El conflicto armado en Sudán del Sur no sólo ha frustrado las esperanzas de la población del país más joven del planeta, sino que además ha generado un alarmante aumento en el reclutamiento de niños soldados, según UNICEF.
"Los niños soldado no pertenecen a los ejércitos, tienen que estar en la escuela y en los lugares de recreo", dice en una entrevista con Efe el especialista en protección de la infancia Eduardo García Rolland, que trabaja para el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
García Rolland acaba de llegar de Sudán del Sur, uno de los siete países en los que la ONU y UNICEF han lanzado un programa, "Niños, no soldados", que busca ayudar a los gobiernos a reducir el número de menores que están al servicio de las armas.
El programa se enfoca en ejércitos regulares o en milicias bajo el control del Gobierno. Además de Sudán del Sur, los otros seis países involucrados son Afganistán, la República Democrática del Congo, Myanmar, Somalia, Sudán y Yemen.
En Sudán del Sur el reclutamiento de menores se ha incrementado desde que en diciembre de 2013 el presidente Salva Kiir y el exvicepresidente Riek Machar decidieran resolver con las armas sus rivalidades políticas.
Salva Kiir y Riek Machar eran dos aliados en la lucha por la independencia de ese país, que se completó el 9 de julio de 2011 después de una guerra que duró dos décadas y causó dos millones de muertos.
El Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA) se dividió en dos y la escisión dio inicio a una lucha que aún persiste, a pesar de los intentos de mediación de la ONU para cerrar el conflicto y devolver al pueblo sursudanés sus esperanzas.
"Los dos bandos han reclutado (niños soldados) en cifras alarmantes", dice el experto. "De lo que nos ha llegado, hay más reclutamiento de parte de la oposición (de Riek Machar), pero también existe reclutamiento de la parte del Ejército regular", agrega.
Los cálculos "grosso modo" indican que son unos 12.000 los niños y niñas que han sido reclutados por ambos bandos para distintas tareas, desde trabajos en los campamentos armados, guardaespaldas de comandantes o para la lucha en el frente.
Ambos bandos han firmado compromisos para poner fin a este problema, pero aun así sigue el reclutamiento de menores de 18 años, aunque, según la legislación internacional, reclutar a menores de 15 años es un crimen de guerra.
Y lo triste es que, como recuerda García Rolland, los mismos militares "dicen que los niños no son buenos soldados", pero, ya sea obligatoriamente, por coacción o voluntariamente, lo cierto es que siguen nutriendo los grupos armados en Sudán del Sur.
Son niños en su mayoría de 15, 16 o 17 años, que llevan reclutados entre dos y cuatro años y que no han ido al colegio. Muchos de ellos no saben ni escribir, pero, agrega, "te hablan de ser médicos, abogados, ingenieros, o trabajar para sus comunidades".
Durante su trabajo en Sudán del Sur, García Rolland, nacido en la ciudad española de Bilbao, ha llegado a encontrar a un niño de 8 años en un centro de acogida de desmovilización, que había sido reclutado a la edad de 6 años para funciones de apoyo.
"Me llamó mucho la atención porque, siendo el más pequeño del grupo, tenía una energía un poco violenta, y a pesar de ser el más pequeño nadie se metía con él", recuerda.
Otro, de 16 años, de la etnia murle, se había unido voluntariamente a una milicia después de que miembros de su familia fueron asesinados, entre ellos "un hermano que él adoraba", y llevaba cerca de cuatro años al servicio de las armas.
Primero ayudaba en la cocina, pero poco a poco aprendió a disparar y llegó a ser guardaespaldas de uno de los comandantes de una milicia, Cobra, aliada al Ejército regular.
"Me habló de las durezas del frente, del hambre, el calor, los bichos, pero lo peor fue cuando le mataron a su mejor amigo", afirma García Rolland.
Ese adolescente, cuyo nombre no puede proporcionar, a pesar de que no sabía leer y escribir y sólo hablaba murle, "tenía una capacidad de liderazgo innata" y quería convertirse en líder de su comunidad.
Sudán del Sur no es el único país que está al alza en este tema. Lo mismo ocurre en Yemen, donde está agudizándose un conflicto que ha llevado a ese país a convertirse en un Estado fallido.
"Incluso se ven niños con Kalashnikov en los retenes militares de la capital, en Saná. La situación en Yemen está degradando", sostiene el experto de la ONU
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