LAURA SÁNCHEZ Y ÓSCAR VEIMAN MEJÍA
LA PATRIA | MANIZALES
De 1 a 6 surgen brechas en la alimentación infantil. En el 1 hay escasas dos galletas y chocolate en el desayuno y en el 6: arepa, huevo y chocolate. Una distancia entre estratos socioeconómicos y alimentación de la primera infancia en Manizales que determina la vida de niños y niñas.
El del estrato 1 es un niño de 5 años, único hijo de una pareja. Su papá es un desempleado más por la pandemia ante covid-19. Describe lo que es el desayuno de su hijo: “Normalmente se le dan una o dos galletas, chocolate o un pedacito de queso cuando hay”.
De nuevo, de 1 a 6 repasamos el desayuno, alimento vital para cualquiera, en un ejercicio con seis padres de familia del estrato 1 al 6 quienes describen cómo alimentan a sus hijos menores de 5 años:
*Estrato 2: Niño de 5 años que come panqueques o arepa con queso y chocolate.
*Estrato 3: Niño de 3 años que come huevo tostada y leche caliente.
*Estrato 4: Niño de 2 años que come huevo, pan, fruta y tetero.
*Estrato 5: Niña de 5 años que come huevo, pan y chocolate.
*Estrato 6: Niña de 5 años que come huevo, arepa, galleta y chocolate.
Con estas diferencias empieza un día cualquiera en la primera infancia en Manizales. La organización Manizales Cómo Vamos ha revisado y articulado en un informe de este año las cifras de esta población que representa el 6,3% de la población de la capital caldense, en sus datos más recientes que se tienen entre el 2014 y el 2019.
Para el 2019 la ciudad tenía 27.887 de la primera infancia, 13.809 son niños y 14.078 niñas. En ese mismo año, la desnutrición pasó de 9,9% a 13,1%, el porcentaje de ellos diagnosticados con desnutrición aguda pasó de 1,9% a 3,3%.
La pediatra y coordinadora del Área Materno Infantil de la Universidad de Manizales, Sandra Patricia Gonzalez, piensa estas cifras en días: los primeros 1.000 días en la vida de cualquier ser humano son fundamentales para la alimentación, incluso para la programación metabólica en los siguientes años de vida.
“Estos primeros 1.000 días comprenden desde la etapa del embarazo que serían nueve meses de 270 días y los dos primeros años de vida que son 730 días aproximadamente. Sería una mamá con muy buenos cuidados de alimentación, buena lactancia materna exclusiva los primeros seis meses y como complemento hasta los dos años y adecuada alimentación hasta los dos”, explica la pediatra.
Es decir, que si se siguieran cuidadosamente las recomendaciones se aseguraría que los niños se programen metabólicamente para el futuro. Caso contrario, se aumentan los riesgos de déficit cognitivo, de obesidad, de hipertensión, problemas de colesterol y triglicéridos, entre otros, además de las deficiencias en la presencia de hierro.
Con las cifras del informe de Manizales Cómo Vamos y la explicación de la doctora Gonzalez la desnutrición es un estado patológico de una dieta deficiente en uno o varios nutrientes esenciales o de una mala asimilación de los alimentos. Además, está altamente relacionada con las condiciones socioeconómicas del hogar. Una clara inequidad que en Manizales está en 13,1%, un asunto que nos debe alarmar a todos.
La incidencia de la pobreza monetaria y extrema en Manizales en el 2018 fue de 11,9% y 2,1% respectivamente. En la primera infancia es aún mayor: 21,4% en la primera y 3,7% en la segunda. Prácticamente el doble de afectación.
Cada gramo cuenta
Las casas del barrio Galán, a lo lejos, son un entramado de esterillas y guadua, es como si estuviera una encima de la otra. En una vivienda, que parece colgada de esa ladera de Manizales, vive Paula con su mamá y una hija de cinco años. El bajo peso de la pequeña ha sido una preocupación constante de la madre, desde antes y durante la pandemia.
Paula relata que en los últimos 14 meses su situación se ha complicado. “Empezó lo del coronavirus y quedamos encerrados. Vivía con un hombre y nos dejó hace ocho meses. Él era quien respondía por mí y por la niña, nos compraba los alimentos y lo necesario. Hace dos meses estoy en embarazo y no puedo salir a trabajar, pues no tengo con quien dejar a mi hija”.
