
GEOVANNY MARTÍNEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Venezuela es una olla a presión que hoy podría estallar. Solo una victoria amplia del oficialismo o de la oposición en los comicios legislativos podría destapar la válvula antes de que el país explote y viva una ola de violencia.
Es un panorama apocalíptico, pero es lo que se percibe dentro y fuera del país vecino, que hoy elegirá a sus 167 representantes en la Asamblea Nacional. En manos de quienes obtengan la mayoría recaerá el poder con el que se podría amenazar o consolidar la llamada revolución bolivariana, el proyecto político ideado hace 16 años por el fallecido Hugo Chávez, y liderado ahora por el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Cristian Rojas, analista Internacional de la Universidad de La Sabana, prevé una ola de violencia, tanto si gana la oposición representada por la Mesa de Unidad Nacional (MUD), como si triunfa el chavismo.
“Como las encuestas dan ganador a la oposición, si llega a ganar el oficialismo seguro denunciarán que hubo fraude y eso generará movilizaciones, caos social, pero también se prevé que si el resultado es en contra del chavismo, habrá violencia por una advertencia explicita del presidente, Nicolás Maduro, quien manifestó que si gana la oposición se lanzaría a las calles para defender la revolución. Aunque todo depende de los márgenes de los resultados, si arrasa la oposición podría haber menos caos al igual que si triunfa el oficialismo con una diferencia amplia”.
El politólogo e internacionalista Vicente Torrijos asegura que hay solamente dos escenarios posibles: “Que el régimen acepte la derrota o que decida permanecer a toda costa en el poder generando así más represión, persecución y formalizando una dictadura fraudulenta y violatoria de todos los principios democráticos y humanitarios”.
Agrega que las encuestas son claras e indican que el régimen perderá las elecciones, pero al contar con el apoyo del Ejército y las milicias revolucionarias, las probabilidades de mantenerse en el poder son muy altas. “Hay que esperar si la oposición es capaz de resistir evitando la violencia y si la comunidad internacional, que ha venido interviniendo más activamente exigiendo transparencia, va a acompañar esa oposición hasta lograr el cambio de régimen por las vías legales pidiendo la renuncia del dictador”.
Impredecible
La venezolana Erica Rivas indica que tanto los integrantes del oficialismo como de la oposición tienen fe en que cada uno va a ganar. Es impredecible lo que va a suceder. “Hay inconformidad con la administración actual. Decepción entre los seguidores del chavismo y desconcierto por la crisis económica que atraviesa el país desde hace un año”.
La inflación está disparada, pero nadie sabe exactamente hasta qué punto, algunos se atreven a augurar que atravesará este fin de año el 200%, sumado eso está la escasez de productos básicos, la inseguridad, la corrupción y, para acabar de completar, la caída del precio del crudo terminó de ahorcar la economía venezolana, además de lo ya mencionado ¿Qué pasó para que hoy el chavismo se encuentre en apuros para lograr la mayoría en la Asamblea Nacional?
James Aristizábal vivió ocho años en el vecino país y regresó a Colombia por la crisis económica, él tiene una respuesta para ese interrogante. “Dentro del chavismo hay una lucha de poder, entre Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional y Nicolás Maduro, presidente de la nación bolivariana”.
El primero es quien realmente ostenta el poder, la burocracia, convoca a las Fuerzas Militares, controla desde el órgano legislativo las acciones de Maduro que solo es la figura del poder. A diferencia de Chávez, que controlaba todo desde el Ejecutivo. En otras palabras, Maduro está en manos de Cabello quien aplazó su aspiración presidencial debido a los escándalos internacionales que lo rodean como el de liderar el Cartel de los Soles, grupo al interior de las fuerzas de seguridad de Venezuela, que trafica con cocaína. Así que la capacidad de maniobra de Maduro es muy inferior a la de su padrino político Hugo Chávez, a pesar de las leyes habilitantes, que han sido aprobadas a su favor y que las ha utilizado solo para mantener el statu quo en el país.
Qué está en juego
La Asamblea Nacional se creó en el 2000, tras un proceso constituyente convocado por Chávez y que disolvió el antiguo Congreso. El abogado constitucionalista Hermánn Escarrá explica que no es exactamente un sistema parlamentario, pero tampoco es un presidencialismo exacerbado, justamente porque tiene un sistema de controles, de competencia y atribuciones muy fuertes en el poder legislativo y de ahí la importancia de estos comicios.
En un primer escenario, si la oposición obtuviera la mayoría simple, que implica la mitad más uno de los 167 diputados, es decir 84 escaños, podría designar la junta directiva del órgano, que tomará posesión el 5 de enero del 2016, y de la que nunca ha formado parte.
Es precisamente con esta mayoría que la oposición podría aprobar una ley de amnistía que extinguiría la responsabilidad penal que pesa sobre varios opositores presos, entre ellos el líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, condenado a cerca de 14 años de prisión por la violencia en una marcha antigubernamental.
Asimismo, podría autorizar al Tribunal Supremo (TSJ) el enjuiciamiento del primer mandatario, así como proponer un voto de censura al vicepresidente ejecutivo y a los ministros.
Con mayoría simple también se puede designar a los magistrados del TSJ, al fiscal general, al contralor y, en algunos casos, al defensor del Pueblo.
El segundo escenario es el de lograr los tres quintos de los escaños, o una mayoría calificada de 100 diputados, que permitiría aprobar un voto de censura del vicepresidente y los ministros, lo que implicaría su destitución.
El tercer escenario, el que confiere mayor poder, sería la mayoría de dos tercios de los asientos, o 111 diputados, con los que podrían llevarse a referendo aprobatorio los proyectos de ley, los tratados, convenios o acuerdos internacionales.
El chavismo, que ya ha gozado de todos estos poderes, especialmente en este último periodo con la mayoría calificada de tres quintos, espera alcanzar al menos una mayoría simple para poder mantener el orden como hasta ahora, de lo contrario cambiaría la dinámica política del país que impulsó en Latinoamérica el socialismo del siglo XXI, que parece resquebrajarse con la victoria de la derecha en Argentina, que llegó a la presidencia después de 12 años con Mauricio Macri, y la crisis que atraviesa Dilma Rouseff en Brasil, que está cerca de enfrentarse a un juicio político.
Y Colombia qué
El politólogo e internacionalista Vicente Torrijos explica que Santos ha sido complaciente con la dictadura venezolana en buena parte porque el desarrollo de los diálogos de paz con las Farc en La Habana depende de la voluntad del régimen.
“Esta situación cambió con todas las violaciones de los derechos humanos en la frontera, Santos parece que por fin descubrió la realidad del régimen dictatorial, diría que hizo hasta lo imposible por evadir esa realidad y empieza tímidamente a observar la naturaleza de ese régimen, pero es demasiado tarde, Santos es débil y manejable, Maduro lo somete una y otra vez a sus desmanes y a sus estropicios logrando siempre lo que quiere. Si el Gobierno no cambia su orientación, cada vez más se convertirá en una especie de cómplice de la dictadura, podría convertirse en una agente de cambio como lo demuestra Macri en Argentina, en un verdadero faro de la democracia latinoamericana
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