NOEL CABALLERO
EFE | LA PATRIA | MAE SAI
Buzos lograron "lo imposible" en Tailandia al rescatar con vida a los 12 niños y al entrenador que quedaron atrapados en una cueva del norte del país el 23 de junio.
Cuatro de los escolares salieron de la cueva el domingo, otros cuatro el lunes y el resto lo hizo ayer.
Ekapol Chantawong, el entrenador de los menores, que tienen entre 11 y 16 años y juegan en el equipo juvenil de fútbol Jabalíes Salvajes, fue el último en abandonar la caverna a las 6:48 de la tarde.
"Hicimos posible lo imposible", anunció entre aplausos Narongsak Ossottanakorn, portavoz oficial de la misión, a periodistas del mundo congregados en el lugar de los hechos, que también celebraron el paso del helicóptero que trasladó a Ekapol hasta el hospital Chiang Rai, donde se reunió con el resto de la camada.
"Tuve mucho miedo cuando supe lo sucedido, pero ahora mismo tengo una alegría que no puedo describir", señaló la tailandesa Amporn Srivichai, tía del entrenador.
El país entero siguió minuto a minuto el desarrollo del rescate con la esperanza puesta en que el grupo saliera con vida del interior de la montaña, como finalmente sucedió.
Los 13 integrantes de la escuadra juvenil permanecerán durante al menos una semana en cuarentena en el hospital para someterse a un chequeo de salud y reponerse.
No obstante, los médicos permitieron anoche, como una medida excepcional, que los familiares abrazaran a los rescatados.
Hasta ayer habían tenido que verlos a través de un cristal porque, tras dos semanas atrapados en la cueva, se encuentran con las defensas bajas y pueden enfermar con facilidad.
Después de que los últimos cinco rescatados abandonaran ayer la cueva, salieron también un doctor y tres miembros de la Marina que habían permanecido siete días con el grupo en tareas de asistencia médica y psicológica.
"No sabemos si esto ha sido un milagro, ciencia o no sé qué. Los 13 jabalíes están a salvo fuera de la cueva", publicaron en Facebook los cuerpos de élite de la Marina, quienes han sido ayudados por un contingente de voluntarios internacional.
Los12 escolares y el entrenador, de 26, se internaron en la gruta tras un entrenamiento de fútbol, cuando una súbita tormenta comenzó a inundar la cavidad y les cortó la salida.
La madre de uno de ellos dio la alerta al ver que su hijo no regresaba, pero no los encontraron hasta nueve días más tarde, hambrientos y débiles, en una caverna a cuatro kilómetros de la entrada.
El grupo tuvo que aprender a bucear en cuestión de días, una tarea difícil si se tiene en cuenta que muchos no sabían nadar.
Dos buzos, uno delante y otro detrás, acompañaron a cada uno de ellos por un laberinto de galerías parcialmente inundadas, con desniveles y visibilidad nula.
Cada rescatado llevó una máscara que le cubrió la cara, con la que respiró más fácil y que le permitió hablar con los buzos, quienes le indicaban qué hacer.
El grupo siguió una guía tendida, pero una parte del trayecto fue bajo el agua, y se tomó un descanso en el campamento B, situado a unos 2,5 kilómetros de la entrada.
La dificultad de la operación quedó patente con la muerte el jueves de un voluntario antiguo miembro de los grupos de élite de la marina al quedarse sin aire durante una inmersión.
El portavoz oficial de los operativos, Narongsak Ossottanakorn, declaró que espera que este incidente sirva de ejemplo a los niños para que se conciencien sobre la importancia de la seguridad.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, curso una invitación a los menores, a través de la Asociación de Fútbol de Tailandia, para que presenciasen en Moscú la final del Mundial, el domingo, pero los médicos desaconsejaron el viaje.
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