Saud Abu Ramadán y Javier Martin
Efe | LA PATRIA | Gaza/Jerusalén
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, descartó un alto el fuego e insistió en que su país se prepara para ampliar la ofensiva militar contra Gaza, que en apenas 72 horas ha causado la muerte a 88 personas, la mayor parte de ellas civiles.
Netanyahu tuvo, sin embargo, que frenar a los miembros más duros de su gabinete, que le exigieron incrementar el castigo a la Franja con medidas como la interrupción del suministro de electricidad y agua que Israel controla.
"Los consejeros legales no permitirían esto", zanjó Netanyahu, quien aseguró haber ordenado un aumento del número de ataques aéreos precisamente porque un país como Israel no podía permitirse tomar dichas acciones.
Esa orden se concretó en cerca de un centenar de bombardeos más sobre distintos puntos de Gaza, que causaron la muerte a una treintena de personas ayer y elevaron a casi 600 los heridos en los tres días de ofensiva.
Los objetivos fueron -según el Ejército- lanzaderas de misiles, centros militares de instrucción, supuestos silos y fábricas de armas, pero también viviendas en las que habitan civiles, lo que ha desatado una oleada de críticas.
El Ejército israelí argumenta que son usadas por miembros de los movimientos islamistas como "centros de comando" e interpreta por ello que son "objetivos legítimos".
Sin embargo, la organización israelí de defensa de los derechos humanos Betselem recordó hoy que atacar viviendas de milicianos palestinos "viola el derecho humanitario internacional" y que bajo ninguna justificación es un objetivo legítimo.
La polémica se desató después de que se conociera que Israel mató a ocho personas, seis de ellas menores y niños, en un ataque contra la vivienda de la familia palestina Kaware, uno de cuyos miembros pertenece al brazo armado de Hamás.
La investigación posterior parece demostrar que, pese al aviso previo a la familia de que se bombardearía el inmueble, el Ejército no se ajustó al protocolo y sabía que había civiles en el interior cuando disparó.
Los bombardeos israelíes se produjeron al tiempo que milicianos palestinos prosiguieron con el lanzamiento de cohetes contra el sur y el centro de Israel.
Hamás contra Jerusalén
Las "brigadas Azedín Al Kasam", el brazo armado de Hamás, volvieron a dar muestras de su potencia al disparar por segunda vez algunos proyectiles contra Jerusalén que, sin embargo, no causaron víctimas.
Dos de ellos fueron interceptados por el sistema antimisiles israelí "Cúpula de Hierro" y otros dos cayeron en un descampado.
Las baterías también interceptaron los cohetes lanzados contra otras poblaciones, como Tel Aviv, que hasta el momento no han causado víctimas.
En medio de este intercambio bélico, Netanyahu y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, conversaron por separado con el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry.
Según un comunicado oficial, Abás solicitó al jefe de la diplomacia estadounidense que intervenga para lograr un alto el fuego inmediato.
Netanyahu insistió en que su país tiene el derecho y la obligación de defenderse, y que seguirá con la operación hasta que logre sus objetivos declarados: acabar con la infraestructura de Hamás y detener el lanzamiento de cohetes.
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