La mamá de Paula recorre las calles vendiendo helados, de una fábrica de la ciudad. Ella es la encargada del sustento de la economía del hogar. El año pasado su hija estudió en un jardín de la comuna San José.
Su madre comenta: “Cada mes, con el apoyo de Bienestar Familiar y otra entidad, nos enviaron un mercado. Eso fue hasta diciembre y nos ayudó mucho. Las cositas siempre nos alcanzan porque somos solo tres”.
En las citas médicas, según la madre, le han dicho que su hija no está tan mal de peso, pero igual le han recomendado el consumo de sulfato ferroso (hierro para tratar la anemia) y otros alimentos. “Estoy pendiente de otra cita de crecimiento y desarrollo para que la evalúen de nuevo”.
La alimentación de esta familia depende de lo que gane la mamá de Paula y del mercado mensual que le entregan a la niña en el Instituto Manizales, donde comenzó este año la primera con educación en casa ante el aislamiento por la covid.
Tres bolsas de leche, aceite, frijol, lenteja, arveja, una cubeta de huevos, entre otros, forman parte del mercado escolar, que alivia en parte el gasto en la canasta familiar.
En el 2019 en Manizales hubo un ascenso de desnutrición crónica de 13,1% en los menores de 5 años, es decir que 13 de cada 100 niños de la ciudad contaron con desnutrición crónica ese año. Esta condición podría profundizarse dados los efectos de la pandemia, la desnutrición es consecuencia de una ingesta insuficiente (en ocasiones también inadecuada) de los nutrientes necesarios para vivir.
La pediatra Gonzalez aclara que la falta de hierro en los niños genera un déficit cognitivo. “Esta falta de posibilidades impacta en el aprendizaje del menor de edad, de tener un buen futuro profesional y laboral. En un país con población desnutrida tenga un impacto en la población productiva y laboral”.
A ella también le preocupa que en este último año y medio los niños han estado desatendidos en consultas médicas presenciales, además de que han dejado de practicar actividades extracurriculares que aumentan el sedentarismo y con ello la obesidad en niños.
El papá del niño de 5 años estrato 1 cuenta que almuerza arroz y huevo o carne, y a veces hay sopas. “Era muy buen respaldo cuando uno mandaba a los niños al colegio porque allá recibían su ración alimenticia, ahora se le dificulta a uno pagar arriendo y comer. Cada vez la ración del Programa de Alimentación Escolar (PAE) es más baja, antes nos daban más proteína, ahora no, hasta los huevos son más pequeños”, relata el papá.
Volvemos a retomar las comidas del día, esta vez el almuerzo:
*Estrato 2: Niño de 5 años que almuerza carne molida, arroz y granos.
*Estrato 3: Niño de 3 años Pollo, papas, arroz
*Estrato 4: Niño de 2 años que almuerza crema de verduras, pollo, arroz y tajadas.
*Estrato 5: Niña de 5 años que almuerza sopa, arroz, filete de pollo o pasta.
*Estrato 6: Niña de 5 años que almuerza grano, arroz, sopa y carne.
Foto | Darío Cardona | LA PATRIA
La desnutrición crónica no finaliza en muerte prematura, pero sí tiene esas vastas consecuencias negativas para la persona, su grupo familiar y la sociedad en general.
n el 2019 hubo 10,7% de nacidos vivos con bajo peso al nacer, en el 2018 fue del 9,0%. El bajo peso al nacer es perjudicial en la salud en la primera infancia.
Ayudas que alimentan
En otro barrio popular de Manizales, esta vez de la Comuna Atardeceres, se expandió un voz a voz. Varias señoras hablaban de la Fundación el Buen Pastor. A Luisa, a quien se le cambió el nombre para este artículo, le dijeron que quizá allí encontraría ayuda ante su drama en plena pandemia. Ella tiene 28 años y es madre cabeza de familia.
Las cosas con el pedicure y el manicure, sus medios de sustento, se vinieron al piso con la pandemia. La gran preocupación: su hijo, menor de cinco años, y su alimentación. Tuvo que regresar a casa de su madre, en un hogar considerado de tipología extensa por la cantidad de personas, incluidos niños. El temor para ella: convertirse en una carga para su familia.
Por eso, tocó las puertas de la Fundación, constituida en el 2003 y perteneciente a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, que trabaja por la mujer y la familia en Cali, Cartagena, Bogotá, Palmira, Medellín, Cúcuta y Manizales.
