JAVIER MARTÍN
EFE | LA PATRIA | TÚNEZ
Seis años después de la caída de Muamar al Gadafi, las consecuencias de la guerra que desde entonces ensangrenta Libia han salpicado Europa de la misma manera que lo hace el conflicto en Siria: a través del terrorismo yihadista.
El arresto en los últimos dos días en Trípoli del padre y de un hermano de Salam al Obeidi, el joven identificado como el suicida que causó la matanza en Mánchester, ha destapado un vínculo directo con la Libia post Gadafi y revelado el opaco papel que estados occidentales desempeñan en ese conflicto fratricida.
"Uno resultado de la guerra y del caos que padece Libia es el enorme desarrollo logrado por los grupos radicales y en particular algunos de los que se opusieron a Gadafi con apoyo en el exterior", explica un periodista libio afincado ahora en Túnez.
"Siempre fueron una opción minoritaria porque Libia nunca cayó en la esfera del salafismo como otros países. Pero ahora el fanatismo es un factor esencial a tener en cuenta, que complica cualquier solución política", advierte el analista, que prefiere no ser identificado por motivos de seguridad.
El perfil del suicida -ciudadano británico, hijo de una pareja de opositores libios que huyeron al Reino Unido a finales de los ochenta- y los lazos de su padre, un activo miembro de la oposición extremista al sátrapa, han tornado la mirada hacia un conflicto del que apenas se ocupan los medios.
Fuentes de Seguridad en Trípoli confirmaron el miércoles que tanto el progenitor, Ramadan al Obeidi, como otro de sus hijos, Hishan al Obeidi, estaban en el radar por su presunta vinculación con el yihadismo, y más en concreto con la organización Estado Islámico.
"Ramadan al Obeidi trabajó para los servicios de seguridad de Al Gadafi, pero por alguna circunstancia se sumó al Grupo Islámico de Combate de Libia (LIGF) y tuvo que huir, primero a Londres y luego a Mánchester", explica un miembro de los servicios secretos de un país árabe.
"Allí se relacionó con la oposición Libia que acogía el Reino Unido hasta que en el 2011 volvió, como muchos, para sumarse a la filas de los rebeldes", agrega la fuente, que tampoco quiere ser identificada.
Señor de la guerra
La figura más destacada del LIGF, grupo al que la CIA vinculó a principios de este siglo con la red Al Qaeda, es el controvertido comandante Abdel Hakim Belhadj, hoy un amo de la guerra en el oeste de Libia.
Beldhadj proclamó la victoria de los rebeldes libios en agosto del 2011 después de que sus milicianos quebraran la resistencia de las tropas gadafistas en el famoso complejo militar de Bab al Aziziya y obligaran al tirano a huir a Sirte, donde dos meses después sería apaleado hasta la muerte.
Desde entonces, este hombre conocido bajo el apodo de Abu Abdulá al Sadiq, ha levantado un imperio económico y tejido una tupida red de lazos políticos en Trípoli y el exterior que le convierten en esencial para la estabilidad de cualquier futuro gobierno.
Su poder le ha llevado incluso a buscar venganza internacional: en el 2012 denunció que los servicios secretos británicos y la CIA le detuvieron en el 2004 junto a su esposa embarazada en Tailandia, los torturaron y los entregaron a Al Gadafi.
El dictador los mantuvo en la prisión de Abu Selim hasta que estalló la revuelta. Una vez que esta triunfó, se presentó a las elecciones y negó cualquier vínculo con Al Qaeda.
En enero pasado, el Tribunal Supremo británico contradijo al gobierno y abrió la puerta para que pudiera denunciar al entonces secretario de Exteriores Jack Straw y al MI6 por aquella detención y entrega, confirmada documentalmente.
Belhadj es hoy un apoyo clave del llamado gobierno de unidad que la ONU sostiene en Trípoli desde abril del 2016 pese a carecer de apoyo popular y de la legitimidad política que debe darle el poder legislativo.
Este ejecutivo, dirigido por Fayez al Serraj, está enfrentado al Parlamento de Tobruk, la cámara democráticamente elegida en el 2014 que está bajo el control de otro conocido opositor en el exilio: el mariscal Jalifa Hafter.
Miembro de la cúpula militar que aupó al poder a Al Gadafi, este militar de 73 años fue reclutado por la CIA en la década de los ochenta y regresó al país al inicio de la revolución para al igual que Belhadj sumarse a las heterogéneas huestes rebeldes.
Dueño del 60% del país, tiene abiertos en la actualidad tres frentes de guerra con los que trata de llegar a Trípoli apoyado por Rusia, Egipto y Arabia Saudí,: un objetivo al que se opone Belhadhj y sus seguidores del LIGF, como la ahora malhadada familia Al Obeidi.
Salman Abedi, el terrorista suicida que causó 22 muertos y 64 heridos en el atentado del lunes en Mánchester pudo haber recibido entrenamiento del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria, según fuentes de inteligencia.
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