Nelson Hernández
COLPRENSA | LA PATRIA | La Habana
Se acerca la Cumbre de las Américas y uno de los debates más fuertes antes de su inicio fue la presencia o no de Cuba a este encuentro que se realizará en Cartagena en el mes de abril.
Mientras Estados Unidos decía que Cuba no podía asistir porque es un país que no respeta los Derechos Humanos, los países integrantes del Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), reclamaban su presencia y denunciaban el bloqueo que hace 51 años puso Estados Unidos sobre la isla, como otra violación de Derechos Humanos.
En medio de la controversia, el gobierno cubano es tema de discusión en la Cumbre de las Américas, tal y como lo plantearon Colombia y los países del Alba, liderados por Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.
Detrás de esta discusión están los ciudadanos de Cuba, quienes viven en un país que se ha declarado comunista y en medio de las dificultades que supone este modelo económico, político y social, tratan de hacer su vida sin irse de su tierra.
Entre estos ciudadanos está Michelle Denia, un mesero cubano estudiante de octavo semestre de Turismo, que diariamente hace su vida atendiendo a las comisiones diplomáticas que llegan a Cuba.
A pesar de no tener relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, Cuba es uno de los países que mayor número de relaciones diplomáticas tiene en el mundo, y es por esta razón que casi todos los días el trabajo es duro para Michelle.
Las casas de protocolo cubanas hacen parte de un antiguo condominio donde los terratenientes cubanos y norteamericanos se reunían para hacer negocios o simplemente ir de vacaciones. Luego de la revolución, estas casas fueron expropiadas y convertidas en residencias para comisiones diplomáticas que visitan este país.
A ese lugar llega Michelle todos los días, para atender a los diferentes visitantes extranjeros. “He tenido que atender presidentes, cancilleres, actores y cantantes famosos que vienen aquí en visitas de Estado o de vacaciones”, cuenta Michelle.
Mientras sirve tragos a la comisión diplomática de turno, escucha a los dignatarios colombianos discutir sobre cuál era la casa de Gabriel García Márquez, si era la 6 o la 8. Mientras recoge los vasos limpios, dice en voz baja: “era la seis”.
Ante esta respuesta dada casi con complicidad, comienza una conversación informal en la que, entre chiste y chanza, responde a las preguntas de los periodistas colombianos que cubrían la visita del presidente Juan Manuel Santos a ese país.
“La vida aquí en Cuba es muy normal”, comenzó a contar. “Tú te levantas, a las 6:30 a.m. te comes un desayuno, un bocadito, jamón queso, una leche, y te vas a trabajar”, narró, “la idea es que todos los cubanos estemos en el trabajo a la 8:00 para eso de marcar tarjeta”.
La conversación es interrumpida por el sonido de un vaso que fue roto accidentalmente por una de las integrantes de la delegación. Inmediatamente Michelle se dispone a recoger los fragmentos del vaso y le dice “tú no te preocupes que yo me encargo”.
Will, otro mesero que estaba ahí, ayuda a Michelle a limpiar el reguero. No se puede evitar notar que Hill, en su cinturón, lleva un iPhone 3G. “Eso no es raro”, explicó Michelle. “Aquí tú trabajas y ahorras un poco y puede comprar tu celular o tu iPhone o lo que prefieras”, agregó.
Ante la incredulidad de su audiencia explicó: “aquí no es que no tengamos mercado, ni que nos prohíban el acceso a los lujos, aquí lo que pasa es que todo eso es muy costoso, y no es asequible a todo el mundo”.
Luego de dejar los fragmentos de vidrio en la cocina volvió con los periodistas para terminar de contar su historia. “Aquí en Cuba la gente no se muere de hambre, aquí la gente vive y come con lo que le brinda el gobierno”, contó. “Nosotros tenemos salud gratuita, educación también, siempre y cuando pasemos los exámenes, y recibimos un subsidio básico para comprar nuestros alimentos”, agregó.
