EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
Haciendo suya la regla de oro de no hagas a los demás lo que no quisieras para ti mismo, el papa Francisco se dirigió ayer al Congreso de Estados Unidos de un modo claro y conciso para abordar asuntos claves en el país como la situación de los inmigrantes, la pena de muerte o la pobreza.
La histórica intervención del pontífice, la primera de un santo padre ante el Legislativo estadounidense, no tomó partido explícito por las políticas de unos u otros, demócratas o republicanos, pero sí fue firme en la posición de la Iglesia acerca de asuntos que en Estados Unidos resultan muy divisivos.
En este sentido, Brian Porter-Szücs, experto en catolicismo romano de la Universidad de Michigan, explicó que ejemplo de ello fue la alusión implícita del pontífice al aborto cuando habló de la protección a la vida, momento que aprovechó para virar su argumento de manera sorprendente y pedir la abolición de la pena de muerte, una práctica aún activa en EE.UU.
"Mientras escuchaba el discurso del papa ante la sesión conjunta del Congreso me llamó la atención el contraste con otros discursos pronunciados por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI en ocasiones similares", dijo el experto.
Según Porter-Szücs, los papas anteriores adoptaron un estilo retórico que les permitió estar por encima de los debates políticos mundanos para que la Iglesia pudiera conservar una postura distante, no partidista, sin embargo es innegable que Francisco tiene un enfoque diferente.
"Habla directamente y, a menudo, específicamente sobre los asuntos que le conciernen. En realidad no difiere de sus predecesores sobre las cuestiones fundamentales, pero las trae a tierra de una manera que no hemos visto antes", insistió.
Para Daniel Ramírez, profesor asistente de cultura estadounidense en la misma universidad, el pontífice fue claro en cuanto la inmigración, presentándose a sí mismo como "hijo de inmigrantes" y recordando a los congresistas que todos ellos, sin excepción, también lo son.
Pese a una fuerte demanda social y presiones tanto de la Casa Blanca como de grupos activistas, el Congreso estadounidense no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para legislar sobre una reforma migratoria que ponga solución a las carencias, reconocidas por todos, que sufre el sistema.
El papa se desplazó ayer a Nueva York para iniciar su primera visita como pontífice a la ciudad, donde tendrá una cargada agenda que incluirá actos multitudinarios y un discurso ante los líderes mundiales en las Naciones Unidas.
Francisco estará hoy en la sede de las Naciones Unidas, donde ofrecerá un discurso ante unos 150 jefes de Estado y de Gobierno, reunidos para aprobar la nueva agenda global de desarrollo.
A continuación, visitará el memorial del 11S y una escuela del barrio latino de Harlem, antes de darse un baño de masas con una procesión por Central Park a la que asistirán 80.000 personas que lograron entradas en un sorteo organizado por las autoridades locales.
Su último acto en la Gran Manzana será una misa con unos 20.000 fieles en el Madison Square Garden, antes de continuar su viaje el sábado hacia Filadelfia.
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