Fátima Subeh Marzo
EFE|LA PATRIA|Beirut
El Gobierno sirio recuperó durante 2018 el control de la práctica totalidad del territorio que las facciones opositoras dominaban, permitiendo al presidente Bachar al Asad afianzar su poder y prácticamente arrinconar a las fuerzas contrarias en la provincia septentrional de Idlib. El anuncio la semana pasada del retiro de las tropas estadounidenses es un duro golpe a lo conseguido.
El asedio a la región opositora de Guta Oriental duró cinco años, de 2013 a 2018, y fue "el más largo de la historia moderna", según la Comisión Internacional de Investigación de la ONU para Siria en su informe sobre los crímenes cometidos por ambas partes beligerantes durante la batalla final que se inició a finales de febrero.
Ataques
El control completo de Guta Oriental el pasado 14 de abril coincidió con un ataque tripartito lanzado por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido contra posiciones de Al Asad asociadas al programa de armamento químico en Siria.
Se produjo en respuesta a un supuesto ataque químico en la ciudad de Duma que causó la muerte de 42 personas.
Una vez finiquitada la campaña militar contra Guta, las tropas sirias y sus aliados pusieron el punto de mira en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, el último reducto insurgente en la provincia de Damasco, y lo controlaron el 21 de mayo declarando así "libre de terroristas" la capital de Siria.
Lo siguiente fueron las provincias sureñas de Deraa y Quneitra, en el sur y fronterizos con Jordania y los Altos del Golán, ocupados por Israel.
La "liberación" abrió las puertas al puesto fronterizo de Nasib, uno de los cruces comerciales más importantes en la región que permaneció cerrado durante años por el conflicto y por el que ya transitan vehículos y personas desde Jordania hacia Siria.
La campaña militar, igual que en el resto de las ofensivas en las regiones con apoyo de Rusia, acabó en julio con los llamados "acuerdos de reconciliación" para evacuar a los opositores alzados contra el Gobierno, que en la práctica suponían una capitulación.
Estos opositores eran evacuados en tandas de autobuses hacia la provincia septentrional de Idlib. Todo quedó listo para la ofensiva final de Al Asad sobre Idlib, pero la negociación entre Rusia y Turquía ha aplazado un movimiento que podría suponer una catástrofe humanitaria.
Pacto
El pasado 17 de septiembre, los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, rubricaron un pacto para detener la inminente campaña militar.
Se creó una franja desmilitarizada de entre 15 y 20 kilómetros, que abarca las provincias norteñas de Idlib, Hama, Alepo y Latakia, para su control por ambos países, aunque se suceden violaciones prácticamente a diario por las dos partes del conflicto.
Las negociaciones internacionales en Ginebra y en Astana no han llevado a ninguna solución al conflicto.
Mientras el Estado Islámico aguanta en una zona desértica de la provincia oriental de Deir al Zur y Al Hasaka, Estados Unidos anunció el retiro de sus tropas desde esta semana. Desde el 2014 unos 2000 soldados norteamericanos y de otras fuerzas luchan de la mano de los kurdos principalmente.
Esta retirada se da después de que Turquía anunció una fuerte operación militar en el norte de Siria, que ahora se ha dicho podrá esperar, pues según Erdogan, en conversación con Trump, este le indicó que se encargara en adelante del Estado Islámico, que el mandatario norteamericano dice haber eliminado.
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