“¿Entonces para qué trabajas?”, se atrevió alguien a preguntar. “Uno trabaja porque siempre se necesita un poquito más, lo que nos da el gobierno nos alcanza para comer y no morirnos de hambre, pero siempre se necesita un poquito más para vivir tranquilo”, confesó.
“¿Y los que se van para otros países por qué lo hacen?”, preguntó la misma persona. “Los que se van lo hacen porque no pudieron conseguir trabajo acá y ese es un gran problema que tiene Cuba. Al estar tan aislados del mundo por el bloqueo americano y al tener tanto paternalismo nuestra economía no se mueve. Y si no se mueve no hay trabajo”, siguió explicando.
Ante la sorpresa de su audiencia, que veía a un simple mesero mostrando sus conocimientos de economía, Michelle decidió explicar: “yo ya estoy terminando mi carrera en la universidad y ahí he visto bastante economía, donde nos explican estas cosas”, aclaró. “Y ese es otro de los problemas de Cuba”, afirmó mientras trataba de bajar la voz, “como aquí todos somos estudiados, todos tenemos mínimo un grado técnico – medio, pues menos gente quiere trabajar haciendo labores agrícolas o de obrero”.
“Con las reformas de ahora, se ha tratado de hacer que la gente trabaje por sus propios medios y pongan sus propios negocios, pero aquí la gente ya está acostumbrada a que le den todo”, explicó Michelle, mientras nuevamente trataba de que no lo oyeran quienes estaban en la reunión.
Estas reformas son las que puso el presidente Raúl Castro, tan pronto asumió el cargo el 24 de febrero de 2008, para tratar de dar movimiento al mercado interno y mejorar la situación económica de su país, de cara a los acuerdos que se realizarán con los países del Alba.
Michelle sigue contando su vida, con su esposa que es médica y gana menos que él, su primo que vive en Costa Rica y le envía una remesa de 100 dólares al mes, los cuales según él “son un aporte valioso”, el mesero termina hablando sobre el tema que atañe a la visita diplomática que él estaba atendiendo.
“Yo creo que si Cuba fuera a la Cumbre de las Américas sería algo muy bueno”, comentó y explicó que “así tendríamos mayor intercambio con América Latina, podríamos concretar el tema de tener una sola moneda con los países del Alba e incluso podríamos convencer a Estados Unidos de que nos levante el bloqueo”.
Actualmente Cuba está llegando a un acuerdo con los países del Alba, que de concretarse, las naciones miembros de esta alianza, podrían tener una sola moneda para el intercambio internacional, lo que cambiaría radicalmente la situación cubana que actualmente tiene dos monedas.
El peso cubano o CUP, es la moneda local con que se paga a los trabajadores y el peso convertible o CUC es la moneda con que deben pagar los turistas que llegan a la isla.
“Si tú llegas con 10 dólares americanos los puedes cambiar por 8 CUC’s, pero si llegas con 10 euros los puedes cambiar por 12 CUC’s”, explicó Michelle sobre la diferencia de las monedas.
“Eso es consecuencia del bloqueo norteamericano, si no lo tuviéramos podríamos hacer valer más el peso cubano”, explicó Michelle. “Podríamos traer más cosas de los Estados Unidos, como medicinas y comida más baratas y hasta tecnología para estar más conectados con el mundo”, agregó.
“El bloqueo norteamericano es nuestro mayor obstáculo en la isla. Si nos quitan el bloqueo, así habría más trabajo, más comercio y no tendríamos que comprar las cosas a través de un tercer país”, señaló.
Así es la vida y la percepción de un estudiante cubano que a sus 27 años y obligado a vivir bajo el régimen comunista, reconoce las ventajas del sistema pero sin olvidar que el aislamiento y la “comodidad de que nos den todo”, también generan dificultades.
Las Cumbre de las Américas reúne a los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional, con el fin de hacer frente a desafíos presentes y futuros que enfrentan los países de las Américas. La sexta tendrá lugar en Cartagena, entre el 14 y 15 de abril de este año.
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