LAURA BARROS
EFE | LA PATRIA | WASHINGTON
Acosado por los llamados a endurecer las leyes de tenencia de armas y a detener el discurso antiinmigrante y racista, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó ayer Dayton (Ohio) y El Paso (Texas), dos ciudades que se sumaron a la lista de tiroteos indiscriminados que desde hace años sacuden al país.
Trump se reunió, acompañado por su esposa, Melania, con heridos y familiares de las víctimas de las masacres de Dayton, donde el domingo nueve personas perdieron la vida antes de que las autoridades abatieran al atacante, y El Paso, que el sábado se convirtió en escenario de un tiroteo que cegó 22 vidas.
El gobernante, quien antes de partir de Washington defendió ante los periodistas que su retórica no ha contribuido a la violencia de los tiroteos y, por el contrario, "une a la gente", fue seguido por los reclamos de manifestantes que se reunieron frente al Hospital Miami Valley de Dayton, donde permanecen los heridos del domingo.
"Dayton fuerte", "Acción ahora" y "No más odio", coreaban personas con carteles en los que reclaman "Hagan algo" para endurecer las normas que permiten la venta y porte de armas en el país.
"Deja de ser un bebé, hazle frente a la NRA (siglas en inglés de la Asociación Nacional del Rifle)", se leía en un cartel adherido al "Baby Trump", un globo con la figura del gobernante como un bebé que es icono de las protestas en su contra.
Los reclamos aguardaban también al jefe de Estado en El Paso, una ciudad texana ubicada justo en la frontera con México, donde ayer grupos de manifestantes se concentraron en distintos puntos, pero especialmente en el centro comercial donde el sábado ocurrió la masacre de la que se señala como autor a Patrick Crusius, de 21 años, considerado un supremacista blanco.
El estacionamiento del centro comercial se llenó de flores, globos, banderas, dibujos y mensajes de todo tipo en honor a las 22 personas, entre ellas ocho de nacionalidad mexicana, que perdieron la vida en medio de la balacera.
"No eres bienvenido aquí", "Queremos una disculpa", "Trump es un racista, supremacista blanco", apuntaban los carteles en El Paso, entre los que ondeaban banderas de México y Estados Unidos.
Las autoridades migratorias de EE.UU. detuvieron ayer en procesadoras de alimentos del estado de Misisipi a 680 inmigrantes indocumentados, en lo que supone la mayor redada de este tipo en al menos una década, anunció el fiscal del distrito sur del estado sueño, Mike Hurst. Los detenidos pasarán ahora a custodia del Servicio de Inmigración (ICE), que decidirá si los encierra en un centro de detención hasta que sean deportados a sus países de origen o si, por el contrario, los pone en libertad mientras las cortes deciden si pueden quedarse o no en el país.
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