conocía desde el 2008, año en que empezaron a visitarla. "Recolecto regalos en Navidad para niños de escasos recursos y hasta Quiebra de Vélez llegó el cuento. Me dijeron que si podía recibir a los hermanos Quiceno Mejía, y dije que sí. Ellos iban con sus otros dos hermanos y primos. Caminaban hasta La Linda", recordó la mujer mientras observaba por el pasillo de la funeraria La Aurora los dos féretros de Darwin y Brandon, quienes fallecieron en la tarde del pasado lunes al impactar la bicicleta en la que se movilizaban contra una camioneta, en la vía Manizales-Quiebra de Vélez.
La líder de la entrega de regalos, los describió como unos niños amorosos. De Brandon Andrés dijo que era protector, alegre, colaborador e inquieto. "Este año tengo que hacer algo especial por ellos", recalcó.
El sepelio
A eso de las 9:00 de la mañana de ayer varios adornos florales rodeaban los féretros y poco a poco llegó uno que otro familiar. El rostro de Sandra Viviana Mejía, madre de los menores, lo decía todo. Solo quienes han pasado por la pérdida de un hijo pueden entender el dolor que embargó a esta mujer desde el pasado lunes en la tarde, después de culminar su jornada laboral y enterarse de la muerte de los niños.
A las 4:00 p.m. las bancas de la iglesia de Cristo Rey se llenaron. En el pasillo siete estudiantes del Centro Educativo Rural Granada, donde estudiaban los menores, sostenían una bandera con los colores y el escudo de la institución y encabezaron la entrada de los féretros al atrio.
Una hora después la multitud se desplazó hasta el cementerio San Esteban para darles el último adiós a los hermanos Quiceno Mejía, mientras Sandra, la madre, sacaba fuerzas para despedir a sus hijos.
El duelo
Según el psicólogo José Fernando Vélez Trejos, el duelo es propio de la condición humana y se activa inmediatamente ante ciertas circunstancias de la vida y por ende tiene un proceso.
"La salud mental dice que el dolor emocional más fuerte que puede sentir una persona es la pérdida de un hijo y es equivalente a un parocardiaco, porque el corazón se parte", dijo.
Explicó que quien pase por una situación de estas debe elaborar el duelo, que pasa por varias fases: comprender, entender y aceptar.
"En el campo del comprender los seres humanos nos llenamos de porqués, nos hacemos preguntas del porqué pasaron las cosas. Luego, al entender, la persona encuentra respuestas. En este caso se puede decir que los dos iban en la bicicleta y que quizá la velocidad en la que viajaban no era la indicada y de ahí pasa a aceptar. Esto no significa que no le importe lo ocurrido".
Agregó que una vez pase el dolor emocional queda la nostalgia y que el duelo puede durar entre tres meses o un año. Si sobre pasa ese tiempo, según el psicólogo, la persona congela el duelo y debe entrar a una psicoterapia.
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