La señora comenta: “Hemos tenido un gran acompañamiento. Ha sido muy importante el apoyo con mercado y el refrigerio, tanto para mi hijo como para mí. Además, para otras mujeres que hemos aprendido muchas cosas”.
Laura Valeria Zapata es la trabajadora social de la Fundación. Ella conoce a cada una de las 55 beneficiadas con los programas de prevención de la violencia contra la mujer, que impulsan en la capital caldense. Explica que madres como Luisa no cuentan con ingresos económicos estables, lo que les genera estrés.
Añade: “Desde que está en la Fundación ha podido recibir la asistencia alimentaria y esto ha posibilitado alivianar sus gastos personales. Como ella se encuentra viviendo en casa de su madre el poder recibir la ayuda alimentaria le ha permitido no sentir que es una carga para su mamá y por el contrario que también ella y los miembros del hogar se beneficien de este aporte”.
Falta información
Las familias han recurrido a todas las formas para sobrevivir en esta pandemia y sus reales condiciones estamos lejos de conocerlas. Daniel Hurtado, director de Manizales Cómo Vamos, afirma que en los últimos años no se cuentan con estudios de valoración nutricional en primera infancia con carácter de representatividad.
“Es preocupante porque quiere decir que las cifras bajo las que se soporta desnutrición crónica y aguda, sobrepeso y obesidad están soportados en una valoración muy baja. En el 2016 fue el último estudio con estas condiciones, es la información más precisa que tenemos”, aclara Hurtado.
En el 2017, 2018 y 2019 la cobertura en valoración nutricional disminuyó considerablemente en Manizales. En el 2019 esta valoración estuvo por debajo del 2019: “De 5 niños en edad de primera infancia en la ciudad solo uno fue valorado. ¿con qué criterio podríamos valorar que esos datos corresponden a la realidad? Siempre hablamos del 2019 porque del 2020 no tenemos cifras porque esa valoración no se realizó por la covid-19”, explica.
Regresamos a las comidas, esta vez la cena ilustrará cómo se acuesta la primera infancia en Manizales. El papá del niño de estrato 1 es cortante con la respuesta, se cena lo mismo del almuerzo: arroz y huevo.
*Estrato 2: Niño de 5 años cena sandwich o arepa con queso y jamón.
*Estrato 3: Niño de tres años cena huevo, tostada y leche caliente.
*Estrato 4: Niño de 2 años cena huevo con un tetero.
*Estrato 5: Niña de 5 años cena arepa o panqueques con chocolate.
*Estrato 6: Niña de 5 años cena arepa con carne o queso y milo o aguapanela.
Manizales fue la segunda ciudad en la que la pobreza se recrudeció más. La incidencia de pobreza monetaria en menores de 5 años en el 2020 fue de 47,8%, es decir, que 1 de cada 2 niños son pobres en Manizales. En pobreza extrema está el 11,1%
Un país débil
Cualquier país que alimente mal a su primera infancia está destinado al rezago siempre. Daniel Hurtado, de Manizales Cómo Vamos, afirma que en datos de la Fundación Éxito los niños que sufren de desnutrición tienen menor probabilidad de acceder a un empleo en su vida adulta. Hay retraso en el neurodesarrollo, capacidades que nunca tendrán.
“Cada vez tendremos menos fuerza de trabajo para poder soportar a los adultos mayores, porque se necesita todo el acompañamiento de la fuerza productiva joven. Necesitamos robustecer a los niños para tener mejores condiciones de vida”, manifiesta Hurtado.
Serán datos que se reflejarán en unos 15 años en Manizales. La pediatra Sandra Patricia Gonzales lo plantea en estas palabras: “La falta de posibilidades de desarrollo neurológico impacta en el aprendizaje y para tener un buen futuro de vida profesional y laboral. Un país con niños desnutridos tendrá un impacto directo en la capacidad productiva y laboral”.
De la Alcaldía
Julián Esteban Linares Montes, coordinador del Programa de Nutrición de la Secretaría de Salud Pública de Manizales explica qué metas tienen en nutrición:
* El dato de desnutrición aguda en 2019 fue 3,3 %. La meta es reducirlo a 2,3%. Ese 13% refiere a una desnutrición crónica que es el retraso en la talla, es decir en el crecimiento del niño, que eso no se impacta en el momento porque eso es de tiempo atrás, con el pasar de los años. Eso significa, que si un niño el primer año de vida no creció los 10 o 25 centímetros sino que creció siete, esos tres centímetros faltantes no los va a recuperar luego. Nosotros no impactamos tanto en el retraso en talla sino en la desnutrición del momento que es la desnutrición aguda. Esta aguda es la que se está viviendo en el tiempo real, en el momento con los niños, la fotografía del momento.
