EFE | LA PATRIA | Buenos Aires
La presidenta argentina, Cristina Fernández, recibió ayer el alta hospitalaria debido a su "favorable evolución postoperatoria" y ya descansa en la residencia oficial de Olivos, aunque deberá guardar 30 días de "reposo absoluto" bajo estricto control médico, según los especialistas que le atienden.
Entre cánticos y aplausos de sus seguidores, la mandataria, de 60 años, abandonó el hospital Favaloro de Buenos Aires donde fue intervenida quirúrgicamente el pasado martes de un hematoma craneal producto de un traumatismo que sufrió en agosto, en circunstancias que no han sido aclaradas.
Como cada día, desde que Fernández fuera internada, el portavoz presidencial, Alfredo Scoccimarro, compareció ayer ante los medios de comunicación congregados en la puerta de centro médico y fue el primero en anunciar la decisión de los doctores.
La presidenta "sigue con excelente ánimo y en recuperación constante", dijo Scoccimarro, quien una vez más transmitió los saludos de la Jefa de Estado a "todos los que durante estos días han rezado por ella y por su pronta recuperación".
Según el último parte médico, bastante más detallado que los ofrecidos estos días, Fernández "continuará con estricto control clínico-cardiológico, neuroquirúrgico y neurológico" por los profesionales que la atienden, entre ellos los de la Unidad Médica Presidencial.
A la mandataria se le retirarán los puntos de sutura en diez días y se le realizará una "neuroimagen de control".
Además de un "estricto reposo por 30 días", los doctores de la Fundación Favaloro han recomendado a Fernández evitar traslados aéreos "hasta próxima decisión médica" basada en su evolución.
Mientras la mandataria se recupera, sigue su curso la campaña electoral para las legislativas del 27 de octubre, en las que el oficialismo se juega su mayoría parlamentaria.
Sin embargo, la salud de Fernández parece que no afectará al voto de la mayoría de los argentinos para esos comicios.
Según una encuesta realizada por Poliarquía Consultores para el diario La Nación, un 95% de los electores afirma que, a pesar de la operación de la presidenta, no cambiarán su decisión a la hora de votar, mientras que un 4% considera que sí podría hacerlo, y el 1 % no lo sabe o no contestó.
La realización del sondeo se basa en lo que ocurrió en las elecciones presidenciales del 2011, un año después de la muerte de Néstor Kircher, esposo de la mandataria y exJefe del Gobierno argentino, que generó una ola de empatía hacia Fernández y ayudó a la recuperación de su imagen, explica La Nación.
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