EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Después de siete años de crisis y rupturas, las relaciones de Colombia y Venezuela entran en una fase de deshielo con la llegada de embajadores a Caracas y Bogotá para comenzar la reconstrucción de los vínculos políticos, económicos, familiares y comerciales entre los dos países.
El giro es producto del cambio de Gobierno en Colombia, donde la llegada a la Presidencia de Gustavo Petro propició el restablecimiento de las relaciones, rotas en febrero del 2019 cuando desde la Casa de Nariño se dejó de reconocer a Nicolás Maduro como presidente legítimo de Venezuela.
Petro, que tiene más afinidad política con Maduro que sus antecesores, prometió en la pasada campaña electoral que buscaría abrir totalmente la frontera y reanudar las relaciones, y en ese sentido avanzan los dos Gobiernos.
El nuevo embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, presentó el lunes en Caracas sus cartas credenciales a Maduro, y su homólogo venezolano, Félix Plasencia, está en Bogotá a la espera del encuentro con Petro que sellará el restablecimiento de las relaciones entre dos países que se consideran “hermanos siameses” por los estrechos vínculos existentes de todo tipo.
Intereses comunes
Lo que comenzó con una tímida aproximación telefónica entre Petro y Maduro se convirtió en una carrera de nombramientos, entre ellos los de Plasencia y Benedetti, cuyo papel, más que diplomático, se convirtió de inmediato en político, al contar con la absoluta confianza de sus mentores.
La reapertura de la frontera, cerrada al paso vehicular desde 2015, el comercio a gran escala, los acuerdos políticos y la atención a ciudadanos de uno y otro país en cuestión de migrantes o asilados son las prioridades que los diplomáticos deben atender de manera inmediata.
Y si las ideologías dispares fueron parte de los enfrentamientos y disputas durante los últimos años, las coincidencias -aunque no absolutas- en la visión política de ambos Gobiernos son ahora la base de una amplia agenda bilateral que está por venir.
De momento, Benedetti se ha paseado por Caracas estrechando manos a los principales miembros del Gobierno de Maduro -al propio presidente le agasajó con un sombrero “vueltiao”, propio de su tierra, el Caribe-, mientras que Plasencia presentó ayer en Bogotá una copia de las cartas credenciales al ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva.
Divergencia
Pero, pese a la convergencia que ambos lados tratan de mostrar, hay un asunto que ya generó discordancia, como el trato a los opositores venezolanos que residen en Colombia y que, según el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, deben ser extraditados para ser juzgados en el país caribeño.
Sin embargo, Petro zanjó el asunto con una sola frase a través de su cuenta de Twitter: “Colombia garantiza el derecho de asilo y refugio”. Y ahí quedó el tema, por el momento.
Comercio y migración
Pero quizás los dos aspectos en los que más se notará el restablecimiento de relaciones será, aparte del tema migratorio, en el comercio bilateral, o así lo explicó el analista Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario.
“La meta que se ha puesto Colombia son los 10.000 millones de dólares en comercio de aquí a cuatro años, actualmente estamos como en 1.500 millones de dólares”, destacó Jaramillo citando otro de los objetivos de Benedetti.
Entre las prioridades de Benedetti está la reapertura de los consulados en Caracas, Maracaibo (Zulia) y San Cristóbal (Táchira), tres de las ciudades que concentran mayor cantidad de colombianos en Venezuela, así como la reanudación de los vuelos comerciales directos entre las dos capitales y la reapertura total de la frontera.
Clamor popular
La reanudación de relaciones “es una decisión empujada desde abajo por alcaldes, gobernadores, el Senado y organizaciones de derechos humanos y de migrantes que habían solicitado el restablecimiento de los vínculos diplomáticos”, aseguró Jaramillo.
Los dos países comparten una dinámica frontera de 2.219 kilómetros que no está exenta de la violencia del conflicto armado colombiano, pues bandas criminales y paramilitares aprovecharon la ruptura de relaciones para aumentar su poder en la zona y el control de negocios ilegales como el tráfico de drogas, de armas y de personas.
“En términos de seguridad hay una expectativa de que la situación mejore. La inseguridad en la frontera es muy grave, es muy delicada (...) se espera una mayor cooperación policial y militar”, agregó el analista.
Sin embargo, la presentación de cartas credenciales por parte de los embajadores es solo el primer paso para la normalización total de las relaciones, ya que quedan muchos asuntos por resolver relacionados con la libre circulación de personas, normas de comercio y fitosanitarias, logística y transportes, pagos y transferencias financieras, entre otros, que tardarán meses.
Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros.
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