* Para lograrlo, se suscribió un contrato con Nutrir, cuyo fin es impactar en el bajo peso al nacer y en la desnutrición en niños menores de dos años de edad. Este contrato está en ejecución y atiende a 180 gestantes y a 120 niños y niñas menores de la edad señalada.
* A nivel de instituciones de salud, se fortalece la resolución 2350 del 17 de diciembre del 2020, la cual enmarca la atención de los niños y niñas menores de cinco años de edad con desnutrición aguda moderada y severa.
* Con el ICBF se reportan los niños y niñas que presentan desnutrición para que, en el marco de la resolución 2350, las Entidades Administradoras de Planes de Beneficio e Instituciones Prestadoras de Salud (IPS) presten las atenciones a las que haya lugar, una vez se confirme el diagnóstico de la desnutrición.
* Asimismo, para reducir el porcentaje de desnutrición aguda, desde la Secretaría de Salud Pública se refuerza con las IPS la efectiva prescripción de desparasitación en niños menores de cinco años, tal y como lo contempla la Ruta integral de atención para la promoción y mantenimiento de la salud, según la resolución 3280 de 2018.
* De igual manera, se han reactivado las salas amigas de la familia lactante en el entorno laboral, cuya finalidad es la promoción, protección y apoyo a la lactancia materna, escenarios que habían sido suspendidos por la pandemia derivada de la COVID-19.
Del ICBF
Luis Eduardo Céspedes, director del ICBF en Caldas
*¿Cómo han manejado la alimentación de los niños en casa ante la pandemia?
Una preocupación era cómo íbamos a garantizar el proceso nutricional en nuestros niños menores de cinco años y en las madres gestantes y lactantes teniendo en cuenta que a ellos los alimentábamos desde los centros de desarrollo infantil, hogares comunitarios, hogares infantiles. En los primeros días del mes se les entregaba una especie de mercado que incluía todos los elementos nutricionales que garantizaban al niño más o menos entre el 75% y el 80% de sus necesidades alimenticias.
*¿Hicieron seguimientos de medición y talla?
Efectivamente. Éramos muy exigentes porque además de la entrega de las raciones por preparar lo acompañábamos de llamadas a través de los docentes y auxiliares pedagógicos a los cuidadores y padres y a los niños. Se tenía contacto permanente una o dos veces a la semana. Desafortunadamente el hecho de que la nutrición se les dejará solo a los padres o cuidadores, no lograr el cometido que buscábamos. Si bien ayudábamos mucho con la entrega de las raciones por preparar, también es cierto que muchas veces esas raciones no quedaban solamente en la alimentación de los niños, sino que que algunos miembros de la familia también las disfrutaban. Esa era una de las dificultades que teníamos, entonces sí encontramos en muchos niños disminución de su talla y peso. Y en otras circunstancias era la alimentación por exceso, se alimentaban sin los debidos cuidados nutricionales en cuanto a los componentes, las minutas que sí seguimos en los centros de desarrollo infantil, pero en las casas no se siguen. En unos casos la alimentación es insuficiente y en otros es en exceso presentándose sobrepeso. Por fortuna, el problema nutricional no fue muy marcado, pero sí se han presentado algunos casos de riesgo de baja talla y peso y en otros de sobrepeso.
*¿Qué cambios notan en la nutrición de los niños con la alternancia?
Ya con la alternancia cambia significativamente la condición porque comenzamos a recibir a los niños y entonces en los CDI y en los hogares infantiles y lo primero que hacemos es la evaluación nutricional que se tiene, la talla y el peso para confirmar que estén dentro de los estándares y si no para comenzar a trabajar con ellos. Es evidente que se notan los cambios nutricionales en los niños cuando son atendidos en los CDI y hogares infantiles y comunitarios en alternancia. Pero por el poco tiempo que llevamos en alternancia no se ha percibido eso de manera muy profunda.
*Las cifras de este artículo son obtenidas del informe Cómo Vamos en primera infancia 2016-2019.
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