EFE | LA PATRIA
Benedicto XVI, 265 sucesor del apóstol San Pedro al frente de la Iglesia, dejó de ser ayer papa para convertirse en un "simple peregrino que inicia la última etapa de su vida", que dedicará a la oración en el Vaticano, a pocos pasos del futuro Pontífice, al que ya ha prometido "respeto y obediencia".
Hacía más de 800 años que un papa no renunciaba por voluntad propia al papado, desde que Celestino V lo hizo en el 1294, por lo que la decisión del papa Ratzinger ha marcado un hito en la historia de la Iglesia católica.
Este 28 de febrero de 2013 quedará en los anales. Hasta ahora, los papas morían en su cama del Vaticano, pero ayer el alemán Benedicto XVI, de casi 86 años, abandonó el Vaticano por su propio pie, a bordo de un helicóptero y se trasladó a la residencia de Castelgandolfo.
La imagen de un papa que abandona el Vaticano en helicóptero fue vista por cientos de millones de personas en todo el mundo.
Por dos meses
En Castelgandolfo permanecerá unos dos meses hasta que estén acabadas las obras del monasterio de monjas de clausura "Mater Ecclesia", que se levanta en los jardines del Vaticano donde se alojará.
Ayer se despidió de los cardenales. 144, de los 207 que forman el Colegio Cardenalicio, acudieron a la Sala Clementina. Sereno, sonriente, con buen aspecto, les dijo: "Entre vosotros está el futuro papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia. Continuaré rezando, especialmente en estos días (del cónclave)".
Con esas palabras, según los observadores vaticanos, Benedicto XVI quiso dar seguridades de que el próximo pontífice no estará "condicionado" por un papa emérito, que además vivirá a un centenar de metros de distancia.
Con lágrimas, entre ellas las de su secretario y Prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein, que no pudo contener la emoción, le despidió el personal del Vaticano en el patio de San Dámaso.
En algunos momentos también se le vio a él emocionado, pero inmediatamente recuperó la sonrisa y la serenidad, la misma que mostró cuando saludó desde el balcón del palacio de Castelgandolfo a los cerca de 10 mil fieles que le acogieron.
No hubo ceremonia especial, ya que, según establece el Código de Derecho Canónico, lo único que hace falta es que el papa renuncie en plenas facultades mentales y lo haga presente ante los cardenales, lo que ya hizo el pasado 11 de febrero.
A partir de ese momento, dio comienzo la Sede Vacante -el interregno que va desde que fallece o renuncia un papa hasta que se elige el sucesor- y el gobierno provisional de la Iglesia pasó a manos del cardenal camarlengo, que es también el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
Lo primero que ha hecho Bertone ha sido sellar el apartamento papal y el ascensor que lleva al mismo, en el Vaticano.
La normativa vaticana prevé que tras la muerte o, en este caso, renuncia del papa, el apartamento papal tiene que quedar libre y es sellado hasta que haya nuevo pontífice.
También tendrá que anular el anillo del Pescador, que simboliza el poder pontificio. Su destrucción es la señal de que el reinado ha concluido.
Hoy, el cardenal decano, Angelo Sodano, comenzará a llamar a los purpurados de todo el mundo para preparar el cónclave que elegirá al sucesor de Ratzinger y participar en las congregaciones preparatorias.
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