Lucía Leal
EFE | LA PATRIA | Washington
El presidente de EE.UU., Donald Trump, se encomendó ayer a la vía legal como única opción posible para seguir en el poder, mientras su entorno empezaba a asumir la derrota y se preguntaba si el mandatario la aceptaría en algún momento.
Horas después de que el candidato demócrata, Joe Biden, le arrebatara la ventaja en Pensilvania y Georgia, dos estados que necesita imperiosamente para lograr la reelección, Trump se resignó a pelear por la Presidencia en los tribunales, sin ninguna garantía de éxito.
"Seguiremos en este proceso a través de todos los aspectos de la ley (...). Nunca dejaré de luchar por ustedes y por nuestro país", dijo Trump en un comunicado distribuido por su campaña.
En un tuit posterior, el mandatario confió en que las demandas que su equipo ha interpuesto en varios estados clave, y que por ahora no han tenido un impacto significativo, le permitan recuperar el margen que ha ido perdiendo en esos territorios a medida que se contaban votos emitidos por correo.
"¡Quizá estas ventajas vuelvan a medida que avanzan nuestros procedimientos legales!", añadió.
A su alrededor, el número de asesores que creían en esa posibilidad iba menguando con cada hora que pasaba, y varios de sus aliados reconocían en privado que apenas veían un posible camino a la reelección, informaron los diarios The Wall Street Journal y Politico.
En la sede de su campaña de reelección, a las afueras de la capital estadounidense, el estado de ánimo era sombrío y algunos expresaban frustración por lo que consideraban una estrategia legal poco preparada y sin apenas perspectivas de éxito.
"A no ser que haya un caso importante de fraude electoral o algo drástico, esto se ha acabado, y se acabó hace un día. La mayoría de la gente lo sabe", dijo un alto cargo de la campaña de Trump, que pidió el anonimato, a Politico.
"A algunos les está llevando más tiempo aceptarlo. Hay mucha gente que simplemente está aquí sentada, mirando su escritorio", agregó.
Sin planes de conceder la derrota
Sin embargo, varios de los asesores más cercanos a Trump -entre ellos su jefe de gabinete Mark Meadows y su abogado Rudy Giuliani- seguían alimentando la idea de que al mandatario le estaban robando las elecciones, algo sobre lo que no hay ninguna prueba.
Arropado por esos aliados, Trump no tenía ninguna intención de conceder la derrota incluso si su camino a la reelección se bloquea del todo, como es probable, indicaron las cadenas CNN y CBS News.
El discurso de concesión es una tradición en Estados Unidos, pero no es obligatorio por ley en el país, por lo que no sería necesario para certificar una potencial victoria de Biden.
De hecho, un portavoz de la campaña de Biden, Andrew Clark, reaccionó con sorna a las informaciones sobre ese tema: "El Gobierno de Estados Unidos es perfectamente capaz de escoltar a cualquier intruso fuera de la Casa Blanca", aseguró a la cadena Fox News.
El factor que más preocupa a los expertos no es tanto la posibilidad de que Trump se niegue a reconocer la derrota, sino la posibilidad de que los desafíos legales presentados por su campaña prolonguen la incertidumbre sobre el resultado.
A contrarreloj
El calendario para resolver litigios es apretado: las autoridades estatales solo tienen hasta el 8 de diciembre para resolver cualquier controversia que pueda surgir sobre la elección de sus compromisarios del Colegio Electoral, antes de que éstos formalicen la selección del presidente el 14 de diciembre.
Es improbable que las demandas que la campaña de Trump ha presentado hasta ahora -concentradas en Pensilvania, Nevada, Michigan y Georgia-, consigan invalidar un amplio volumen de votos en varios estados clave, y sin que eso ocurra es prácticamente imposible que el presidente derrote a Biden.
Los jueces de Michigan y Georgia ya han desestimado las querellas en esos estados, y aunque la campaña de Trump ha conseguido que Pensilvania tenga que separar algunos votos enviados por correo del resto, no hay ninguna orden de que esos sufragios no se cuenten.
Sin embargo, el panorama se volvió más complejo cuando Georgia confirmó ayer que hará un recuento de los votos, algo que también podría ocurrir en otros estados.
Y aunque todavía se desconoce qué cartas puede guardarse la campaña bajo la manga -ayer pusieron a uno de los principales aliados de Trump, David Bossie, al frente de la estrategia legal- cada vez más defensores del presidente reconocen que el viento sopla en su contra.
El republicano más influyente del país
Trump, mientras, clamaba en Twitter que Biden "no debería declararse" ganador si llegaba a la cifra mágica de 270 delegados, porque "los procedimientos legales acaban de empezar".
Algunos en su entorno empezaban a describir ese empeño en la vía legal como una estrategia para mantener su enorme influencia en el Partido Republicano y el país una vez que deje la Casa Blanca.
Pese a su probable derrota, Trump ha acumulado al menos siete millones de votos más que en 2016 y ha superado los 70 millones de sufragios a su favor, más que ningún otro candidato republicano en la historia de EE.UU.
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